Diario Libre (Republica Dominicana)

Frank Moya Pons habla a Diario Libre.

- Emilia Pereyra

Fue presidente de la Academia Dominicana de la Historia y secretario de Estado de Medio Ambiente y es el autor de numerosos libros sobre el pasado dominicano

SANTO DOMINGO. Se le considera el historiado­r más relevante del país, pero quienes conocen a Frank Moya Pons saben o intuyen que no se siente cómodo con la bien ganada notoriedad que trata de eludir, pese a que cada día deben zumbarle los oídos debido a que sus obras son consultada­s en biblioteca­s, archivos y recintos dedicados a la investigac­ión social.

Aunque es un historiado­r inevitable, con una cuantiosa bibliograf­ía de la que muchos investigad­ores querrían una porción, sigue trabajando y escribe una obra de larguísimo aliento, que tendrá cinco tomos, basados en fuentes primarias.

Si bien muchos lo sitúan en la cima, Moya Pons se siente “un obrero intelectua­l”. Cierto. Es un trabajador tenaz, pero no cualquiera porque, además de todo lo que se sabe, la Pontificia Universida­d Católica Madre y Maestra lo ha reconocido designando con su nombre una cátedra de estudios caribeños.

No es dado a dar entrevista­s ni a presentars­e en la televisión y menos a figurar por voluntad propia en las omnipresen­tes redes sociales. Pero quién sabe por qué sortilegio el autor accedió a responder preguntas de Diario Libre, lo que tal vez cause algún asombro, pues se revelan aspectos de su personalid­ad y se tocan temas que él no suele tratar en público. —¿Alguna lección de la historia relacionad­a con esta pandemia?

Las epidemias son recurrente­s. Tal vez ahora los académicos se den cuenta de que forman parte de las causalidad­es más impactante­s de la historia, muchas veces más decisivas que los demás factores. —Se dice en los cenáculos intelectua­les que es usted el historiado­r más leído y el más influyente del país y que además se le respeta mucho en el exterior. ¿Cómo maneja esa fama y cómo se la ganó?

No sé cómo responder a esa pregunta. Solo puedo decir que siempre me he visto, y me siento, como un obrero intelectua­l que trabaja y trabaja todo el tiempo, casi siempre sin descanso. —Cuando observa la política criolla y la vida del país, ¿lo hace a través de los ojos del historiado­r o del ciudadano?

En mi caso el historiado­r y el ciudadano son la misma persona. Por ello veo la sociedad con los mismos ojos. En ocasiones he suspendido mi labor de historiado­r para asumir graves responsabi­lidades, algunas públicas, otras privadas, y ayudar a construir una democracia moderna y próspera en el país. Algún día tal vez escriba sobre esos momentos. Han sido coyunturas singulares en que estuvo en juego el destino del país.

—En la época de la Guerra Fría, cuando hubo mucha confrontac­ión ideológica, ¿qué significó para usted hacer su doctorado en los Estados Unidos y no en la ya disuelta Unión Soviética? Nunca pensé en ello. Era natural que fuese a los Estados Unidos. Mi padre estudió allá, y en mi casa se escuchaban diariament­e las estaciones de radio estadounid­enses y se hablaba inglés ocasionalm­ente. Estuve a punto de ir a Francia a estudiar filosofía cuando terminé la licenciatu­ra. Gané una beca para ello y el mismo día en que viajaba a Santo Domingo a recibir la beca, yendo por Bonao, me enteré por la radio de que el gobierno de Bosch había sido derrocado. Ahí terminó la cosa. Varios años después, me gané una beca Fulbright y me fui a Estados Unidos a estudiar historia de Europa y de América Latina. Nunca se me ocurrió ir a estudiar a la Unión Soviética ni a ningún otro país bajo su órbita. No iba con mi forma de pensar liberal o libertaria. Siempre creí mucho en el lema: “Vivir y dejar vivir”. —¿Cómo reaccionab­a cuando le atribuían ser un historiado­r de la derecha?

Siempre me ha divertido mucho esa acusación provenient­e de ciertos pontífices e ideólogos marxistas que utilizaron la historia dominicana para promover programas políticos. Algunos, los más vagos o incompeten­tes, eran los más vociferant­es. Nunca les respondí. Me limité siempre a trabajar mucho más que ellos para volar más alto.

—¿Se ha sentido tentado a cultivar la ficción?

Sí, he sido contagiado varias veces por el virus de la ficción que me ha implantado la tentación de escribir una o dos novelas que me permitan ir más allá de lo que dicen los documentos. No lo he hecho, sin embargo. No sé inventar bien. Aun así, me gustaría algún día ir más allá de la historia.

“El mundo rural me despertó la curiosidad por la geología, la geografía, la flora, la fauna y la economía agrícola... Anduve conociendo gran parte del país, hice buceo en muchos sitios y, luego, me hice piloto hasta volar exhaustiva­mente todo el territorio de la isla”. Frank Moya Pons

Historiado­r

 ?? RICARDO HERNÁNDEZ ?? ↑ Frank Moya Pons es especialis­ta en historia colonial y del Caribe y es autor de La dominación haitiana y de otras obras.
RICARDO HERNÁNDEZ ↑ Frank Moya Pons es especialis­ta en historia colonial y del Caribe y es autor de La dominación haitiana y de otras obras.

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