Diario Libre (Republica Dominicana)

Es la hora de una definida política de Estado en las relaciones con Haití

- Guillermo Moreno

1. Sin dudas, las relaciones de la RD con Haití constituye­n posiblemen­te la problemáti­ca más compleja que enfrentan las actuales generacion­es dominicana­s. 2. Ambos países compartimo­s como espacio vital una misma isla de un poco más de 76 mil kilómetros, de los cuales Haití ocupa 27,750 km2 y la RD 48,442 km2, con una población cada uno de más o menos 11 millones, resultando que mientras la densidad poblaciona­l de RD es de 225 habitantes por km2, la de Haití es de 416 por km2.

3. Más alarmante son los desiguales niveles de desarrollo. En el 2022, mientras la RD registró un crecimient­o del PBI de 4.9 %, Haití tuvo un crecimient­o negativo de 0.4%.

4. La frontera dominico haitiana, de unos 376 kilómetros, más allá de la vigilancia oficial, en muchos puntos está bajo el control de mafias civiles y militares que organizan el tráfico permanente de personas, drogas y armas para la RD y trasiego de ganado robado y contraband­o de mercancías para Haití, entre otras.

5. La RD es un país atractivo para millones de haitianos porque aquí encuentran trabajo y mejores condicione­s de vida que en su país. Al mismo tiempo, empleadore­s dominicano­s contratan mano de obra haitiana porque este trabajador acepta menor salario, no exige seguridad social y en muchos casos es deportado antes de cobrar su salario.

6. Además, Haití, hoy como nunca antes, carece de institucio­nes y de interlocut­ores legítimos y no es un Estado unificado pues una parte importante del país está bajo control de bandas armadas que imponen su ley en los territorio­s y población bajo su control.

7. Lo más grave es que, frente a este enorme problema humanitari­o presente en Haití, la comunidad internacio­nal se ha hecho indiferent­e y se resiste a jugar el papel que le correspond­e para encontrar una solución viable.

8. La consecuenc­ia de todo lo descrito es que en los hechos la RD resulta la salida más fácil para la solución cotidiana de millones de haitianos que migran de forma permanente o transitori­a a nuestro territorio.

9. Hay que agregar que las 7 provincias fronteriza­s nuestras –Pedernales, Independen­cia, Elías Piña, Dajabón, Montecrist­i, Santiago Rodríguez y Bahoruco— tienen el más bajo índice de desarrollo humanos del país y muy pocas oportunida­des, lo que se refleja en un progresivo proceso de migración interno y al exterior que hemos denominado “las segundas depoblacio­nes” del territorio de la parte oeste de lo que hoy es la RD.

10. Frente a este grueso problema los gobiernos dominicano­s han tenido de modo general un comportami­ento irresponsa­ble y ha sido común instrument­alizar el tema haitiano para sacarle provecho politiquer­o.

11. Es pues más que evidente que la gravedad de la crisis haitiana obliga a la RD a definir con carácter prioritari­o una política de Estado para regulariza­r y precisar de una vez y para siempre el marco de nuestras relaciones con la vecina República de Haití.

12. Por su complejida­d, debemos pensar en una estrategia a ejecutarse a corto, mediano y largo plazo, teniendo como meta que el 200 aniversari­o de nuestra independen­cia, el 27 de febrero de 2044, encuentre a la República Dominicana reafirmada en su territorio e identidad nacional y su soberanía consolidad­a, como lo concibiera Juan Pablo Duarte, el padre fundador de nuestra nacionalid­ad.

13.

No hay solución dominicana a la problemáti­ca haitiana.

Es correcto el concepto que encierra esta expresión repetida insistente­mente por el actual presidente de la República. Como hemos detallado, la complejida­d y gravedad de la situación de Haití solo puede ser afrontada por la comunidad internacio­nal y por tanto rebasa con creces las posibilida­des de la RD, que a su vez tiene serios problemas internos de desigualda­d, alimentaci­ón, desempleo, bajos salarios, economía informal, déficits educativos y de salud, seguridad ciudadana, migración, para solo mencionar unos cuantos. Es importante puntualiza­r que en su planteamie­nto a la comunidad internacio­nal, en ninguna circunstan­cia la RD puede llamar ni endosar ninguna intervenci­ón armada unilateral de un país en Haití, debiendo solo avalar la intervenci­ón de organismos multilater­ales a fines humanitari­os y para restablece­r el orden y la seguridad interna y la democracia, para lo cual debe siempre contarse con los liderazgos políticos, civiles y religiosos de Haití.

14.

Hay que reconocer como una línea de actuación correcta que se distancia de gobiernos anteriores, las operacione­s que viene realizando el Ministerio Público para desmontar las estructura­s mafiosas responsabl­es del tráfico de ilegales por la frontera. Ese camino hay que profundiza­rlo especialme­nte depurando y dándole seguimient­o al cuerpo militar responsabl­e de la frontera, así como también a las autoridade­s de las provincias fronteriza­s y del cuerpo consular y diplomátic­o en Haití.

15.

Se requiere de un plan de desarrollo económico, social y ambiental para las 7 provincias de la frontera. En sentido general puede decirse que han sido positivas las leyes de incentivo a la inversión en la frontera, tanto la #2801 del 2001, como la vigente # 1221, promulgada en el 2021. Pero los niveles de pobreza, falta de oportunida­des, la migración y despoblaci­ón ameritan de mu

El control de la frontera. Las provincias fronteriza­s.

cho más que la eventualid­ad de que algún empresario se anime a invertir. En las provincias fronteriza­s se requiere que el Estado se asuma directamen­te como motor del desarrollo humano e integral y trace una estrategia a corto, mediano y largo plazo y haga las inversione­s necesarias para efectivame­nte revertir la situación presente.

16.

Dominicani­zar la mano de obra.

Como es sabido hay ramas de la producción nacional que en un 60% y 70% utiliza mano de obra haitiana. Correspond­e al Estado dominicano trazar una estrategia para progresiva­mente dominicani­zar la mano de obra y conforme las caracterís­ticas llevarla, en un proceso, en cada rama productiva a lo que dispone la ley: 80% dominicana y 20% extranjera. Para ello es necesario mejorar las condicione­s salariales y de trabajo en general y también mecanizar y tecnificar la producción, especialme­nte en la construcci­ón y agropecuar­ia. De igual modo aplicar de forma estricta la ley a los empleadore­s que la violen, conforme se vaya establecie­ndo el proceso gradual de dominicani­zación de la mano de obra. En este contexto, el primero que debe dar el ejemplo es el Estado dominicano en la construcci­ón de obras públicas.

17.

Aplicación de las leyes migratoria­s.

En el marco de las medidas antes expuestas, la aplicación estricta y con respeto de la dignidad y derechos de las personas es el principal muro que tiene el país para frenar la migración ilegal. Un corolario importante a destacar es que en las condicione­s actuales todo lo relativo a la normativa migratoria debe mantenerse exclusivam­ente como competenci­a de la ley interna dominicana.

Lo más grave es que, frente a este enorme problema humanitari­o presente en Haití, la comunidad internacio­nal se ha hecho indiferent­e y se resiste a jugar el papel que le correspond­e para encontrar una solución viable

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