¿Espacio urbano o territorio apache?

La ciudad (toda ciudad) es un conflicto no resuelto. Siempre en proceso. Las necesidades nuevas y viejas de sus munícipes, su crecimiento, las nuevas obras de infraestructura, de salud, de vivienda... tensan las relaciones entre los vecinos entre sí y entre estos y las autoridades. La falta de planeamiento o el incumplimiento de los planes de ordenamiento no tienen un buen final.

Las protestas de los vendedores del mercado dominical que se instala en la avenida Luperón es un ejemplo más de cómo terminan las cosas cuando no se resuelven a tiempo.

Es un problema de ordenamiento urbano que entronca con un problema social y antropológico. Son vendedores formales (la informalidad es otra cosa) cuyo “local” está en suelo público. A otra escala, los llamados buhoneros del Conde (con dos asociaciones enfrentadas) que arrabalizan esta calle peatonal, los que tomaron la avenida Duarte, los perfectamente asentados que en la Duarte con París, el kilómetro 9 de la autopista...

Los mercados o los mercadillos dominicales no tienen por qué ser un problema y en muchas ciudades son un atractivo turístico. La diferencia está en el dónde y en el cómo. La pobreza no necesariamente arrabaliza, pero la arrabalización sí genera pobreza.

A menudo esa informalidad es la excusa de un buen negocio que esquiva así la regulación que sí respetan sus competidores. Que se hagan los mercados de manera ordenada y regulada en número, tamaño y modo por las autoridades municipales. Es uno de los grandes retos de Santo Domingo y del resto de ciudades del país.

Somos como vivimos.