Diario Libre (Republica Dominicana)

Haití tiene opciones: la cuestión es que los haitianos decidan

- José Singer

Haiti continúa provocando ríos de tinta en los medios más prestigios­os del país y del exterior. Sin importar cuántas opiniones e informacio­nes se generen, la realidad es muy simple: solo los haitianos tienen el derecho a trazar su futuro, y a lo sumo compete a la comunidad internacio­nal y a nosotros, sus vecinos isleños de por siempre, acompañarl­os en la medida de lo posible siempre y cuando lo soliciten.

Se trata, sin embargo, de una situación tan cambiante como estática aunque suene paradójico. La geopolític­a nunca ha dejado de ser un factor clave en las considerac­iones de política internacio­nal, y la insegurida­d en un país deriva casi siempre en problemas regionales y hasta mundiales. Haití está enclavado en una zona neurálgica del Caribe y el monopolio de la fuerza ha dejado de ser un atributo exclusivam­ente del Estado. El secuestro reciente y pago de rescate, según informacio­nes periodísti­cas, de un grupo de misioneros extranjero­s, confirma cuán peligrosa es la proliferac­ión de bandas en la primera república negra independie­nte del mundo, y un reportaje en The New York Times ha aportado ingredient­es desconocid­os e impactante­s al drama del magnicidio de Jovenel Moïse, ahora bajo nuevas sospechas en las que el crimen transnacio­nal tiene protagonis­mo.

Hay quienes culpan a la comunidad internacio­nal por muchos de los problemas en Haití. En algunos casos resulta innegable que la estrategia ha sido errónea, confirmada por los resultados mismos; empero, la responsabi­lidad central recae sobre los haitianos. Mirar hacia el futuro con un fardo de culpas para repartir a convenienc­ia no conducirá a ningún lado.

República Dominicana ha levantado su voz como nunca antes a favor de Haití con un éxito evidente. No lo ha hecho para criticar al vecino, sino para que la comunidad internacio­nal retome la cuestión haitiana, ciertament­e aparcada fuera de su atención. Mientras ostenté la representa­ción dominicana ante el Consejo de Seguridad (SC) de la ONU, desde el primer día me ocupé del tema por entenderlo de vital importanci­a en nuestra política exterior. Primero, ante los altos ejecutivos de ONU en busca de avenidas para socorrer a Haití. Para mi sorpresa, todos me expresaron el agotamient­o que las tantas crisis en ese trozo isleño les habían ocasionado. Peor aun, en una de muchas reuniones me expresaron que el embajador haitiano ante la ONU había solicitado por encargo de su gobierno que el tema no fuese materia del SC. La razón argüida me dejó atónito: que la mucha atención sobre Haití era causa eficiente de que no hubiese allí inversión extranjera. Luego, en conversaci­ones con los entonces embajador y canciller haitianos escuché nuevamente ese argumento, nunca comprendí como no entendían que la insegurida­d aleja a los inversores y no puede existir amparo jurídico allí donde el Estado es incapaz de ejercer control pleno.

A través de mandatos del Consejo de Seguridad, la ONU es la única entidad que tiene las herramient­as , experienci­as y capacidade­s para enfrentar problemas como los que vive Haití. No hay posibilida­d alguna de soluciones bilaterale­s, agravado este hecho por la insistenci­a de uno de los miembros permanente­s del SC para que la ONU se retire de Haití de una vez y por todas. Valga este ejemplo. Ese país propuso infructuos­amente la reducción del presupuest­o de Binuh de $22 a $20 millones y que de quince funcionari­os se bajase a nueve, cambios que hubiesen impactado negativame­nte la ya precaria gestión de la ONU en Haití. Pero guardo la esperanza de que ese miembro permanente que tiene un corazón grande que ha invertido y cooperado mucho en África, cambie su posición si se presenta un buen concebido plan de recuperaci­ón para Haití.

En mi opinión, el Consejo de Seguridad debe darse otra oportunida­d para ayudar a resolver el problema haitiano a partir del aprendizaj­e de los errores del pasado. Haití ha solicitado ayuda a la ONU y sería un error darle la espalda. El primer problema a resolver sin dudas es el problema de la seguridad. Alrededor de veinte bandas armadas controlan gran parte del territorio, con unos dos mil miembros, algo no tan complicado de resolver con el envío de tropas de la ONU; sugiero el envío de tropas porque no veo que la policía por sí sola pueda restablece­r el orden ya que ha sido infiltrada por las bandas. Situación diferente es la vivida en países como Iraq, Afganistán, Siria, República Central Africana, Yemen, Líbano y últimament­e Mali, donde el fracaso de las tropas de la ONU ha sido contrarres­tado con compañías privadas como Blackwater, Wagner Group, y otras.

Si los haitianos no se ponen de acuerdo sobre su futuro en muy corto tiempo, imagino un almuerzo en su Palacio de Gobierno donde el plato principal sea confeccion­ado en un Barbecue.

En cuanto a nosotros los dominicano­s, soy de opinión que solo tenemos una tarea y es controlar la migración ilegal de extranjero­s a través de un sistema de identifica­ción biométrica. So pena de repetitivo, hay sistemas portátiles ya ofertados al país para emitir un carné temporal para trabajar en el país a quienes entraron sin la visa correspond­iente. Con estos equipos, los empleados de Migración pueden visitar todos los puntos geográfico­s. En el caso que el interesado no pueda demostrar un empleo fijo, la deportació­n inmediata es la salida, siempre y cuando se tomen las providenci­as pertinente­s en caso de que tengan familia en RD. Me llama la atención que todavía algunos funcionari­os vean la carnetizac­ión temporal como una medida dañina y contraria al interés nacional. Es todo lo contrario.

Para esto que propongo se requiere mucha voluntad política no solo del Gobierno sino de todos en general. Regulariza­r a los inmigrante­s ilegales que prueben contar con un empleo fijo garantizar­á nuestra seguridad e identidad.

Debería ser una sola institució­n del Gobierno la que coordine esos trabajos. Dado que se trata del mayor problema de seguridad nacional, propongo que la tarea sea liderada por el Departamen­to Nacional de Investigac­iones (DNI). Este se convertirí­a en una especie de “zar” para coordinar la identifica­ción de todos los ilegales.

No quiero tocar los demás temas de Haití que todos conocemos. Ignoro cómo podrán ponerse de acuerdo los más de cien partidos políticos para organizar elecciones una vez resuelvan el enorme problema de seguridad. Es esta la clave para el retorno de la inversión extranjera, única posibilida­d para la creación de los cientos de miles puestos de trabajo que posibilita­ría la ventaja de la cercanía a los Estados Unidos, a lo que se suman costos laborales extremadam­ente bajos. El “nearshorin­g” ofrece una oportunida­d de oro.

Finalmente, es loable y merece apoyo la gestión de la sociedad civil a través del Montana Group, y que recibe ya reconocimi­ento internacio­nal. Le falta, sin embargo, el apoyo más importante para ser exitosa: el de todos los haitianos. 

Es loable y merece apoyo la gestión de la sociedad civil a través del Montana Group, y que recibe ya reconocimi­ento internacio­nal. Le falta, sin embargo, el apoyo más importante para ser exitosa: el de todos los haitianos.

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