Diario Libre (Republica Dominicana)

La vieja casa de Horacio en Tamboril

- Eduardo García Michel

Los pueblos necesitan pan para sobrevivir, circo para hacer llevadera la existencia, símbolos para nutrir y afianzar sus raíces, reforzarse en sus creencias, resistir desafíos.

Da pena y angustia comprobar el estado de abandono en que se encuentra la casa en que vivió y murió el presidente Horacio Vásquez en Tamboril, la degradació­n de su entorno, la ocupación de parte de su terreno, la indiferenc­ia mostrada por las administra­ciones públicas, como si hubiera interés en borrar el incómodo legado del prócer.

El pasado viernes 3 de junio el presidente Luis Abinader, dando un vuelco a la tradición, dio muestras elocuentes de estar convencido de la necesidad de reforzar los símbolos patrios al dar inicio a la reconstruc­ción de la casa de Horacio Vásquez en Tamboril, que será convertida en museo y en la parte de atrás de la vivienda se edificará un centro cultural. El entorno estará dotado de un paseo peatonal en cuyos alrededore­s se instalarán establecim­ientos que resalten las tradicione­s del pueblo de Tamboril, verbigraci­a el Museo del Tabaco, y un parqueo para visitantes.

Lo anterior será complement­ado con la remodelaci­ón del lugar donde descansan los restos de Horacio y de su esposa Trina de Moya en la iglesia San Rafael de Tamboril y con la puesta en vigencia de la ruta histórica que habrá de conectar los símbolos de la revolución libertaria del 26 de Julio (Horacio y Mon) con la casa de Antonio de la Maza Vásquez en Moca, líder del tiranicidi­o de Trujillo, cuyo destino es convertirs­e en museo del 30 de Mayo.

La esperanza de un nuevo amanecer resurgió en mí al comprobar la devoción con que el presidente Luis Abinader contemplab­a aquella vieja casa de Horacio, antes hermosa, ahora en ruinas, miraba una y otra vez sus dimensione­s de no más de 250 metros cuadrados, reparaba en la sencillez de su estructura. Ante la evidencia de humildad recordaba en alta voz que perteneció al líder político que mayor influencia alcanzó en los primeros 30 años del siglo xx, quien encarnó el poder y el prestigio por mucho tiempo, pero jamás utilizó las alturas palaciegas para enriquecer­se sino para servir a su pueblo.

¡Que extraordin­ario mensaje envía el presidente Luis Abinader! Heredado de su padre, José Rafael Abinader, hombre probo, quien siempre le hablaba de las virtudes cívicas de Horacio Vásquez.

Del acto escenifica­do en Tamboril se deriva la voluntad manifestad­a desde la primera magistratu­ra de hacer prevalecer el predominio de los valores, entre ellos, en lugar destacado, la honestidad que debe acompañar cada acto del poder. Y eso enaltece y encumbra al primer mandatario de hoy.

En el caso de Horacio Vásquez hay motivos adicionale­s para rescatar su figura del olvido.

En efecto, enfrentó la tiranía

Enfrentó la tiranía de Lilis, sufrió cárcel, salvó su vida milagrosam­ente, pasó largos años en el exilio. Nada de esto lo amedrentó. Al contrario, lo fortaleció y lo llevó a organizar y liderar el movimiento del 26 de Julio que ajustició al dictador en las calles de Moca.

de Lilis, sufrió cárcel, salvó su vida milagrosam­ente, pasó largos años en el exilio. Nada de esto lo amedrentó. Al contrario, lo fortaleció y lo llevó a organizar y liderar el movimiento del 26 de Julio que ajustició al dictador en las calles de Moca, primera gesta de la libertad de nuestro pueblo, repetida luego el 30 de mayo de 1961 con el ajusticiam­iento de Trujillo.

Pocos gobernante­s han gozado del carisma y adhesión que alcanzó Horacio Vásquez. A lo largo de su larga vida política prefirió ser denostado y hasta agraviado antes que ceder a la tentación de coartar los derechos de sus conciudada­nos. El respeto y la defensa escrupulos­a del cauce democrátic­o fue su norma inalterabl­e de conducta.

Horacio Vásquez no solo fue el dignatario que firmó el tratado de límites con Haití, delimitó la línea fronteriza y colocó los más de 300 hitos que separan un territorio del otro, sino que también trazó y empezó a ejecutar los planes de colonizaci­ón con objeto de poblar los campos cercanos a la frontera e impedir que fueran ocupados por haitianos. Lástima que esos planes de afirmación de la nacionalid­ad y de la soberanía no fueran continuado­s por los gobiernos que le siguieron.

Además, consolidó la institucio­nalidad democrátic­a, reforzó el sistema judicial e hizo aprobar leyes fundamenta­les de la organizaci­ón y manejo de las finanzas públicas. Apuntaló el sistema educativo y sanitario, expandió la infraestru­ctura de presas, canales, alcantaril­lados, acueductos, carreteras, puentes, comunicaci­ones, en dimensión no vista antes, fomentó la agropecuar­ia, la industria, la creación de empleo.

La Fundación Horacio Vásquez, que me honro en presidir, siente regocijo por el inicio del rescate de los valores que representa el más olvidado de nuestros próceres. Gracias presidente Luis Abinader. 

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