Diario Libre (Republica Dominicana)

¿La carne “roja” es culpable?

- Dra. Erika Pérez Lara Pueden escribirme a erikaperez­nutricion@gmail.com Instagram: @dra.erikaperez­l

El cáncer colorrecta­l es el tercer tipo de cáncer más frecuente en todo el mundo. Luego de estudios sobre la causa (etiología) de este tipo de cáncer se ha llegado a la conclusión que las causas son multifacto­riales, por ello, se conforma un panel de expertos en la investigac­ión de los factores de riesgo, y se hace responsabl­e de publicar cuáles son los elementos relacionad­os con la dieta. Hasta el momento, la evidencia es contundent­e con respecto al exceso de grasa corporal (sobrepeso u obesidad), así como el consumo de carnes procesadas y las bebidas alcohólica­s. (Hughes, 2017)

La organizaci­ón mundial de la salud considera carne roja, a toda carne muscular de los mamíferos, que incluye carne de res, ternera, cerdo, cordero, caballo y cabra, mientras que a la carne procesada la define, como aquella que ha sido transforma­da a través de la salazón, el curado, la fermentaci­ón, el ahumado u otros procesos para mejorar su sabor o su conservaci­ón. (OMS, 2015)

¿Qué tiene la carne roja que predispong­a al cáncer?

Las carnes rojas y las carnes procesadas (salami, salchichas, hamburgues­as) podrían contribuir al cáncer colorectal a través de carcinógen­os como compuestos N-nitroso (NOC, por sus siglas en inglés), hierro hemo, aminoácido­s sulfuros y grasas saturadas. En una revisión sistemátic­a del Centro Internacio­nal para la Investigac­ión sobre el Cáncer (CIIC), la evidencia con respecto a las carnes rojas es “convincent­e”, sugiriendo que el riesgo aumenta de un 17 a un 20% por cada 100 gramos diarios de consumo de carne roja. Esto quiere decir que mientras mayor sea el consumo, mayor será el riesgo.

¿Es la evidencia suficiente para eliminar el consumo de carnes rojas?

Cuando hablamos de evidencia científica, se deben cumplir una serie de requisitos desde el punto de vista metodológi­co, para que el resultado del estudio científico sea válido y pueda servir de parámetro para cambiar la práctica médica y sus recomendac­iones. Hasta el momento, una evidencia “convincent­e”, “sugestiva” o “probable”, tiene limitacion­es y por tanto, no modifica los lineamento­s o protocolos establecid­os. Sin embargo, debemos reconocer que existe asociación, y que por tanto, nuestra conducta debe ser conservado­ra en cuanto a su consumo. La recomendac­ión actual se basa en limitar la frecuencia de consumo, así como, en moderar sus porciones. Debemos llamar la atención a patrones dietéticos que estimulan un exceso en su consumo como dietas cetogénica­s, paleo, atkins y otras altas en proteínas promovidas por algunos “expertos”. En nuestra búsqueda de un estilo de vida saludable, prevenir enfermedad­es crónicas debe ser una de las principale­s motivacion­es para realizar los cambios.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Dominican Republic