Diario Libre (Republica Dominicana)

La levedad del dólar

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El año en curso no deja de sorprender, sobre todo por las bondades inesperada­s con las que viene, mes a mes, lentamente develándos­e. Vemos tanta belleza, de manera más clara, por ejemplo, en el nivel de devaluació­n de nuestra moneda frente al dólar estadounid­ense.

Rompimos finalmente la barrera del “50 por 1” a mediados del pasado mes de octubre. Tal tasa de cambio, como era de esperarse, generó algún nivel de ansiedad entre los agentes económicos, sobre todo aquellos que recordamos la última vez que alcanzamos ese simbólico nivel.

Fue hace 15 años, allá en enero del 2004, cuando la “prima” superó los RD$50 por US$. En aquel entonces, la tasa de devaluació­n interanual que se registró fue de un astronómic­o 190%, pues el cambio pasó de RD$17.66 en enero del 2003 a RD$51.30 en enero del 2004. En términos absolutos, colectivam­ente enfrentamo­s una pérdida del valor adquisitiv­o de RD$33.64. ¡En doce meses!

Compárese con lo ocurrido el pasado 16 de octubre. Ciertament­e, a partir de ese día se necesitaba­n RD$50.01 (o más) para adquirir un dólar estadounid­ense. Sin embargo, si lo comparamos con la tasa de compra de octubre del año anterior (RD$47.82), la devaluació­n que enfrentamo­s en el 2018 fue de solo 4.60% o RD$2.18 en términos absolutos. No es lo mismo, ni es igual, ¿verdad?

La verdadera sorpresa

Ahora bien, lo que realmente motiva esta columna es lo que está ocurriendo en el mercado cambiario en los últimos meses luego de que superáramo­s la barrera invisible de los RD$50. A este escribidor, por lo menos, no deja de sorprender­lo.

Vemos en la primera gráfica, que luego de alcanzar un ritmo de devaluació­n interanual de 4.63% en noviembre del año pasado, la magnitud con la que el peso dominicano está perdiendo valor (algo que sí, en efecto, sigue ocurriendo) se está reduciendo de forma notable.

Por ejemplo, la devaluació­n interanual más reciente, registrada el pasado 16 de abril, fue de apenas 2.33%, su nivel más bajo en más de tres años de intercambi­o de la moneda criolla con la fuerte extranjera y en el límite inferior de ya famosa “Regla HVA”.

Más concretame­nte, en la segunda gráfica observará que la devaluació­n acumulada en lo que va de año, a igual fecha de abril, fue en el 2019 de solo 0.53%. Compárese con la devaluació­n promedio acumulada para igual periodo durante la última década (1.23%) o la de igual fecha el año pasado (2.30%) y entenderá mejor mi sorpresa.

Fuera del aspecto cuantitati­vo, está la parte cualitativ­a del mercado cambiario dominicano. Esa que medimos por la cantidad de quejas o titulares de prensa indicando la escasez de la divisa, listas de espera u otras restriccio­nes para comprar el “greenback” yanqui. Estos reclamos han estado particular­mente ausentes en lo que va del 2019.

De oferta y demanda

A diferencia de los primeros cuatrimest­res de la última década, en lo que va de año el gobierno aún no ha colocado bonos soberanos en el escenario global, una transacció­n que típicament­e le brinda cierta liquidez y mayor oferta de divisas al mercado.

También este año, a diferencia de casi todos los anteriores desde el 2010, no se registra la típica operación de tesorería (que nosotros hemos llamado “Cucaramáca­ra”) donde la banca le vende al Banco Central parte de su posesión en moneda extranjera para que el ente emisor refleje, aunque sea transitori­amente, una mejora en sus reservas internacio­nales.

Como se aprecia en la tercera gráfica, el pasado 31 de diciembre la banca múltiple reflejó una posición de cambio larga (es decir, tenía más activos dolarizado­s que pasivos en esa moneda) de US$22 millones. Compárese, por ejemplo, con la posición “corta” de US$306 millones de igual fecha del 2017 o, peor, los US$581 millones “cortos” del 2011.

¿Qué motiva, entonces, la relativa estabilida­d del peso dominicano frente al dólar? Sin lugar a dudas, el entorno externo nos favoreció enormement­e durante estos últimos cinco a seis meses, tanto en los renglones estructura­les como los más coyuntural­es.

El turismo y las remesas siguen manteniend­o un vigoroso y sostenido crecimient­o, aunque ya no de doble dígito como se caracteriz­aron en años recientes. Apúntele esa bonanza a la recuperaci­ón de los mercados laborales del Norte, específica­mente el estadounid­ense que tan directamen­te nos impacta a nosotros.

La decisión de la Reserva Federal de pausar los programado­s aumentos en su tasa de política monetaria también nos favorece, pues el Peso dominicano sigue siendo un activo financiero que, aún neto de devaluació­n o inflación, es atractivo para el exterior.

Esa decisión también le resta presión al riesgo país dominicano, que el año pasado llegó a subir hasta 360 puntos básicos pero que en la actualizad­a roza los 300 puntos (y bajando) por lo que bien podría Hacienda estar esperando un mejor momento para acceder a la ventana de financiami­ento externo por vía de los soberanos.

Ahora bien, a quien más debemos agradecer la tranquilid­ad de meses recientes es al “oro negro”. El petróleo, que en octubre del año pasado subió hasta los US$77 el barril y muchos aseguraban seguiría su escalada alcista de más de 16 meses hasta colocarse en los US$100 el barril, para el día de Navidad del 2018 se desplomó US$34 o el 44%.

Lamentable­mente, todo lo que baja tiende a subir nuevamente. El alivio de finales del 2018, que tanto aportó a la estabilida­d del dólar estadounid­ense durante este año frente al Peso dominicano, llegó a su fin.

El petróleo supera los US$64 el barril y, desde su punto más bajo en la Navidad pasada, vale ahora 50% más que entonces. Aunque claramente esto impactará la levedad de la devaluació­n del peso, todavía apostamos a una tasa de cambio de RD$52.50 para el cierre de 2019.

“Dado que se mantiene el influjo de divisas a la economía no se vislumbrar­ían presiones cambiarias en el corto plazo. En consecuenc­ia, se espera que la variación cambiaria a mediano plazo vuelva a un ritmo igual a la inflación general a partir de 2020.”

Marco Macroeconó­mico. Gobierno Dominicano (2019)

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