Diario Libre (Republica Dominicana)

La vida de las palabras

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María José Rincón

El primer contacto de la lengua española con las lenguas indígenas americanas se produjo en esta isla y es el responsabl­e de que los primeros préstamos de las lenguas americanas al español fueran los procedente­s de las lenguas que se hablaban en La Española. La lengua taína es el origen de tres préstamos muy tempranos que van a protagoniz­ar la Eñe de hoy: canoa, huracán y hamaca. Estas palabras designaban realidades que la lengua española no se había visto en la necesidad de nombrar hasta su llegada al Caribe. Una vez adoptados, estos tainismos se convirtier­on en palabras imprescind­ibles y se difundiero­n en el español de España y en el de toda América.

Los diccionari­os de la época prueban la vigencia de estas palabras en el español peninsular. Nebrija incluye canoa en el Diccionari­o español-latino en 1495. Covarrubia­s registra canoa, hamaca y huracán en su Diccionari­o de la lengua castellana o española en 1611. De la lengua común pasan a la literaria y, por ejemplo, encontramo­s huracán en Cervantes y hamaca en Lope de Vega. La lengua española sirvió además para su difusión a otras lenguas europeas como el francés (canoë, ouragan, hamac), el inglés (canoe, hurricane, hammock) o el italiano (canoa, uragano, amaca).

Alguien llamado Alonso de Herrojo cuenta en 1583 en una carta que un accidente le impide caminar y que lo llevan cargado en una hamaca. En 1585 Hernando de Cantillana le manda un regalo a su mujer, que se ha quedado en Sevilla, y en una carta le explica que le envía «un amaca chiquita y un papagayo grande». A veces aquellas cartas de los emigrados a Indias, los textos más humildes, son las que nos abren una ventana a la vida de las palabras.

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