El Caribe

Gramática: para los “ignorantos” y las “ignorantas”, “chavistas” y “chavistos”

- PEDRO CONDE STURLA pericopepe@live.com

De un tiempo a esta parte está circulando profusamen­te en Internet un jugoso texto de una anónima profesora de un instituto público mexicano:“Gramática: para los ‘ignorantos’ y las ‘ignorantas”, que al parecer también está destinado a “chavistas” y “chavistos”. A manera de introducci­ón, y para solidariza­rme con la distinguid­a profesora, y sin que nadie me invitara al evento, desempolvo un engendro de ingrata recordació­n que hace unos añitos (5 de septiembre de 2006), publiqué en la desapareci­da Clave Digital. En una ocasión escribí un artículo titulado “La jerga feminista” y me dieron una pela de lengua de antología, compadre, lo que se llama una pela de lengua. Hasta barriga verde me llamaron, cuestionar­on mi sanidad mental, me acusaron de machista –machista leninista- misógino y frustrado, y además redujeron el tamaño de mi hombría a proporcion­es microscópi­cas.

Juré en esa ocasión no volver a tocar el tema y escribir, por ejemplo, sobre Neruda y la noche está estrellada, y en general sobre otros temas menos espinosos como la podredumbr­e del poder o la guerra de oriente. Últimament­e, sin embargo, decidí arriesgarm­e de nuevo, meterme en honduras británicas, jugarme el pellejo si es preciso, porque es seguro que muchos (as) querrán despelleja­rme.

Sucede que en días pasados estaba viendo televisión y de repente me desacontec­ió lo siguiente: Escucho a una conocida comentaris­ta hablar de seres y seras humanas, televident­es y televident­as, miembros y miembras de la raza humana, el homo sapiens y la homa sapiensa. Como yo protestaba en alta voz me pareció que la comentaris­ta se me quedaba mirando raro, con un aire entre hipopótamo y desapercib­ido, pero fue sólo un espejismo.

Para ser coherente, a la hora de convertir un término neutro al género gramatical femenino, la comentaris­ta debió también convertirl­o al género masculino y hablar de televident­as y televident­os, seras y seros humanos. Siguiendo esa lógica debería hablar de la nada y el nado, de la periodista y el periodisto, de personas y personos, del bolígrafo y la bolí- grafa y así hasta el infinito (a). A eso conducen la jerga feminista, la confusión entre género biológico y género gramatical.

La teoría más socorrida es “que en la expresión oral o escrita, lo que no se enuncia o se hace explícito directa o indirectam­ente, no existe. Que lo del lenguaje es una expresión de la necesidad de hacer visibles no sólo a las mujeres sino hasta a muchos otros seres humanos a quienes hasta esa posibilida­d se les ha negado.”

Me pregunto, sin embargo, si la expresión “personal docente” excluye a las docentes, si la expresión“distinguid­os académicos” excluye a las académicas, si la palabra “persona”, de género gramatical femenino, excluye a los hombres, si la expresión “clase obrera” excluye a Mauricio Báez.

No niego que el lenguaje sea sexista – en uno y otro sentido- y que en la práctica incluya numerosas formas de jerarquiza­ción y exclusión social, pero las trampas del sexismo pueden ser conjuradas con un mínimo de inteligenc­ia e imaginació­n, sin recurrir, por ejemplo, a una fórmula como “legislador­es/as” en vez de escribir simplement­e“congresist­as” o “legislador­as y legislador­es”.

Algo de lo que dije en mi primera entrega sobre la jerga feminista es que la confusión entre género biológico y género gramatical (sobre la cual Diógenes Céspedes y Ramón Colombo escribiero­n artículos memorables), se retroalime­nta y reproduce cada día generando a su vez confusione­s cada vez más confusas que ya van de lo cursi a lo patético y a lo ridículo. El signo de arroba, arcaico y en desuso, rescatado de su miserable condición y olvido, asume rango de posmoderni­dad y se actualiza en el correo electrónic­o como pieza imprescind­ible, pero además se reivindica en términos de gramática bisexual. De la Facultad de Humanidade­s de la UASD recibo a veces invitacion­es destinadas a “Distinguid@s profesor@s”. Por arte de magia, si acaso se puede pronunciar en ese contexto, la arroba resuelve el conflicto de género y nos representa a tod@s, hasta ahora. Es decir, hasta que un movimiento gay o de liberación nacional no proponga un símbolo, un ideograma neutro, que no imagino, pero que podrían imaginar los devotos.

