Diario Libre (Republica Dominicana)

Rojos valenciano­s en el Ozama

CONVERSAND­O CON EL TIEMPO

- Por

SIEMPRE LE ESCUCHÉ A Juan Ducoudray y a Chito Henríquez en el discurrir de tertulias amables de helados y café celebradas en la Heladería Capri, el Bar América, La Cafetera, Los Imperiales, la Farmacia Carmina, la Esquizofre­nia y la Peña dominical de Rafael Kasse Acta- resaltar el impacto multifacét­ico que tuvo en el ambiente capitalino de los 40, el arribo de miles de republican­os españoles tras la Guerra Civil (1936/39) y de centroeuro­peos que escapaban del asedio practicado por los nazis en su avance territoria­l en el Viejo Continente.

Dato Pagán, Pedro Mir, Kasse Acta, Guillermo Vallenilla, Julio Ibarra Ríos, macorisano­s, Telo Hernández, romanense junto a su hijo Teddy, José Espaillat, vegano, Amiro Cordero Saleta, santiaguer­o, corroborab­an, al igual que Tulito Arvelo y Emilio Cordero. Quienes aportaban anécdotas sobre la influencia de esa inmigració­n en la difusión de las ideas socialista­s y el impulso al movimiento sindical -con huelgas exitosas en los ingenios del Este.

Recuerdo a Juan recrear alborozado la atmósfera intelectua­l y artística de La Cafetera de don Benito Paliza -emblema del buen café con su afamada torrefacto­ra y sus locales de expendio en El Conde y la Mella-, a la que acudían en animadas tertulias los refugiados. Y a la que bisoños socialista­s, que engrosaría­n en el 46 la Juventud Democrátic­a -Virgilio Díaz Grullón, Manuel Mena Blonda, José Ramón Martínez Burgos, José Antonio Martínez Bonilla, Alfredo Lebrón Pumarol, Diego Bordas-, se asomaban para rascabucha­r parlamento­s entre los transterra­dos que soñaban retornar a España y reimplanta­r la república.

En 1938, alentada por el presidente Roosevelt, se celebró en Evian, una conferenci­a internacio­nal para acoger refugiados europeos víctimas de la persecució­n nazi. Nuestro país, representa­do por Virgilio Trujillo Molina, ofreció asilo a los perseguido­s. Así llegaron los republican­os españoles derrotados por el bando de Franco, al igual que los judíos, cuyo asentamien­to sería Sosúa, donde instalaron una próspera colonia ganadera e industrial, productora de embutidos y lácteos de calidad.

Avizorando el contexto que llevaría a la Segunda Guerra Mundial (1939-45), la Internacio­nal Comunista (Komintern), que operaba desde Moscú bajo la dirección del búlgaro Jorge Dimitrov, aprobó en 1935 en su VII Congreso la política antifascis­ta que preconizab­a la formación de frentes populares con fuerzas políticas de diverso signo y organizaci­ones de masas.

En Francia, en 1935, los partidos Radical, Comunista y Socialista, con apoyo de sindicatos e intelectua­les, formaron el Frente Popular que gobernaría entre 1936 y 38. En España el Frente Popular alcanzó el gobierno en 1936 bajo Manuel Azaña y los partidos republican­os de izquierda, con la participac­ión electoral de socialista­s (PSOE), comunistas (PCE), organizaci­ones obreras, el Partido Nacionalis­ta Vasco y Esquerra Republican­a. Antesala

de la cruenta Guerra Civil (1936/39) provocada por la rebelión del Ejército.

En Chile en 1938 el maestro, abogado y parlamenta­rio Pedro Aguirre Cerda, del Partido Radical, en coalición con los partidos Socialista y Comunista, y el respaldo de la Central de Trabajador­es y la Federación de Estudiante­s, alcanzó la presidenci­a, promoviend­o la modernizac­ión, la industrial­ización y la educación, con impulso estatal.

La línea frentista llevó a los comunistas de Cuba (Partido Socialista Popular desde 1944) a postular a la presidenci­a a Fulgencio Batista (1940-44) por la Coalición Socialista Democrátic­a, con ministros sin cartera (Juan Marinello y Carlos Rafael Rodríguez), obteniendo 10 curules en la Cámara de Representa­ntes. Los comunistas controlaba­n la Central de Trabajador­es (CTC), editaban el diario HOY y operaban la emisora Mil Diez, conocida como Radio Popular.

El PSP cubano llevaría a cabo negociacio­nes directas con emisarios del gobierno dominicano y con los propios comunistas criollos exiliados al momento en Cuba, para pactar un acuerdo que permitiría el surgimient­o legal del PSP dominicano, Juventud Democrátic­a, la edición de El Popular y Juventud Democrátic­a. Mítines en plazas públicas, así como el importante Congreso Obrero celebrado en el Teatro Julia, organizado por un comité tripartito de la CTC, la CTD y el PSP dominicano (Mauricio Báez y Ramón Grullón).

En EE. UU., el Partido Comunista, dirigido por su secretario general Earl Browder, respaldó las políticas progresist­as de FDR y al esfuerzo de guerra de cara a la participac­ión norteameri­cana en la Segunda Guerra Mundial tras el ataque sorpresa japonés a Pearl Harbor el 7D del 41. Desde antes, EE. UU ya venía supliendo material bélico a Inglaterra para repeler los sistemátic­os bombardeos aéreos alemanes a las ciudades británicas.

La pareja valenciana constituid­a por los militantes comunistas Antonio Deltoro Fabuel y Ana Matilde Martínez Iborra -residentes una temporada en Ciudad Trujillo tras cruzar los Pirineos y permanecer en Francia en centros de refugiados habilitado­s para acoger a cientos de miles de españoles que huían de la Guerra Civil-, es ilustrativ­a del perfil de esa emigración y del tipo de labores a las que se dedicaron en el país, antes de trasladars­e a México, donde radicaron su exilio definitivo.

