Diario Libre (Republica Dominicana)
Desigualdad regional
El optimismo acerca de que las naciones pobres podrían recorrer en mucho menos tiempo el camino seguido por las ricas, se ha ido desvaneciendo
Gustavo Volmar
Las diferencias entre países en cuanto a sus niveles de desarrollo han demostrado ser difíciles de superar. El optimismo que una vez existió acerca de que las naciones pobres podrían recorrer en mucho menos tiempo el camino seguido por las ricas, se ha ido desvaneciendo ante la evidencia en contrario. Y los avances tecnológicos no parecen estar solucionando el problema.
Pero si eso es cierto en lo que a naciones concierne, lo es aún más respecto de regiones dentro de un mismo país. La distancia entre zonas prósperas y deprimidas ha venido en aumento, pues la riqueza se concentra en los polos de desarrollo y las principales áreas urbanas, mientras las demarcaciones más pobres languidecen rezagadas. La población mejor calificada las abandona en busca de oportunidades, y las fuentes de producción ofrecen ingresos medios inferiores y con frecuencia estancados a quienes permanecen en ellas.
Investigaciones llevadas a cabo ponen de relieve el rol jugado por la vinculación entre infraestructura, recursos humanos y concentración de demanda. Los sectores de vanguardia, como son las telecomunicaciones, el procesamiento de datos y los bienes de alta tecnología, tienden a preferir ubicaciones donde encuentran personal calificado, redes de transporte, sistemas informáticos y acceso a mercados para sus productos. Eso significa que los pretendidos y pronosticados efectos igualadores de la globalización, se verifican con menor intensidad entre regiones que entre países.
Aun en naciones desarrolladas está ocurriendo este proceso. En lugares como Italia y España, las regiones situadas más al sur han perdido terreno en comparación con las más prósperas del norte. Y en los EE.UU., a pesar de los programas de inversión y los incentivos estatales, el rezago del sur se ha acentuado a partir de la crisis del 2008. La pandemia no ayudó tampoco a reducir la disparidad, dado su impacto sobre los empleos menos remunerados y sobre las manufacturas simples.