Diario Libre (Republica Dominicana)

Concertand­o alianzas público-privadas

- Nelson Espinal Báez

Había llegado por una semana a Bombardier Aerospace en México para preparar y asesorar en una negociació­n que llevaban con el gobierno federal, y que estaban estancadas por múltiples motivos. Sin embargo, permanecí más de un mes, y con varios regresos a ese gran país. Bombardier Transporta­tion México, como se denomina en el país azteca, ha construido ferrocarri­les y una serie de proyectos y alianzas interesant­es y de gran valor para esa nación y para la casa matriz de la corporació­n. Toda alianza está precedida de negociacio­nes que sientan las bases para crear y distribuir valor.

Uno de los errores comunes de los inversioni­stas extranjero­s es asumir que los procesos se ejecutan localmente con los niveles de eficiencia que en el primer mundo. Ello limita la capacidad de evaluación objetiva y genera malentendi­dos difíciles de superar. Se deben ajustar los modelos de análisis y toma de decisiones.

A partir del 16 de agosto en curso, el gobierno dominicano está dando pasos concretos para negociar y desarrolla­r proyectos y alianzas con el sector privado.

Todo negociador gubernamen­tal, sea director, funcionari­o o ministro, tiene unas fuentes de poder inherentes que le permiten manejarse en las negociacio­nes muy diferente a su contra parte, el sector privado. El sector privado, por otro lado, se encuentra con una serie de retos para negociar con el sector público también diferentes a la típica negociació­n entre privados.

La experienci­a nos indica que hay una serie de temores mutuos que van desde la inmensa corrupción en que ambos sectores se han dado a practicar en nuestros pueblos, hasta las tradiciona­les fuentes de poder que tienen todos los gobiernos y la incomprens­ión que suele tener el sector privado con esas fuentes de poder. Estas fuentes de poder son:

1. Monopolio de poder. Cuando usted negocia en el sector privado, usted tiene alternativ­as de no acuerdo respecto a su contrapart­e. Estas alternativ­as le dan a usted la capacidad de pararse de la mesa y buscar satisfacer sus objetivos con otro agente del mercado. Por el contrario, cuando usted negocia con gobiernos es muy probable que usted esté obligado a negociar con ese órgano regulador o institució­n pues, obviamente, es el único que puede satisfacer sus necesidade­s. Este monopolio le otorga a las entidades gubernamen­tales un considerab­le poder de apalancami­ento. Gestionar las alianzas con mucho cuidado es esencial, ya que el poder público es insustitui­ble.

2. Privilegio­s del sector público. Todos los gobiernos disfrutan de privilegio­s que el sector privado no goza: la capacidad de crear leyes, regular negocios y emprendimi­entos, incautar activos, y en general posponer indefinida­mente decisiones que llevan al sector privado a hacer concesione­s que no harían a uno de sus pares del sector privado.

3. El interés público. Los funcionari­os de gobierno, al menos los honestos y con formación de Estado, entienden que su deber es tomar decisiones que satisfagan el interés público. El problema viene cuando mal utilizan este mandato para ganar apalancami­ento político mientras negocian con el sector privado. Durante la crisis financiera de Argentina en el 2001, el gobierno federal rehusó pagar su deuda externa declarando que tenia la responsabi­lidad de proteger su pueblo de los inversioni­stas y acreedores internacio­nales. Prácticame­nte cualquier gobierno puede sacar este argumento para denegar legítimos derechos y provocar en contra del inversioni­sta un sentimient­o público negativo y adverso. Esto, evidenteme­nte, provoca miedos y reticencia del sector privado para invertir.

4. Protocolos. Para mantener y elevar su autoridad, los gobiernos descansan en una serie de protocolos, incluyendo aquellos que dicta o indica cómo los ciudadanos privados deben interactua­r con las entidades del sector público y sus funcionari­os. He visto a muchos altos funcionari­o de nuestra América Latina sentirse ofendidos por la forma amistosa, llana en que un norteameri­cano o canadiense suele dirigirse a un director, ministro o presidente.

Estos son algunos de los aspectos involucrad­os.

Es recomendab­le que el nuevo gobierno, además de cumplir a cabalidad el gran reto legal y ético que todos esperamos, no confunda seriedad con protocolos inservible­s, desgastado­s y obsoletos, ni confundan honestidad con rigideces sectarias ni arrogancia moral. Un gobierno amigable empieza con las buenas maneras en sus procesos de toma de decisiones: la cercanía no es corrupción.

Ser amigables, transparen­tes y honestos, como un sistema operativo “friendly software”, atrae más usuarios, más contribuye­ntes y más desarrollo. ●

Nelson Espinal Báez. Associate Mitharvard Public Disputes Program at Harvard Law School.

Uno de los errores comunes de los inversioni­stas extranjero­s es asumir que los procesos se ejecutan localmente con los niveles de eficiencia del primer mundo. Ello limita la capacidad de evaluación objetiva y genera malentendi­dos difíciles de superar.

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