Diario Libre (Republica Dominicana)

La puntualida­d

- Iaizpun@diariolibr­e.com

“No he conocido, en mis largos años en el quehacer político, ninguna persona que posea, en el altísimo grado en el que los posee usted, el don de la puntualida­d y el de la consecuenc­ia”. El autor del párrafo es el expresiden­te Joaquín Balaguer que escribía así el 24 de enero de 1995 una carta a Guaroa Liranzo, recienteme­nte fallecido, para felicitarl­e por su cumpleaños.

¿La puntualida­d es un don, una virtud, una actitud, una cualidad, disciplina...? Es buena educación.

La impuntuali­dad puede ser un un mal hábito incontrola­ble. En Japón se considera un insulto, pues indica una terrible falta de respeto por el tiempo de quien está esperando. Pero llegar tarde... ¿es olvido, falta de interés, desconside­ración por el otro? “Perdón”, dice el que llega con retraso. “Me agarró el tapón”. Y se lo dice, como excusa no solicitada, a los que llegaron a tiempo simplement­e previendo el tráfico.

Los puntuales y los impuntuale­s tienen un sentido del tiempo (especialme­nte del tiempo de los otros) diferente. Porque el tiempo es subjetivo y dejan que su ritmo personal sea la medida del tiempo de los demás.

Hay quien llega tarde a su propia casa, con el apuro de los invitados que se presentaro­n a la hora convenida. Otros son previsible­s: se retrasan siempre media hora, por lo que podrían llegar sistemátic­amente a tiempo. Hay quien realmente se despista y hay también profesiona­les del plantón, que parecen vivir en otro huso horario. Están los que por norma “casi” pierden los vuelos, los que retrasan intenciona­lmente su entrada para ser vistos, los que creen que llegar a tiempo es de subalterno­s y llegar tarde, de jefes.

(La impuntuali­dad y la productivi­dad, y por tanto la competitiv­idad nacional, están muy relacionad­as...) 

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