Diario Libre (Republica Dominicana)
Cesiones soberanas
El problema fundamental que aqueja a esa clase de convenios es la renuencia de sus integrantes a otorgarles poderes efectivos
Sus nobles objetivos incluyen lograr la integración del continente, estimular la armonía y la prosperidad, y llegar a ser una fuerza dinámica en el ámbito mundial. Fundada en mayo del 2001, la Unión Africana tuvo como uno de sus principales promotores al líder libio Muammar Gaddafi, ejecutado años después por milicianos en su propio territorio, y quien se distinguió entre otras cosas por sus iniciativas de fusiones de países, todas ellas fallidas.
Con 54 países miembros y 1,330 millones de habitantes, la Unión prometía marcar la diferencia entre un pasado pobre e inestable, y un futuro feliz en que los ciudadanos tomarían el control de sus destinos. Veinte años después, la región sigue tan dividida como antes.
El problema fundamental que aqueja a esa clase de convenios es la renuencia de sus integrantes a otorgarles poderes efectivos. En términos de propósitos y fijación de metas, las reuniones suelen culminar con declaraciones ambiciosas y fotografías vistosas, reflejando lo que aparenta ser una entrañable amistad entre los participantes. La disposición para acatar medidas tomadas por el organismo es, sin embargo, muy reducida.
La Unión cuenta con un ente legislativo regional, el Parlamento Africano, el cual inició sus trabajos en el año 2004, pero dado que cada país miembro elige igual número de representantes, los más grandes tienen la misma incidencia que los más pequeños. En esas circunstancias, la resistencia a darle atribuciones es entendible, habiendo sólo once de los 54 países ratificado un protocolo para otorgarle facultades reales.
A pesar de sus evidentes limitaciones, ser seleccionado como parlamentario es una opción atractiva, y numerosos candidatos se disputan esos puestos cada cinco años. En un continente en el que abundan los presidentes vitalicios y los liderazgos responden a configuraciones tribales, el Parlamento permite pronunciar magníficos discursos en los que se exaltan la paz, la justicia y la solidaridad.