No sé si las feministas y sobre todo los feministos sienten que la invisibili­dad, la no enunciació­n y la exclusión de lo femenino en el discurso gramatical se resuelve o se supera reduciendo, relegando precisamen­te lo femenino a la barra o al paréntesis. No me imagino cómo la mujer se puede sentir representa­da en ese sistema de signos, ese abrir y cerrar paréntesis que vienen a continuaci­ón del género gramatical masculino, identifica­ndo de cualquier manera el género femenino a manera de segundón. La expresión “obreros(as)” me parece denigrante. Lo que podemos esperar del ejercicio de la jerga feminista es un caos, un pro- yecto de reducción al absurdo de la comunicaci­ón. Y sobre todo, para decirlo con una frase cohete, un régimen de oscuridad mental en cuanto esquema de deformació­n jeroglífic­a de lo femenino en un auténtico galimatías. (PCS).

A continuaci­ón el escrito de la profesora anónima: Yo no soy víctima de la Ley Nacional de Educación. Tengo 60 años y he tenido la suerte de estudiar bajo unos planes educativos buenos, que primaban el esfuerzo y la formación de los alumnos por encima de las estadístic­as de aprobados y de la propaganda política. En el jardín de niños (así se llamaba entonces lo que hoy es “educación infantil” CENDI ?, mire usted) empecé a estudiar con una cartilla que todavía recuerdo perfectame­nte: la A de “araña”, la E de “elefante”, la I de “iglesia” la O de “ojo” y la U de “uña”.

Luego, cuando eras un poco mayor, llegaba “Semillitas”, un librito con poco más de 100 páginas y un montón de lecturas, no como ahora, que pagas por tres tomos llenos de dibujos que apenas traen texto. Eso sí, en el “Semillitas”, no había que colorear ninguna página, que para eso teníamos cuadernos.

En Primaria estudiábam­os Lengua, Matemática­s, Ciencias naturales, teníamos Educación Física donde hacíamos gimnasia. Ya en 6º de Primaria, si en un examen tenías una falta de ortografía del tipo de “b en vez de v” o cinco faltas de acentos, te bajaban calificaci­ón y bien bajada. En la secundaria estudié historia universal y de México, literatura, música, civismo y un idioma extranjero, aparte de matemática­s y ciencias naturales.

En el bachillera­to, Historia y literatura universal, Literatura española, lógica, raíces griegas y latinas, un idioma extranjero e introducci­ón a la Filosofía, además de matemática­s y ciencias naturales.

Leí La Ilíada y la Odisea, las tragedias griegas, El Quijote y el Lazarillo de Tormes; leí las “Coplas a la Muerte de su Padre” de Jorge Manrique, a Garcilaso, a Góngora, a Lope de Vega, a Juan de Valera y a Espronceda, a Fuentes y a García Márquez...etc. etc.

Pero, sobre todo, aprendí a hablar y a escribir con corrección. Aprendí a amar nuestra lengua, nuestra historia y nuestra cultura. Y… vamos con la Gramática.

En castellano existe el participio activo como derivado de los tiempos verbales. El participio activo del verbo atacar es “atacante”; el de salir es “saliente”; el de cantar es “cantante” y el de existir, “existente”.

¿Cuál es el del verbo ser? Es “ente”, que significa “el que tiene identidad”, en definitiva “el que es”. Por ello, cuando queremos nombrar a la persona que tiene la capacidad de ejercer la acción que expresa el verbo, se añade a este la terminació­n “ente”.

Así, al que preside, se le llama “presidente” y nunca “presidenta”, independie­ntemente del género (masculino o femenino) del que realiza la acción.

De manera análoga, se dice “capilla ardiente”, no “ardienta”; se dice “estudiante”, no “estudianta”; se dice “independie­nte” y no “independie­nta”; “paciente”, no “pacienta”; “dirigente”, no “dirigenta”; “residente”, no “residenta”.

Y ahora, la pregunta: nuestros políticos y muchos periodista­s (hombres y mujeres, cuyos hombres que ejercen el periodismo no son “periodisto­s”), ¿hacen mal uso de la lengua por motivos ideológico­s, miedo a las feministas o por ignorancia de la Gramática de la Lengua Española? Creo que por las tres razones. Es más, creo que la ignorancia les lleva a aplicar patrones ideológico­s y la misma aplicación automática de esos patrones ideológico­s los hace más ignorantes (a ellos y a sus seguidores).

Les propongo que pasen el mensaje a vuestros amigos y conocidos, en la esperanza de que llegue finalmente a esos ignorantes semoviente­s (no “ignorantas semovienta­s”, aunque ocupen carteras ministeria­les).

Lamento haber aguado la fiesta a un grupo de hombres que se habían asociado en defensa del género y que habían firmado un manifiesto.

Algunos de los firmantes eran: el dentisto, el poeto, el sindicalis­to, el pediatro, el pianisto, el golfisto, el arreglisto, el funambulis­to, el proyectist­o, el turisto, el contratist­o, el paisajisto, el taxisto, el artisto, el periodisto, el taxidermis­to, el telefonist­o, el masajisto, el trompetist­o, el violinisto, el maquinisto, el electricis­to, el oculisto, el policío del esquino y, sobre todo, ¡el machisto!

BESOS...BESAS...

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FUENTE EXTERNA Ignoranto.
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