Diario Libre (Republica Dominicana)
La nueva policía
Vengo de un entorno de policías, desde mi padre y tíos, hasta primos y amigos cercanos, quienes optaron por asumir esa carrera, sea en mi Puerto Rico natal o en Estados Unidos, así que conozco de cerca sus preocupaciones desde adentro.
Los policías, como otros oficios, son una raza que responde más o menos a los mismos perfiles en todas partes del mundo, pues son muy pocos los que acaban en las filas castrenses por pura vocación, por lo que nos es complejo abordar los problemas que la Policía Nacional dominicana enfrenta, porque son muy similares a los de otros países.
El principal desafío de los policías dominicanos, al igual que muchos de sus pares latinoamericanos, es el económico. Para construir la nueva policía hay que hablar seriamente de remuneración y beneficios económicos. Si queremos policías decentes y efectivos, hay que pagarles y darles los mismos beneficios que a los maestros, así de sencillo, no pueden ser tirados a menos.
El segundo tema pasa por la selección y la formación. No cualquiera puede llegar a hacerse policía. Se requiere de un proceso de calidad en la selección y de celo en la formación para que salga a la calle un profesional de la seguridad, no un potencial delincuente disfrazado de autoridad.
El tercer tema es el equipamiento. Un oficial con buenos uniformes, destacamentos decentes y limpios, tecnología de todo tipo, junto a armamento y transporte de última generación, mantendrá la moral en alto y se sentirá más comprometido con su rol.
Cuando un policía está bien pago, bien formado y bien equipado, entenderá la importancia de combatir la delincuencia, que comienza con el procesamiento de los delitos más cotidianos, como parquearse ilegalmente, hurtar un plátano en un surpermercado o atracar a una dama en la calle.
Un policía bien pago, formado y equipado sucumbirá menos a las tentaciones de la vida diaria, porque sentirá que se le hace justicia, y cuando los seres humanos sentimos que se nos hace justicia en lo que hacemos, nuestro compromiso con nuestro oficio se torna inquebrantable.