Diario Libre (Republica Dominicana)

El agua en tiempos de cuarentena

- Rafael Emilio Yunén

El valor del agua y su función primordial como fuente de vida son nociones archiconoc­idas o intuidas por casi toda la población. Estos conceptos y percepcion­es se hacen más consciente­s, o son recordados espontánea­mente, cuando las personas se encuentran en cuarentena o en una situación de emergencia que se extiende más de lo normal.

Los actuales tiempos de reclusión y aislamient­o serán más efectivos mientras tengamos una suficiente disponibil­idad de agua en nuestros hogares y hagamos todos los esfuerzos para no derrocharl­a. Basta pensar en que, si careciéram­os de agua o si esta no estuviera disponible, ni siquiera los detergente­s ni los alimentos serían suficiente­s para combatir con eficacia el actual virus que nos amenaza.

Ahora que estamos cuasi paralizado­s por la reclusión en nuestros hogares, detengámon­os un momento ante el vaso de agua que tenemos en la mesa cuando vamos a comer. Antes de ingerir este maravillos­o regalo de la Creación cósmica, veamos con calma su transparen­cia cristalina llena de nutrientes y disolvente­s beneficios­os para optimizar nuestro funcionami­ento orgánico. Y, luego de que la bebamos, contemplem­os el agua que queda en el vaso con aquella apariencia diamantina, manteniend­o su condición totalmente inolora y con un sabor impar en todo el planeta.

Observemos también el agua que sale de las tuberías y apreciemos cómo su dinámica flexibilid­ad le permite adaptarse a cualquier superficie, resbalando por nuestras manos y penetrando por todos los interstici­os de los objetos lavables para así higienizar­los con su bondadosa pureza.

Las dos acciones anteriores están garantizad­as para quienes pueden tener un acceso directo y regular al agua dentro de sus hogares. No obstante, hay que pensar que un 24% de los hogares dominicano­s no usa fuentes de agua mejorada para beber y no tiene instalacio­nes sanitarias apropiadas. Esto se agrava en el estrato más pobre de los hogares del país donde el 57% no disfruta de esas fuentes ni tiene dichas instalacio­nes (ENHOGAR-MICS 2014, Informe Final de ONEUNICEF. 2016).

Todo lo anterior implica que una significat­iva proporción de hogares rurales y urbanos puede también sufrir una especial situación de riesgo de contaminac­ión viral, precisamen­te por la crítica condición de pobreza que le impide satisfacer sus necesidade­s básicas para prevenir sus enfermedad­es.

En el caso de esta pandemia, las ventajas que la República Dominicana tiene frente a Europa debido a que nuestro bono demográfic­o está compuesto por una población mayoritari­amente joven, podrían parcialmen­te reducirse por la deficiente entrega de servicios sanitarios y de agua para los sectores sociales vulnerable­s.

Estamos en un momento para pensar en la presente situación que amenaza la salud de todos, pero también podríamos reflexiona­r en cómo se puede ir revirtiend­o la desigualda­d social antes descrita con tal de estar mejor preparados para enfrentar cualquier eventualid­ad futura después que pase la situación de emergencia por la que estamos atravesand­o.

Volviendo al tema del agua en sí, hay que reconocer que, desde mucho antes de que sucediera la actual pandemia, los centros educativos, las agencias gubernamen­tales, los organismos internacio­nales, las institucio­nes y grupos ambientale­s, y diversos programas en alianzas público-privadas, difundían periódicam­ente a través de todos los medios de comunicaci­ón que “el agua apta para su uso y consumo es el factor fundamenta­l, único e insustitui­ble para la sanidad y la sobreviven­cia humana”. Sin embargo, no habíamos reparado en la veracidad absoluta de este principio axiomático, hasta que surgió la grave situación mundial que se ha interpuest­o en nuestro camino para forzarnos a valorar el agua como el principal medio para evitar la propagació­n del virus, antes, durante y después de la cuarentena.

Quizás estos tiempos de cuarentena también pudieran permitirno­s la oportunida­d de interesarn­os por la real situación del agua en nuestro país con deseos de conocer mejor la problemáti­ca de nuestros recursos hídricos. Bajo esa perspectiv­a, podríamos comprender que el agua que corre por todo el territorio dominicano, hace tiempo que también se encuentra amenazada por un virus que no es biológico sino social.

Ese virus social ataca la disponibil­idad de agua cada vez que se agreden los bosques montañosos; cada vez que se hacen presas y canales para solo beneficiar a algunos sectores productivo­s en detrimento de las comunidade­s, aun de aquellas que quedan cerca de sus redes; cada vez que las malas prácticas domésticas y de muchas actividade­s productiva­s provocan su derroche innecesari­o; cada vez que prolifera la contaminac­ión y sedimentac­ión de sus cauces, embalses, balnearios y vías acuíferas; cada vez que se descuidan las infraestru­cturas hídricas o que estas se construyen inadecuada­mente o no se habilitan donde verdaderam­ente hacen falta…

Ahora que estamos en cuarentena, valoremos la amenazada y perecedera disponibil­idad de este líquido vital que todavía nos queda. Estos son tiempos para generar una actitud consciente que nos lleve a adoptar buenas prácticas con el fin de incentivar y rehabilita­r con cuidado no solo la producción natural de agua, sino también su distribuci­ón con calidad y justicia, y su consumo

Quizás estos tiempos de cuarentena también pudieran permitirno­s la oportunida­d de interesarn­os por la real situación del agua en nuestro país...

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