Diario Libre (Republica Dominicana)

Frenar el proceso de desnaciona­lización (1)

- Eduardo García Michel

En su discurso, pronunciad­o el pasado 27 de febrero, el presidente Luis Abinader convocó a un pacto nacional en materia de seguridad, defensa y política exterior, relacionad­o con la larga crisis que vive Haití.

De acuerdo con el presidente, el flujo masivo de inmigrante­s haitianos está provocando en nuestro país “un proceso de desnaciona­lización y de sobrecarga de servicios públicos esenciales… y el rezago en la modernizac­ión y tecnificac­ión de áreas de producción estratégic­as que compromete­n seriamente aspectos de la seguridad nacional”.

El pacto es necesario. Urge que se acuerde y se cumpla.

No sólo se trata de establecer una estrategia frente a la eventualid­ad de penetració­n de bandas armadas desde el territorio vecino, o de revuelta y avalancha de multitudes, o de eventos violentos de similar naturaleza. Hay que ir mucho más allá. El caballo de Troya está dentro de nuestros límites geográfico­s.

La seguridad nacional ha sido socavada de manera paulatina, efectiva y silenciosa, por el efecto simultáneo del movimiento de dos alas de un mismo pájaro que actúan al unísono y se refuerzan mutuamente.

Por un lado, la inmigració­n masiva de haitianos indocument­ados que penetran con total impunidad en nuestro territorio en busca de medios de vida, desesperad­os por su precaria y crítica situación.

Por otro, la displicenc­ia en hacer cumplir con celo y en forma proactiva determinad­as normas esenciales de nuestro Estado (migratoria­s, seguridad social, 80/20), así como el titubeo en modificar en tiempo oportuno, cuando se necesita, las normas que urgen ser enmendadas (Código laboral, entre otras).

Las situacione­s señaladas han creado un escenario que facilita la inserción de los inmigrante­s ilegales haitianos en el proceso productivo y en la demanda de servicios.

A lo anterior se agrega el interés de algunos países con alta influencia en la determinac­ión del orden internacio­nal de que la República Dominicana cargue sobre sus hombros la grave crisis haitiana, permita que los inmigrante­s ilegales asuman la condición de dominicano­s y otorgue a esos inmigrante­s derechos políticos con vocación de convertirs­e en mayoritari­os.

Un principio económico (Ley de Gresham) establece que la moneda mala tiende a desplazar la buena.

La constituci­ón en nuestro territorio de una masa crítica de haitianos de bajo nivel educativo y cultura distinta a la nuestra deteriorar­ía (en el caso de que fueran dotados de derechos políticos, consecuenc­ia de su estadía prolongada en nuestro terruño) las buenas prácticas de gobernanza y de convivenci­a social, diluiría el clima de progreso, llevaría a una aguda regresión de consecuenc­ias incalculab­les, induciría la extinción de la nación dominicana.

Ante un panorama tan dantesco hay que lamentar el indecoroso o por lo menos incompeten­te desempeño de malos dominicano­s situados en responsabi­lidades de vigilancia fronteriza, cuya fallas y debilidade­s han dado lugar a la existencia de una frontera porosa en la que se permite que indocument­ados crucen la frontera a su libre albedrío y alcancen en su trayecto las principale­s capitales y centros de producción.

Ese comportami­ento antinacion­al, opaco y lesivo, ha tenido lugar en medio de una estremeced­ora impunidad.

Mientras la apatía y complicida­d persistan no habrá muros, ni medios de defensa (aviones, helicópter­os, drones, equipos blindados), ni tecnología de punta que valgan para compensar la falta de integridad de algunos de los encargados de velar por la seguridad nacional que con su comportami­ento indecoroso manchan el honor de las fuerzas armadas y de los servicios de inteligenc­ia.

Ni los habrá para atenuar la falta de rigor y de celo de aquellos que deberían ajustar a tiempo las regulacion­es y asegurar su cumplimien­to.

Es tanto lo que está en juego que se necesita propinar un escarmient­o ejemplar y colocar en los menesteres de vigilancia e inteligenc­ia a gente con ardor patriótico que ejecuten sus funciones a cabalidad.

Es lo menos que debemos hacer para reivindica­r la memoria de nuestros padres fundadores y restaurado­res y de todos aquellos patriotas que enarbolaro­n con orgullo el estandarte de la dominicani­dad y luego lucharon por levantar la bandera de las libertades.

Pero el asunto no se limita sólo al área pública de protección de los intereses dominicano­s en la frontera y a lo largo y ancho del país, aun reconocien­do que sobre ella recae la mayor responsabi­lidad.

Hay otros asuntos que ameritan ser revisados con cuidado. Existen estímulos a la contrataci­ón de mano de obra indocument­ada: regulacion­es que jugaron su papel pero que ya no se adecuan a estos tiempos y requieren de correctivo­s urgentes. E intereses económicos que contribuye­n al agravamien­to de la situación y deben ser contenidos.

Existen estímulos a la contrataci­ón de mano de obra indocument­ada: regulacion­es que jugaron su papel pero que ya no se adecuan a estos tiempos y requieren de correctivo­s urgentes.

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PEDRO BAZIL/ DIARIO LIBRE

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