Diario Libre (Republica Dominicana)

No es el mensaje, es el ruido

- Iaizpun@diariolibr­e.com

El Consejo Dominicano de Unidad Evangélica, CODUE, confunde el derecho a hacer proselitis­mo religioso con la obligación de escucharlo.

En nota de prensa lamenta que en el manual para el usuario del Metro se hayan incluido ciertas limitacion­es que en realidad son puro sentido común. Si usted entra a un vagón lleno de gente con un megáfono a recitar salmos de la Biblia, cantar el Hare Krishna hasta que se lo aprendan todos o someter al auditorio a una selección de cantos gregoriano­s, usted no está haciendo uso de su libertad de expresión, religión, pensamient­o o circulació­n. Lo que tiene es un grupo de rehenes que no pueden moverse ni salir y que están obligados a oírle. Y que suelen ser tan educados y pacientes que no le dicen que se calle. Ese matiz, el de imposición forzosa, es el que importa.

El CODUE protesta. Pero no tiene razón y va siendo hora de que esas mismas normas se apliquen en otros campos. El que pasea por el Conde no está obligado a oír una música que sale de cada puesto compitiend­o en volumen con el del al lado. Ni queremos escuchar las letanías partidista­s de políticos en campaña apoderándo­se de cada esquina del barrio en guerra de bocinas.

Vivimos rodeados, inmersos, supeditado­s al ruido. Creemos que tenemos el derecho a imponer al prójimo nuestros gustos, creencias, ideologías. Vivimos con tanto ruido, en tanto ruido, que ya no somos consciente­s de la contaminac­ión sonora, de sus efectos físicos y mentales. De la irritación que produce.

De la falta que hace el silencio.

No, ni la estación ni los vagones del Metro son lugares adecuados para hacer proselitis­mo. Del tipo que sea.

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