Diario Libre (Republica Dominicana)
China lidera auge de riqueza panasiática mientras que Latinoamérica se queda rezagada
Los países de Latinoamérica descienden en la clasificación después de cuatro décadas de bajo rendimiento
El ascenso de China durante las últimas décadas ha sido bien documentado, pero la simple magnitud de su vertiginosa ascensión en la escalera económica sigue siendo impresionante.
En 1980, China era el segundo país más pobre del planeta, medido por el producto interno bruto (PIB) per cápita en términos de paridad de poder adquisitivo (PPA), sólo por delante de Mozambique.
Su producción anual per cápita era de solamente US$719, medida en dólares de 2011, según datos del Fondo Monetario Internacional (FMI).
Trasladémonos cuatro décadas en el futuro y el PIB per cápita de China, según la misma medida, ha aumentado un 2400 por ciento a US$17,963, lo suficiente como para ubicarlo en el puesto 56 entre los 140 países para los cuales el FMI tenía datos en 1980.
El PIB per cápita de China ha superado al de Sudáfrica, al de Irán, al de Líbano y al de Brasil, y superará al de Argentina y al de Montenegro este año, según las previsiones del FMI.
El ascenso de Beijing en la clasificación mundial es parte de un impulso más amplio que ha presenciado el enriquecimiento, en términos relativos así como absolutos, de una miríada de países asiáticos.
Singapur ha subido en la clasificación, con un aumento del PIB per cápita en PPA de US$20,930 en 1980 a US$90,470 este año. Hong Kong, Taiwán y Corea del Sur también han logrado grandes avances.
Sin embargo, no sólo son estos ‘tigres’ del este asiático, cuyo ascenso ha sido bien documentado, los que han mejorado su lugar en el mundo. Prácticamente todos los países del sur y sureste de Asia también han subido en la clasificación. Vietnam y Tailandia han visto aumentar el ingreso per cápita en más del 500 por ciento desde 1980.
La región que ha retrocedido más pronunciadamente desde 1980 es Latinoamérica, con prácticamente todos los países habiendo caído en la clasificación mundial.
Argentina ha caído 18 lugares al 58, continuando el deslizamiento que lo ha visto descender de ser el décimo país más rico del mundo, per cápita, en 1913.
Otros países latinoamericanos que han perdido terreno entre 1980 y 2020 incluyen a Brasil (del puesto 47 al 67), México (del 46 al 54), Ecuador (del 65 al 82), Paraguay (del 62 al 76), Bolivia (del 78 al 96), Guatemala (del 69 al 91) y El Salvador (del 76 al 95). La situación se ha empeorado tanto en Venezuela que el FMI ha dejado de contar.
Sólo Chile ha ido en contra de la tendencia, subiendo 12 lugares al 49, mientras que Colombia y Uruguay se han mantenido estables. En términos absolutos, el PIB per cápita de Argentina ha aumentado un 16 por ciento en 40 años, un 28 por ciento en el caso de Brasil y un 35 por ciento en el de México, muy por debajo del aumento global promedio del 94 por ciento.
La difícil situación de la región ha empeorado desde 2014, con un crecimiento del PIB promedio de menos del 0.8 por ciento, por debajo del crecimiento de la población del 1 por ciento, “así es que la gente se está empobreciendo”, dijo Alberto Ramos, jefe de economía de Latinoamérica en Goldman Sachs.
“En relación con los dólares, ha habido una disminución de entre 20 y 30 por ciento, por lo que han perdido poder adquisitivo en el extranjero”, agregó el Sr. Ramos.
Las preguntas obvias son: ¿qué ha hecho Asia acertadamente que Latinoamérica ha hecho equivocadamente? y ¿continuará este ‘deriva continental’ o comenzará a revertirse?
Los analistas económicos están ampliamente de acuerdo sobre algunos de los impulsores claves, incluso si tienen algunas teorías favoritas adicionales propias.
En su análisis del crecimiento en los mercados emergentes desde principios de la década de 1990, Louis Kuijs, el jefe de economía de Asia en Oxford Economics, encontró tres factores que explicaban gran parte de la divergencia en las fortunas.
Los países con una mayor participación de la industria manufacturera en su PIB han generado un crecimiento más rápido. Esto es doblemente cierto en el caso de los países que exportan muchos de sus productos manufacturados.
Sin embargo, para que los beneficios de la fabricación se acumulen en su totalidad, “la tecnología debe dominarse a nivel nacional”, dijo el Sr. Kuijs, lo cual se traduce en un gasto significativo en investigación y desarrollo, así como en innovación.