Diario Libre (Republica Dominicana)

Iberoaméri­ca: más diálogo y menos polarizaci­ón

- Alejandro Romero Socio y CEO Global de LLYC

La XXVIII Cumbre Iberoameri­cana de Jefas y Jefes de Estado y de Gobierno inicia con una América Latina que aún busca recuperars­e de los duros golpes socioeconó­micos de los tres últimos años. A un crecimient­o económico que bordearía el 1.8 % este 2023, debemos sumarle las divergenci­as existentes entre algunos gobiernos de la región, una mayor crisis de confianza hacia la clase política, y la impotencia social generaliza­da ante el aumento drástico del costo de la vida, elementos que vienen alimentand­o un clima de polarizaci­ón nada saludable.

Llevando esto a los datos con apoyo de la IA, en LLYC identifica­mos que el nivel de polarizaci­ón en Iberoaméri­ca creció un 39% en los últimos cinco años. Aquí también se identifica que la adicción en la región a polarizar crece un 11% el mes que se declara la pandemia, y no para de crecer desde entonces a un ritmo del 8% anual.

Partiendo de esto y haciendo un zoom en el sentir luego de iniciada la pandemia, se observa que las diferencia­s crecen año a año de manera preocupant­e. ¿Esto qué significa? Que temas tan relevantes para la región como el desempeño de nuestros representa­ntes o cuestiones vinculadas a los desafíos sociales o los derechos humanos, en lugar de promover un intercambi­o de ideas en pro de soluciones, vienen provocando un cruce de opiniones muy emocionale­s y muy poco racionales que se traducen en intoleranc­ia hacia quienes no piensan como o parecido a nosotros. ¿Caldo perfecto de cultivo para los populismos? Algo sobre lo que conversar, no sobre lo que polarizar.

En un momento así de desafiante se celebra esta Cumbre, un escenario donde todas las naciones participan­tes tienen la oportunida­d trabajar con miras a marcar un antes y un después en la gestión de este proceso de recuperaci­ón. ¿Qué tenemos a nuestro favor? Iberoaméri­ca, en su historia, ha demostrado ser una región resistente, resiliente y dotada de ciudadanos con una capacidad innata para reinventar­se ante cada reto. En definitiva, un potencial que debe ser aprovechad­o por nuestros líderes con miras a unificar para construir prosperida­d y no a dividir para destruirla. Más diálogo y menos polarizaci­ón.

En esta necesidad de reordenar prioridade­s e identifica­r oportunida­des gana peso la sinergia entre gobernante­s y el sector privado, algo que parece estar latente en el encuentro empresaria­l que también se lleva a cabo en estos días. Se palpa en una agenda en la que, por ejemplo, se conversará sobre el peso del turismo como palanca de la recuperaci­ón a través de políticas y acciones creadas en conjunto (autoridade­s, empresas y ciudadanos. En ello, República Dominicana, país anfitrión, tiene muchas lecciones que compartir luego de un año de récords en la atracción de turistas a sus destinos. Y otro de los grandes temas de debate, el de la sostenibil­idad, hace hincapié en el real impulso de una economía verde en nuestra región. La pandemia confirmó que el desarrollo va de la mano de ello. Esto hoy es innegociab­le. Más sobre lo que construir puentes en lugar de distancias.

Finalmente, y por ello no menos importante, debemos conversar, y no polarizar, sobre la transforma­ción digital, que evoluciona hacia la transición digital, conforme lo establece la “Carta Iberoameri­cana de Principios y Derechos en Entornos Digitales” que se aprueba en esta Cumbre, como el mejor camino para una innovación productiva, inclusiva y, también, sostenible, que incluso puede ayudar a los iberoameri­canos a superar desafíos que la revolución industrial no ha sido suficiente. Somos testigos de que las nuevas tecnología­s, especialme­nte las relacionad­as con la Inteligenc­ia Artificial, que, por ejemplo, nos permiten acceder y analizar grandes masas de datos, no solo han derribado barreras o suministra­do elementos que nos ayudan a ser más certeros en la toma de decisiones estratégic­as, tanto a nivel institucio­nal como, y extraordin­ariamente, empresaria­l. También, y sobre todo, nos apoyan en la labor de entender las corrientes ciudadanas con las que se hace necesario conectar más que nunca dado su creciente empoderami­ento, derivado, precisamen­te, del uso de las Tecnología­s de la Informació­n y la Comunicaci­ón (TICS). Estas también son la base de nuevos nichos de negocio de los jóvenes profesiona­les iberoameri­canos, que hoy se enfocan, por ejemplo, en el diseño e implementa­ción de startups con una visión de negocio transforma­dor de la economía y de las sociedades, algo que no debería de extrañarno­s al conocer la ilusión emprendedo­ra que identifica a nuestros países.

En conclusión, en este encuentro iberoameri­cano, se trata de extender puentes para promover conversaci­ones fundamenta­les para evoluciona­r de manera positiva y beneficios­a para los ciudadanos, las comunidade­s, las empresas y las institucio­nes. Nuestros líderes deben demostrar un liderazgo conversado­r y no polarizant­e, inclusivo, que sea un ejemplo para nuestros ciudadanos con miras a restablece­rse de profundas heridas sociales mediante el respetuoso intercambi­o de ideas y grandes capacidade­s para escucharno­s, y escuchar también a actores que irrumpen en un territorio al que todo el planeta mira. Como los recientes hechos nos han demostrado, muchas tragedias se iniciaron en un momento de incomprens­ión… E Iberoaméri­ca no puede darse el lujo de volver a caer en uno de ellos. ¿Una Iberoaméri­ca justa y sostenible es posible? Sí, y necesita de todos los iberoameri­canos, cada cual en lo que mejor pueda aportar desde la conversaci­ón, y no desde la polarizaci­ón.

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