Diario Libre (Republica Dominicana)
Impacto imprevisto
Gustavo Volmar
Antes de que el COVID-19 hiciera su aparición súbita en el escenario mundial, otro evento inesperado afectó la prosperidad de muchos países. La gran recesión del 2008 y años subsiguientes, también tomó por sorpresa a gobiernos, empresas y organismos multilaterales. La pandemia obligó a improvisar, aplicando tratamientos sin contar todavía con una sólida base experimental, resultando algunos inefectivos o perjudiciales. Hasta para las vacunas aparecieron luego efectos secundarios nocivos.
En el caso de la gran recesión, correspondió a los bancos centrales de las naciones desarrolladas hacer frente a la crisis económica. Igual que para la pandemia, varios tipos de medidas fueron tomadas, agotando prácticamente el arsenal de instrumentos tradicionalmente utilizados en situaciones de esa índole. La persistencia, intensidad y propagación de los síntomas obligó entonces a recurrir a la improvisación, con la adición de mecanismos de estímulo previamente calificados como impropios de políticas monetarias responsables, destacándose entre ellos las emisiones de dinero puestas a circular vía compras masivas de valores privados, sumadas a las adquisiciones algo menos heterodoxas de títulos gubernamentales.
Igual también que en relación con la pandemia, ocurrieron efectos secundarios imprevistos causados por las medidas aplicadas, por ejemplo la adicción de los mercados financieros a la continuación de los estímulos, con la diferencia de que sus consecuencias tardaron más tiempo en manifestarse y comprobarse. Una de ellas ha sido el impacto de las compras de valores sobre la asignación de los recursos económicos, pues los precios de los valores incluidos han sido artificialmente elevados, alterando la rentabilidad de las inversiones en favor de algunas actividades y en detrimento de otras, tal como fue constatado en los EE.UU. por Robert Kurtzman, economista de la Junta de Gobernadores de la Reserva Federal en un estudio publicado en octubre del 2020.