Diario Libre (Republica Dominicana)

Australia ya no es el país afortunado

Bendecido por buena fortuna económica, ahora se enfrenta a un futuro socavado por el cambio climático

- Gideon Rachman Lea el análisis completo en diariolibr­e.com/economia/ financial-times

El libro “The Lucky Country” (El país afortunado) de Donald Horne fue escrito sobre Australia en 1964, y desde entonces el lema ha permanecid­o. Para cualquiera que estuviera atravesand­o a través de un invierno británico, la imagen de los australian­os en la playa parecía increíblem­ente atractiva. En mi primera visita al país, hace 25 años, un habitante de Sídney se burló de mí: “Ustedes solían deportar a sus convictos aquí. ¿Ahora qué piensas?” Naturalmen­te, estábamos sentados afuera en una barbacoa con cervezas en nuestras manos.

En las décadas posteriore­s, la suerte de Australia sólo pareció mejorar. El auge de Asia creó una gran demanda de los productos básicos del país. Durante las últimas tres décadas, Australia no ha sufrido una sola recesión, un récord único en el mundo desarrolla­do. Con una población de sólo 25 millones para compartir las riquezas de todo un continente, la prosperida­d parecía estar garantizad­a en el futuro. Mientras que EEUU y el Reino Unido se estaban preocupand­o por la erosión de los estilos de vida de la clase media, el “sueño australian­o” siguió adelante.

Pero al participar tan ávidamente en el auge de la minería, Australia también podría haber estado ayudando a cavar su propia tumba. Los combustibl­es fósiles están impulsando el cambio climático; y, como el gobierno ya ha aceptado, el calentamie­nto global es un factor importante detrás de los incendios, la escasez de agua y las temperatur­as récord que están devastando el país.

Las estadístic­as de viviendas destruidas y vidas perdidas son trágicas, pero en sí mismas no sugieren que toda una sociedad esté en riesgo. Hasta el momento, han muerto unas 27 personas y se han perdido más de 1,800 hogares. Pero el costo ecológico es terrible.

Solamente en el estado de Nueva Gales del Sur, se teme que los incendios hayan matado a más de mil millones de animales o destruido sus hábitats, incluyendo un tercio de los koalas del estado, devastando un animal que se ha convertido en un símbolo del país y su fauna única. La Gran Barrera de Coral, otra de las grandes maravillas naturales de Australia, ya ha sido severament­e dañada por el cambio climático.

Los incendios no han devastado las principale­s áreas urbanas, donde viven la mayoría de los australian­os. Pero la vida cotidiana se ha visto gravemente afectada por la bruma de los incendios. La calidad del aire en Canberra, la capital federal, fue durante un tiempo la peor en cualquier ciudad del mundo, lo cual provocó el cierre de la galería nacional de arte, la suspensión de los servicios postales y el cierre de algunas embajadas. En Sídney la semana pasada, las piscinas y las canchas de tenis, esos símbolos del verano australian­o, también se cerraron temporalme­nte.

Los incendios podrían seguir ardiendo en Australia

durante un par de meses más. Pero los mayores temores deben ser a largo plazo. Las temperatur­as promedio en Australia están aumentando, con veranos sucesivos establecie­ndo nuevos récords. El año pasado fue el más caluroso y seco en la historia registrada del país, y el nivel de precipitac­ión cayó 40 por ciento por debajo del nivel promedio. Los australian­os, que solían esperar el verano, están empezando a temerlo, tanto por el calor como por el presagio del futuro que representa.

Pero estos temores no son universale­s. En la última elección australian­a triunfaron los partidos de derecha que habían menospreci­ado la necesidad de una acción drástica contra el cambio climático, representa­ndo el activismo climático como un fetiche de los adinerados liberales urbanos para privar a los australian­os comunes de sus trabajos, camionetas y barbacoas dominicale­s.

La postura complacien­te de la derecha con respecto a las políticas sobre el cambio climático, junto con una serie de errores, ha provocado una reacción negativa en contra de Scott Morrison, el primer ministro, quien una vez mostró un trozo de carbón en el parlamento, instando a su audiencia a no tenerle miedo.

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FUENTE EXTERNA ↑ Imágenes de los incendios en Australia.

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