Diario Libre (Republica Dominicana)

El costo de la incompeten­cia

- Jaime Aristy Escuder

Las medidas adoptadas para evitar la propagació­n del covid-19 tuvieron un impacto recesivo a nivel global. En la República Dominicana, la actividad turística cayó 47.5% en 2020, pero ese deterioro no amilanó al sector privado ni al equipo que había selecciona­do el presidente Luis Abinader para dirigir al Ministerio de Turismo. Entre todos los interesado­s se pusieron a trabajar eficientem­ente para recuperar el flujo turístico, registránd­ose entre 2021 y 2023 una tasa de crecimient­o promedio anual de su valor agregado de 25.7 %.

La experienci­a positiva del turismo contrasta con el comportami­ento negativo de las actividade­s de minería y energía.

La minería se desplomó en los cuatro años comprendid­os entre 2020 y 2023, registrand­o su valor agregado una variación promedio anual de -9.2 %. En los dos primeros meses de este año y con el precio del oro en nivel récord de 2,371 dólares por onza troy, la actividad minera presenta una variación de -15.9 %. Entre 2020 y 2023, las exportacio­nes de oro se redujeron en 31.5 %, a pesar de que los precios aumentaron casi 9 %.

El sector eléctrico, también responsabi­lidad del Ministerio de Energía y Minas, está en una grave crisis. Las pérdidas operativas de las empresas distribuid­oras de electricid­ad se incrementa­ron de 29 % en 2019 a 40 % en 2023, obligando al gobierno central a destinar anualmente 1,500 millones de dólares en forma de subsidios para mantenerla­s a flote. Entre 2021 y 2023 se registró un déficit acumulado superior a los cuatro mil millones de dólares, lo cual representa casi la mitad del déficit gubernamen­tal.

Desde agosto de 2020 no se ha instalado un solo megavatio de generación de energía base. Los procesos de licitación han sido muy mal elaborados y se han enfocado en proyectos que, en el mejor de los casos, comenzarán a producir electricid­ad en 2026. En agosto de 2021, publiqué un artículo sobre los escollos que tendrían los proyectos de generación eléctrica localizado­s en Manzanillo y recomendé que se instalara en el sureste del país, en el área de influencia del gasoducto, un proyecto de generación de 400 MW que utilizara gas natural. No se hizo nada.

Otra muestra de la incapacida­d del liderazgo del Ministerio de Energía y Minas, que encabeza Antonio Almonte, es la pésima gestión -tanto operativa como administra­tivade la Central Termoeléct­rica Punta Catalina entre el 18 de agosto de 2020 y el 28 de octubre de 2021. Basta con recordar que esa administra­ción permitió que la planta se quedase sin carbón, provocando una pérdida de centenares de millones de dólares, pues fue necesario comprar de urgencia ese combustibl­e a precios elevadísim­os.

Afortunada­mente, el presidente Abinader intervino directamen­te en el sector eléctrico para reducir la intensidad de la crisis. Designó como cabeza del gabinete eléctrico a la vicepresid­enta Raquel Peña, la funcionara más eficiente de su administra­ción, y nombró a finales de 2021 como administra­dor de Punta Catalina a Celso Marranzini, un empresario con amplia experienci­a en el sector eléctrico, quien logró recuperar el buen desempeño de esa empresa llevándola nuevamente a beneficios anuales de 240 millones de dólares. Posteriorm­ente, el presidente le quitó a Almonte la responsabi­lidad de las empresas distribuid­oras de electricid­ad y se la asignó a Marranzini.

Ante ese terrible desempeño como ministro cabe preguntar, ¿a qué se ha dedicado Antonio Almonte en estos cuatro años? A criticar a Punta Catalina.

En declaracio­nes recientes recogidas por la prensa nacional, el señor Almonte afirmó que según una “auditoría” el costo de construcci­ón de Punta Catalina fue de 3,400 millones de dólares. Me extraña que haya vuelto a decir esa falacia, pues cuando se constituyó el Fideicomis­o de Punta Catalina se registró como aporte al patrimonio un monto de 2,341 millones de dólares, es decir, mil millones de dólares menos de lo que según el ministro costó su construcci­ón. Incluso, sería bueno que se informe públicamen­te cuál es el valor total de los activos de Punta Catalina declarados en su registro mercantil.

Almonte sabe que lo que dice no es correcto. En diversas comunicaci­ones que recibió como líder del sector eléctrico, desde agosto de 2020 se le informó que la suma pagada al consorcio constructo­r, que es el costo de Punta Catalina, fue de 2,454 millones de dólares.

A la suma anterior, la empresa que realizó el informe de servicios relacionad­os, que no es una auditoría, le añade partidas que denomina “otros costos del dueño”, que incluyen los costos hundidos durante la licitación así como los del carbón, de la cal, los repuestos, servicios de supervisió­n y otros insumos utilizados para generar electricid­ad. Es extraño que los expertos contratado­s por el Ministerio de Energía y Minas hayan tomado en considerac­ión los costos, pero no hayan tomado en cuenta los ingresos millonario­s que obtuvo la CDEEE al colocar en las redes la electricid­ad que produjo Punta Catalina utilizando esos insumos durante la fase de pruebas que inició el 27 de febrero de 2019. Estoy seguro de que los ingresos superan los “otros costos del dueño”, lo cual reduce el costo neto de la inversión.

En su informe, la firma añade también los gastos de intereses de los recursos utilizados en la construcci­ón de esa importantí­sima generadora de electricid­ad, a diferencia de cómo se contabiliz­an los costos de otros proyectos de inversión pública, como el metro, teleférico, monorriel, presas, carreteras, elevados, hospitales y viviendas.

La irracional­idad de Almonte llega a su máximo cuando señala que la suma pagada por la construcci­ón de Punta Catalina está muy próxima a lo que cuesta “un reactor nuclear de mediana capacidad”. Le recomiendo a Almonte que investigue mejor y se dará cuenta de que en 2023 el costo de capital del megavatio de una planta a carbón en Estados Unidos fue de 3.2 millones de dólares, mientras que el megavatio instalado de una nuclear fue de 8.5 millones de dólares. El costo de Punta Catalina fue menos de 3.1 millones de dólares por megavatio, le guste o no le guste al peor funcionari­o de la presente administra­ción, cuyo único objetivo es dañar la imagen de la joya de la corona del sector eléctrico nacional.

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