¿Y luego de Vargas Llosa, el ACNUR?
La partida de Gonzalo Vargas Llosa, símbolo de una intromisión enojosa en nuestros asuntos, no debe cerrar el debate sobre la presencia en nuestro país del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR). Si bien Vargas Llosa se convirtió en un símbolo, las decisiones de los estados deben basarse en realidades objetivas, para la defensa de sus intereses nacionales.
El ACNUR se dedica a proteger a aquellas personas, que perseguidas por razones religiosas, políticas, étnicas, etc., se desplazan a otros países, como refugiados, o se trasladan dentro de su propio país, como desplazados. En adición, el ACNUR protege a aquellas personas vulnerables en riesgo de carecer de nacionalidad, o ser apátridas.
Luego del terremoto del 2010, el estado dominicano debió haber trabajado junto a las agencias de las Naciones Unidas y la comunidad internacional para contener el flujo de inmigrantes económicos, y limitar el costo económico y social para nuestro país. Pero nada de eso ocurrió. Los dominicanos espontáneamente fuimos en ayuda de nuestros vecinos, mientras el estado dominicano no implementó plan alguno de contingencia, con o sin las Naciones Unidas, para enfrentar las consecuencias de corto y largo plazo de un terremoto, que sería un golpe demoledor para la fallida sociedad haitiana. El consiguiente desbordado desorden migratorio está en el centro de las criticas internacionales en contra de nuestro país, efectuadas, entre otros, por el ACNUR y el “estado” haitiano.
Irónicamente Amnistía Internacional ha criticado duramente el trato inhumano dado a los desplazados, que son responsabilidad del “estado” haitiano y el ACNUR, y que aun viven en campamentos en los alrededores de Puerto Príncipe. Miles de ellos “están bajo la amenaza de expulsiones forzadas, expuestas a la intimidación y el hostigamiento de parte de aquellos que dicen ser propietarios de la tierra”. Es decir, un trato brutal para personas que han sido víctimas de una catástrofe.
Desde la perspectiva de los hechos que hemos narrado, el Estado dominicano se ha conducido deplorablemente, pues no implementó un plan luego del terremoto, con miras a exigir más a la comunidad internacional, y limitar el costo para nuestro país de una catástrofe natural La única justificación para la presencia en nuestro país del ACNUR sería la apatridia”. y social, de la que de ninguna manera fuimos responsables. Y como si fuera poco, ha actuado con vacilación antes las críticas del “estado” haitiano y el ACNUR.
Desde nuestra perspectiva, el Estado dominicano debe exigir un mejor desempeño a las Naciones Unidas, que pasa por concentrar sus limitados recursos en Haití, para aliviar la presión migratoria sobre nosotros. Además, la única justificación para la presencia en nuestro país del ACNUR sería la apatridia, algo que el estado dominicano ha rechazado. Siendo así, el ACNUR debe concentrarse exclusivamente a cumplir su misión en Haití y abandonar su protagonismo en nuestro país.
El autor es empresario.