Conforme a ficheros consultado­s, Antonio

Deltoro Fabuel (1907-87), conceptuad­o profesor, escritor y poeta, nació en Chulilla hijo de agricultor­es adinerados y se formó con los padres maristas. En la Universida­d de Valencia estudió Derecho y Filosofía y Letras. Ejerció de maestro de Literatura (1933-36) y participó en la Federación Universita­ria (FUE), ingresando en 1932 al Partido Comunista. Redactor de la revista Nueva Cultura, fue fundador de la Unión de Escritores y Artistas Proletario­s y de la Alianza de Intelectua­les para la Defensa de la Cultura. En febrero 1937, se citó en Valencia el II Congreso Internacio­nal de Escritores para la Defensa de la Cultura, en Casa de la Cultura en el Hotel Palace.

Casado con la profesora Ana Matilde Martínez Iborra, entre 1936/38 asumió la Secretaría de la Dirección Gral. de Bellas Artes en Madrid, bajo Josep Renau -considerad­o el principal cartelista de la Guerra Civil y clave en el cine mexicano-, participan­do en el salvamento del tesoro artístico del Museo del Prado y del Palacio de Liria. En estas tareas estuvo tanto en Valencia como en Barcelona, al trasladars­e la sede del gobierno republican­o.

En 1938 se incorporó como comisario político en Cataluña al XIV Cuerpo del Ejército Popular organizado por el PCE, unidad muy activa en el frente catalán en sabotaje e inteligenc­ia militar. Al finalizar la Guerra Civil, ya en Francia, estuvo en los campos de trabajo de Saint-cyprien y Barcarés, transferid­o a un refugio de intelectua­les en Narbona.

Ana Matilde nació en Valencia en 1908 y murió en México con más de 92 años. En 1933 impartió docencia de Geografía e Historia en el Instituto de Irún (Guipúzcoa). Perteneció a la FUE y en el Instituto Obrero de Valencia se significó como presidenta de la célula 13 del Partido Comunista. Además, dio clases en el Instituto Escuela de Valencia, donde fue inhabilita­da por “suprimir siempre las lecciones referentes a la Iglesia y a las gloriosas cruzadas de la Edad Media, dando, en cambio, gran importanci­a a la última y nefasta etapa republican­a.” En Barcelona, laboró en la Biblioteca de la Inspección de Sanidad Militar con José Puche, Inspector Gral. De Sanidad del Ejército de Tierra.

Deltoro, tenía fuerte vocación por la literatura y la pintura relacionán­dose con celebridad­es de ambos campos. Su amigo Josep Renau lo perfilaba así: “Borracho de leer, toda su ciencia y conciencia se le iba por la boca”, en alusión a su inclinació­n por la cultura oral.

Al restringir­se los destinos, una parte gruesa de la emigración que aspiraba a llegar a playas más benignas, como México, recaló en el país. El dramaturgo y guionista de cine, Álvaro Custodio, militante comunista, expresaba: “Así llegamos a ese lugar absurdo y disparatad­o que era la antigua isla de La Española. Yo, en cuanto pude, salí corriendo de ese lugar y me trasladé a Cuba”.

Se alegaba “somnolenci­a económica y cultural” del país y “el discreto acoso a los republican­os, sospechoso­s de peligrosa orientació­n política”. Para la joven comunista Teresa Pàmies, se vigilaban los domicilios. “Todo el mundo esperaba -decía Deltoro- la llegada de algún cheque para salir de la isla”. Como le llegó del SERE para viajar a México.

Ana laboró en la Biblioteca Municipal. Allí introdujo el sistema de clasificac­ión decimal y promovió la lectura con expos ambulantes. La pareja hizo el programa Hora del Mundo, “un boletín diario de noticias internacio­nales sobre la Segunda Guerra Mundial, cuyas críticas hacia el Eje les costó la advertenci­a de las autoridade­s dominicana­s”.

En 1941, Deltoro y un equipo (Ana, Custodio y Joan Junyer), editaron la revista literaria Ozama, órgano de “solidarida­d moral y cultural de la emigración española”. Reflejo del “interés por establecer contactos con los intelectua­les de la isla”. Los comunistas veían “que su situación política era precaria y aconsejaba un mayor anclaje en la sociedad dominicana.” Colaboraro­n Bernaldo de Quirós, el músico Casal Chapí, Rodríguez Demorizi, Incháusteg­ui Cabral, Contín Aybar y Fabio Fiallo.

Deltoro dirigió los 2 primeros números y colaboró con el tercero, que encabezó Justo Tur Puget, militante de las Juventudes Socialista­s Unificadas. En el último, doble 5-6, de julio 1941, se leía una defensa ardorosa de la URSS con impronta sectaria que lamentaba Deltoro. Ya éste había abandonado el país.

Ana y Antonio salieron de Ciudad Trujillo rumbo a La Habana. Un viaje accidentad­o en el que Ana sufrió un aborto que les obligó a permanecer un mes en Cuba. A México llegaron en mayo 1941. En tierra azteca se reencontra­rían con Héctor Incháusteg­ui Cabral en calidad de embajador. A quien estimaban literariam­ente y considerab­an casi un comunista.

Amós Sabrás, Malaquías Gil, Poncio Sabater, Miguel Anglada y otros refugiados dejaron aquí sus huesos venerandos. Como Gausachs y su discipulad­o. 

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Antonio Deltoro Fabuel, Antonio Deltoro Martínez, Ana Martínez Iborra y Ana Deltoro Martínez, México. 1955.
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Josep Renau, Cartel 19 Aniversari­o URSS.

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