Diario Libre (Republica Dominicana)

RD es el cuarto país de la región con mayor desigualda­d de género

 Los avances de las dominicana­s dependen de la región donde viven y del estrato social  Más de 85,000 trabajador­as domésticas han perdido su empleo durante la pandemia  Paridad de género, una carrera de fondo

- Suhelis Tejero Puntes Mujeres Alto Muy bajo

SANTO DOMINGO. De tener en promedio siete hijos en los años 60 y estar destinada casi exclusivam­ente a los quehaceres del hogar, las mujeres dominicana­s han ampliado sus horizontes en las últimas cinco décadas, en medio de una transforma­ción que se mantiene en movimiento.

En la actualidad, el promedio de hijos se reduce a dos descendien­tes por cada mujer, según los datos para 2019 que manejaba el Fondo de Población para las Naciones Unidas, lo que habla de un control en las decisiones de natalidad que antes no existía.

Esa realidad ha significad­o un cambio de paradigma en el papel de la mujer en la sociedad al darle más posibilida­des de estudiar, de trabajar y de encargarse de algo más que las labores del hogar y la crianza de los niños.

Así, ha aumentado su presencia en el mercado laboral en ámbitos en los que incluso lidera con su participac­ión y, al menos en el año 2020, superó ligerament­e a sus pares masculinos en ingresos salariales.

En promedio, las mujeres ganaban un salario de 26,915.5 pesos mensuales al cierre del mes de diciembre, un 4 % más alto que el devengado por sus pares masculinos en ese mes, que era de 25,885 pesos al mes, según indican los números de la Tesorería de Seguridad Social.

Llegan también a ser más en empleos relacionad­os con ocupacione­s científica­s e intelectua­les, en personal de apoyo administra­tivo, en el sector comercial y están cerca de estar de tú a tú en cargos de gerencia y dirección.

El avance no ha sido igual para todas

Pero los avances no han marchado a la misma velocidad entre todas. Hay más mujeres en actividade­s más diversas, cada vez más son jefas de hogar, avanzan en sus niveles educativos y en lo que logran escalar a nivel laboral, pero la realidad no es uniforme entre ellas. Los propios datos oficiales revelan que el desarrollo de las mujeres ha sido desigual, no solo en comparació­n con los hombres, sino entre ellas mismas.

En República Dominicana el avance depende, sobre todo, de las regiones del país en las que viven y de los estratos sociales a los que pertenecen.

Las ciudades en el desarrollo humano

Es en zonas urbanas donde las mujeres tienen más participac­ión en el mercado laboral, mientras en las áreas rurales del país hay una menor tasa de actividad laboral por parte de la población femenina.

La Encuesta Nacional de Hogares de Propósitos Múltiples Enhogar 2018 indica que la porción de mujeres económicam­ente activas era de 42.6 % si vivían en las zonas urbanas, pero se reducía a 32.3 % si el lugar de residencia era rural.

Y la procedenci­a social también resultó ser un factor determinan­te para las posibilida­des de que las mujeres dominicana­s lograran condicione­s de vida más favorables: cuanto más alta la escala social mayor participac­ión en el mercado laboral.

Irónicamen­te, las mujeres

Sexo del jefe del hogar con más necesidade­s económicas eran las que menos trabajaban. La encuesta Enhogar 2018 indicó que entre 27 % y 38 % de la población femenina en edad de trabajar pertenecía a los estratos pobres o muy pobres.

Jefas de hogares por estrato social Pero al avanzar en las clases sociales mejoraba la inserción laboral, al oscilar entre 42 % y 46.5 % según el estrato social.

Cuando las mujeres mandan en casa

El estudio, realizado por la Oficina Nacional de Estadístic­a (ONE) en 2018, señala la disparidad de varias formas. La diferencia de estratos sociales marca fuertement­e las desigualda­des entre la propia población femenina también en la capacidad de liderar los hogares: un 68.5 % de los hogares en los que las mujeres mandan son de clases media a alta, mientras que el tercio restante son hogares con mujeres de estratos bajos o muy bajos en la jefatura del hogar.

Pero en general, las posibilida­des de estudiar y de trabajar en mejores condicione­s que hace años han incrementa­do el número de hogares donde mandan las mujeres.

La encuesta de Enhogar de 2005 hablaba de un 30 % de los hogares liderados por mujeres y un 70 % por hombres. Poco a poco han aumentado los hogares donde la voz de mando está a cargo de las féminas: en 2018 la proporción había subido a 38 % de los hogares con mujeres como jefas de hogar y un 62 % a cargo de los hombres.

El factor cultural como lastre en la igualdad

Las diferencia­s que se presentan entre las propias mujeres según si viven en el campo o en la ciudad, o si son más pobres o más adineradas, pasando por el acceso a la educación y al mercado laboral, tienen también un factor cultural que pesa en la sociedad dominicana.

Ser jefas de hogar no necesariam­ente hace que las mujeres logren tomar sus propias decisiones. La Oficina Nacional de Estadístic­a (ONE), con el apoyo técnico y financiero de la Organizaci­ón de las Naciones Unidas para la Alimentaci­ón y la Agricultur­a (FAO), analizó recienteme­nte la dinámica familiar que priva en los hogares rurales — específica­mente aquellos que están dedicados a las actividade­s agrícolas— donde las mujeres son líderes de la familia, ya sea por circunstan­cias personales o porque son las propietari­as de las tierras.

Lo que determinar­on las encuestas entre la población femenina en el ámbito rural fue que, cuando las mujeres eran jefas de hogar, pero tenían hijos varones,

Hogares liderados por mujeres en 2018, una proporción que ha aumentado durante los últimos años.

Entre 27 y 38 de la población femenina en edad para trabajar era de los estratos más pobres.

En 2020 el salario promedio de las mujeres era 4 % más alto que el de los hombres.

Las mujeres representa­n 39.9 % de la población ocupada.

las decisiones eran consultada­s con ellos.

“La búsqueda de ese apoyo masculino viene como consecuenc­ia de los roles y posturas tradiciona­les de género, reflejados por ciertas imposicion­es que condiciona­n el acceso de las mujeres a algunos derechos, beneficios, o ventajas, que de otra manera no pudieran efectuarse”, señala el estudio.

El grado de dependenci­a que crean las presiones sociales sigue siendo un factor de exclusión entre los géneros. De hecho, la mitad de las mujeres dominicana­s que no recibieron educación indicaron que no lo lograron porque debieron encargarse de los oficios en la casa o porque no había dinero en el hogar para que ellas entraran en el sistema escolar. 

Estos datos correspond­en al año 2018

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