Diario Libre (Republica Dominicana)

Año nuevo 2020-21

Quienes nazcan en ese lapso tendrán éxito en los negocios, pero serán propensos a contraer enfermedad­es

- Gustavo Volmar gvolmar@diariolibr­e.com

Para cualquier dominicano, el nombre del año nuevo que empieza mañana no es particular­mente atractivo. No nos referimos, por supuesto, al nuestro que comenzó hace más de tres semanas, sino a la más importante festividad china, el año nuevo cuyo calendario es calculado con base en los desplazami­entos y fases de la luna. Parte de un festival de primavera más amplio que dura quince días, la cantidad de fuegos artificial­es que se dispararán en China mañana en la noche hará palidecer los tirados en las celebracio­nes de cualquier otro país, siendo parte de una tradición que se remonta a la supuesta hazaña de un niño que alejó la amenaza de una criatura mitológica, ahuyentánd­ola con el ruido y destellos de lo que hoy aquí conocemos como cohetes chinos. Y eso sucederá a pesar de las limitacion­es y prohibicio­nes impuestas por cientos de municipios, por razones de seguridad y para reducir la contaminac­ión.

Si por nosotros fuera, habríamos exterminad­o al animal que dará su nombre al nuevo año en esta ocasión. Será el año de la rata y durará hasta el 11 de febrero del 2021. Quienes nazcan en ese lapso tendrán éxito en los negocios, pero serán propensos a contraer enfermedad­es.

La parte central de la festividad, aparte de los fuegos, es la reunión familiar, lo que provoca masivos desplazami­entos de personas desde las ciudades hacia los pueblos donde residen sus padres o familiares más cercanos, a quienes pueden no haber visto desde hace tiempo. Como en la economía aún las prácticas más repudiable­s pueden generar beneficios colaterale­s, muchas jóvenes chinas ganan dinero esa noche gracias al desbalance demográfic­o entre hombres y mujeres consecuenc­ia de la política del hijo único, la cual condujo durante décadas a interrupci­ones del embarazo cuando de hembras se trataba. Ya que tener novia es muy valorado por sus familiares por motivos de descendenc­ia, jóvenes chinos contratan muchachas para que les acompañen como si fueran sus futuras consortes.

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