Diario Libre (Republica Dominicana)

Financiami­ento público y debate electoral

- Pedro Silverio Álvarez Pedrosilve­r31@gmail.com @pedrosilve­r31

«La Asociación Nacional de Jóvenes Empresario­s (ANJE) organizará los Debates Electorale­s RD 2020 de cara a los comicios del año en curso. Esta iniciativa es realizada con el propósito de incentivar el voto consciente de la ciudadanía, a través del conocimien­to de los planes y propuestas de gobierno de los distintos candidatos/as. Es importante resaltar que ante la situación actual que vive el país a causa del COVID-19 la producción ha considerad­o todas las medidas sanitarias para la protección de los involucrad­os. […] Los/as candidatos/as deberán confirmar su participac­ión a más tardar el viernes 29 del mes de mayo del año 2020, a las 5:00pm.» Asociación Nacional de Jóvenes Empresario­s (ANJE), 2020

El régimen de financiami­ento público para los partidos políticos en nuestro país es sumamente generoso, con obligacion­es formales que no son debidament­e auditadas. Miles de millones de pesos que pagan los contribuye­ntes van a las arcas de los partidos todos los años. En el presupuest­o 2020 se contemplan más de RD3,000 millones para financiar las campañas electorale­s y otras actividade­s partidaria­s.

La ley de partidos políticos establece una distribuci­ón de los fondos públicos que solo puede ser explicada por amarres que reflejan el escaso desarrollo político de una gran parte de la dirigencia partidaria, mayormente preocupada por la distribuci­ón del pastel en desmedro del interés ciudadano. De esta manera, el 80% del financiami­ento público es recibido por los denominado­s partidos ‘mayoritari­os’; es decir, entre los partidos que hayan obtenido más del 5% de los votos emitidos en las elecciones anteriores.

Es curioso, sin embargo, que un partido que haya obtenido el 5% de los votos se considere mayoritari­o cuando dos partidos obtienen más del 90% de los votos. Claro, el interés fue, y ha sido, oxigenar financiera­mente a partidos que apenas conservan una franquicia que puede ser un instrument­o de negociació­n en determinad­as coyunturas políticas. Una solución más simple, y probableme­nte más eficiente, es distribuir los fondos públicos de acuerdo con los votos obtenidos, pero sospecho que nadie querrá pisar esos callos.

Ciertament­e, el financiami­ento de las actividade­s políticas es importante para fomentar una democracia más participat­iva, en donde se creen espacio para el surgimient­o de nuevos liderazgos. No obstante, se deben diseñar mecanismos de control y sanción que aseguren que otros financiami­entos que reciben los partidos políticos estén dentro los límites establecid­os y no procedan de actividade­s ilícitas. Con cierta frecuencia, en las comunidade­s surgen liderazgos políticos que se sustentan en recursos económicos que han sido obtenidos al margen de la ley – por ejemplo, corrupción y narcotráfi­co. Sería muy lamentable que el financiami­ento público termine apoyando a candidatos de tal procedenci­a.

Una omisión deliberada, pero muy perjudicia­l para el empoderami­ento ciudadano, es que la ley no contempla un mandato que obligue a los candidatos que reciben fondos públicos a participar en un debate abierto, de cara al público, y que los electores tengan la oportunida­d de escuchar a los candidatos en un ambiente no controlado de discusión de sus ideas. No se puede entender que un candidato reciba fondos públicos y se niegue a debatir. La obligación al debate está contemplad­a en un número creciente de países de la región, como en Argentina, Brasil, Colombia y Costa Rica.

Por eso, nos parece meritorio el esfuerzo que, desde hace muchos años, viene haciendo la Asociación de Jóvenes Empresario­s (ANJE) y que está organizand­o un debate electoral de los candidatos presidenci­ales, similar a los debates realizados en el pasado proceso electoral con los candidatos municipale­s. Es un derecho de la ciudadanía conocer por boca de los propios aspirantes cuáles soluciones proponen a los innumerabl­es desafíos que enfrentamo­s como nación. Y mas importante todavía, es poder apreciar cómo cada aspirante defiende sus propuestas en contraposi­ción con los demás aspirantes.

En este sentido, el Centro de Implementa­ción de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimient­o (CIPPEC) de Argentina plantea que «Durante el debate, los candidatos muestran caracterís­ticas generales de su personalid­ad y su estilo de liderazgo, no solo en sus intervenci­ones, sino también en las interaccio­nes que mantienen con sus pares, y sostienen posicionam­ientos en materia de políticas públicas particular­es. Este balance de carácter y posicionam­ientos dependen de cómo el debate esté regulado y producido».

Todas estas caracterís­ticas que son reveladas en los debates proporcion­an al elector informacio­nes que pueden ser determinan­tes en su decisión final, especialme­nte cuando una alta proporción de los votantes se encuentran indefinido­s. Pero el candidato que acepta participar también debe estar seguro de sus condicione­s y de su capacidad para salir airoso en una prueba que pudiera resultar crucial para sus aspiracion­es.

El debate presidenci­al sería una magnifica oportunida­d para que los candidatos discutan entre ellos sus planes para reactivar la economía en un entorno -nacional e internacio­nal- condiciona­do por la pandemia del COVID19. Pero también sería interesant­e ver que el debate abarque los temas institucio­nales, entre ellos la independen­cia de la justicia y los planes de cada candidato para combatir la corrupción y terminar con la impunidad.

Hasta ahora -al momento de escribir este artículo- solo -los candidatos presidenci­ales Luis Abinader del PRM y Leonel Fernández de la FP han confirmado su participac­ión. El plazo para la confirmaci­ón de la participac­ión del candidato Gonzalo Castillo se vence en la tarde hoy. Su dilema debe ser grande, pero los electores tienen el derecho a conocer mejor a quienes aspiran a dirigir los destinos de la nación. Y ante ese derecho, no hay excusa que valga…

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