Diario Libre (Republica Dominicana)
Estados de negación
Para tomar decisiones correctas, es necesario conocer sus implicaciones. A su vez, ese conocimiento requiere de informaciones acerca de la situación en que nos encontramos, sus características y condicionantes. Dado que la posibilidad de decidir correctamente es esencial para la eficiencia con la que se llevan a cabo las actividades económicas, se reconoce desde hace mucho tiempo que la cantidad y calidad de las informaciones disponibles es un componente fundamental del buen funcionamiento de una economía. No hubo que esperar la llegada de la presente era de la informática para que el flujo de informaciones fuese considerado como un determinante de primer orden del nivel de competencia en los mercados de bienes y servicios.
Los estudios en torno al comportamiento de los seres humanos, sea que actúen como inversionistas, empresarios o consumidores, muestran sin embargo que la disponibilidad de informaciones puede no ser suficiente para que dichas actuaciones se efectúen de forma eficiente. Además de estar disponibles, deben ser aceptadas por quienes las utilizarían para tomar decisiones.
Existen a ese respecto estados de negación, en los que las informaciones son rechazadas, usualmente cuando éstas conducen a actuaciones contrarias a expectativas preconcebidas, o cuando implican alterar modos de vida y conductas arraigadas. Es el caso, por ejemplo, de personas que rehúsan aceptar diagnósticos, y de compañías que se niegan a variar mecanismos operativos anacrónicos. En términos económicos, los estados de negación equivalen a un descenso en el nivel efectivo de información utilizable.
Se observan en la actualidad estados de negación en cuanto al deterioro del medio ambiente y la persistencia de la amenaza que el COVID-19 representa. Aun aquellos individuos y países que dicen estar conscientes de su importancia, no siempre adaptan sus actuaciones a esas supuestas convicciones, o prefieren ignorarlas y continuar como antes.