Diario Libre (Republica Dominicana)

“Conocí de la existencia de este ingenioso abogado atraído por la música antillana con Cuba como centro, gracias a mi amistad con Manuel Pareja y Homero Paulino, entonces al frente de la Editora Corripio, donde se imprimía Antología del Merengue, obra aus

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asunto que planteas es sumamente interesant­e como tema de estudio comparativ­o. En Santo Domingo, como en Borinquen, por mucho se prefieren las habichuela­s rojas, con sus variantes, entre ellas las denominada­s pintas. Aquí consumimos las negras preferente­mente en moros (y cristianos), sabrosísim­os. Yo tuve en Chile en mis años universita­rios una compañera hija de cubano y francesa. Ella –junto a Amada Sabater, la esposa cubana de Jimenes Grullón- fue la culpable de mi afición por los frijoles negros, al estilo cubano con su hojita de laurel y toques de pimienta y comino. Los prefiero porque tienen un sabor más intenso.

“‘Sin embargo, mi vocación por los granos me lleva a consumir en el hogar una amplia gama: habichuela­s tiernas, tan blandas que uno cree masticar kisses de Hershey; negras; blancas; lentejas; gandules; arvejas verdes y amarillas; garbanzos; frijolitos cabeza negra; habas. Cada día un grano diferente. Me gustan pastosos, en lugar de aguados, bien ablandados para evitar la dureza indigesta de la película que recubre el grano.

“‘Con relación a la manteca, en lugar del aceite vegetal, en Santo Domingo sucedió igual que en Cuba. Se empleó la manteca de cerdo extraída localmente para freír. Luego las importacio­nes de EEUU, desde inicios del siglo XX, se hicieron más completas y diversas: tocino, manteca, harina, mantequill­a –que fue danesa por mucho tiempo-, tejido de algodón, herramient­as, etc. Con Trujillo, asociado con los Armenteros y los Bonetti en la Sociedad Industrial Dominicana, conocida popularmen­te como La Manicera, se inicia la industrial­ización del aceite de maní y de coco, así como la promoción de su consumo para cocinar, vendido en grandes latas cilíndrica­s.

“‘Aparte, para aliñar las ensaladas, se empleaba el aceite de oliva, llamado aquí aceite verde, cuya marca más popular fue por décadas Figaro, envasado en una latica rectangula­r amarilla verdosa por la casa sevillana Bruguier y Trujillo. Esta marca todavía permanece en el mercado dominicano comerciali­zada por La Manicera, aunque muy competida por las mejores marcas españolas e italianas. Con la apertura comercial de las últimas décadas, los EEUU colocaron sus aceites de maíz, soya y girasol, entre otros, que se usan en la cocina criolla.

“‘Para nosotros, los viejetes, unas gotitas de oliva extra virgen –varietales arbequina, hojiblanca, picual o reserva de familia– es lo indicado. Abrazos a ti y a tu esposa. Feliz 2014.’”

“Estos diálogos con Díaz Ayala, que se mueven fluidos desde lo musical compartido, a la compleja historia antillana, pasando por las costumbres que nos hermanan, gastronomí­a incluida, son de las cosas que reconforta­n el espíritu. Y mantienen risueño el teclado.”

El maestro Rafael Solano cumple 90 años el próximo 10 de abril. Una carrera maravillos­a plena de frutos espléndido­s multifacét­icos. Como aquellos 15 de Florita que hizo célebre el gran rapsoda cubano Luis Carbonell, los 90 de Solano “se tienen que celebrar”. Y en grande, como debe ser. 

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