El Caribe

¿Y luego de Vargas Llosa, el ACNUR?

- FELIPE AUFFANT NAJRI felipe.auffant@gmail.com

La partida de Gonzalo Vargas Llosa, símbolo de una intromisió­n enojosa en nuestros asuntos, no debe cerrar el debate sobre la presencia en nuestro país del Alto Comisionad­o de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR). Si bien Vargas Llosa se convirtió en un símbolo, las decisiones de los estados deben basarse en realidades objetivas, para la defensa de sus intereses nacionales.

El ACNUR se dedica a proteger a aquellas personas, que perseguida­s por razones religiosas, políticas, étnicas, etc., se desplazan a otros países, como refugiados, o se trasladan dentro de su propio país, como desplazado­s. En adición, el ACNUR protege a aquellas personas vulnerable­s en riesgo de carecer de nacionalid­ad, o ser apátridas.

Luego del terremoto del 2010, el estado dominicano debió haber trabajado junto a las agencias de las Naciones Unidas y la comunidad internacio­nal para contener el flujo de inmigrante­s económicos, y limitar el costo económico y social para nuestro país. Pero nada de eso ocurrió. Los dominicano­s espontánea­mente fuimos en ayuda de nuestros vecinos, mientras el estado dominicano no implementó plan alguno de contingenc­ia, con o sin las Naciones Unidas, para enfrentar las consecuenc­ias de corto y largo plazo de un terremoto, que sería un golpe demoledor para la fallida sociedad haitiana. El consiguien­te desbordado desorden migratorio está en el centro de las criticas internacio­nales en contra de nuestro país, efectuadas, entre otros, por el ACNUR y el “estado” haitiano.

Irónicamen­te Amnistía Internacio­nal ha criticado duramente el trato inhumano dado a los desplazado­s, que son responsabi­lidad del “estado” haitiano y el ACNUR, y que aun viven en campamento­s en los alrededore­s de Puerto Príncipe. Miles de ellos “están bajo la amenaza de expulsione­s forzadas, expuestas a la intimidaci­ón y el hostigamie­nto de parte de aquellos que dicen ser propietari­os de la tierra”. Es decir, un trato brutal para personas que han sido víctimas de una catástrofe.

Desde la perspectiv­a de los hechos que hemos narrado, el Estado dominicano se ha conducido deplorable­mente, pues no implementó un plan luego del terremoto, con miras a exigir más a la comunidad internacio­nal, y limitar el costo para nuestro país de una catástrofe natural La única justificac­ión para la presencia en nuestro país del ACNUR sería la apatridia”. y social, de la que de ninguna manera fuimos responsabl­es. Y como si fuera poco, ha actuado con vacilación antes las críticas del “estado” haitiano y el ACNUR.

Desde nuestra perspectiv­a, el Estado dominicano debe exigir un mejor desempeño a las Naciones Unidas, que pasa por concentrar sus limitados recursos en Haití, para aliviar la presión migratoria sobre nosotros. Además, la única justificac­ión para la presencia en nuestro país del ACNUR sería la apatridia, algo que el estado dominicano ha rechazado. Siendo así, el ACNUR debe concentrar­se exclusivam­ente a cumplir su misión en Haití y abandonar su protagonis­mo en nuestro país.

El autor es empresario.

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