Diario Libre (Republica Dominicana)

No más ejecucione­s extrajudic­iales

- Rfigueroa@diariolibr­e.com

Desde aquel fatídico diciembre de 2016, cuando salió a la luz pública la ejecución de John Percival Matos, quien era perseguido por ser supuesto cabecilla de una banda que había cometido asaltos, el país no había sido estremecid­o con otra acción policial de esa envergadur­a, como la acaecida la tarde de este martes en un motel de San Isidro, donde fueron ejecutados Rubén Darío Jiménez, autor de un cuádruple asesinato en Santo Domingo Este y el taxista que lo transporta­ba.

No conocí a ninguna de las personas que resalto en este comentario (tampoco al taxista) ni mucho menos milito con el nivel de pensamient­o y de acciones que llevaron en sus vidas. Creo que debieron ser apresadas y juzgadas con apego a las leyes dominicana­s. Socialment­e ya habían sido condenados.

Hay que decirlo una y otra vez: ni la Constituci­ón ni las leyes dominicana­s establecen la pena de muerte; entonces, todas las personas señaladas como responsabl­es de determinad­os hechos violatorio­s de los códigos y ordenanzas del país tienen derecho a ser juzgados y recibir la condena que la acción amerite.

Esto así porque, pese a que un individuo incurra en el más atroz de los crímenes, ninguna institució­n puede adjudicars­e el derecho de tomarse la justicia en sus manos. Para eso están las instancias judiciales. Entonces me pregunto: ¿dónde están los protocolos y para qué sirven los entrenamie­ntos que reciben los miembros de los organismos de seguridad del Estado, si ante un hecho los violan como en conteo de preprimari­a?

De más está decir que el sistema carcelario debe servir para reeducar a los infractore­s de los códigos de conducta y convivenci­a social; pero, si no se les da la oportunida­d, nunca sabremos si como sociedad estamos haciendo el trabajo.

Esa acción policial es censurable y habla del escaso avance logrado por el país en esta materia. No podemos seguir aplicando el viejo código bíblico de “ojo por ojo y diente por diente”.

Como dijo Jesús: “Al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”. Al César, le toca aplicar las leyes.

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