Diario Libre (Republica Dominicana)
El imperio de las redes
Los políticos han encontrado en las redes sociales un amigo complicado. Les mantienen en contacto con sus votantes y dan testimonio de su trabajo.
¿Pura transparencia?
Sí... pero no. Las redes nos los muestran haciendo lo que ellos quieren que sepamos. Pero lo que no se postea es mil veces más interesante que lo que se muestra. Con quién se reúnen, dónde y para qué cuando las tienen apagadas es mucho más importante para los ciudadanos que verlos en su mejor foto cuando y donde les conviene ser vistos. Las redes sociales de algunos políticos jóvenes se han constituido en redes de trabajo. A través de ellas han trenzado equipos reales con ganas de trabajar para ellos. Ese ha sido su éxito y les ha llevado al Congreso.
Las redes sociales han dado voz al ciudadano que quiere (y debe) ser escuchado. También al que se esconde en un seudónimo y al que intoxica con medias verdades o rotundas mentiras. Al que chantajea, al que insulta y al que odia. Al que opina con sentido e informa con inteligencia. Al que avisa, al que difunde. Sí, son una fuente inagotable de humor, rencor, información y mentira.
Las redes sociales, se suponía, darían poder a los ciudadanos porque dan voz a todos por igual, la libertad de usarla y la vía de ser escuchados. Ciudadanos más libres, más iguales y más conectados.
Sí... pero no del todo.
Las redes sociales son indispensables pero no son lo indispensable. Y para los políticos, que no se nos olvide, son una herramienta más de su estrategia de marca personal. Tan importante es lo que se dice... como lo que se calla. ●