Sus proyectos impactan en 375 comunidades en Azua, Elías Piña, Las Matas de Farfán y San Juan de la Maguana
Con una tasa de desnutrición crónica de un 10% en menores de cinco años de edad, República Dominicana está entre los países de América Latina con más alto índice, y de esa cifra es la zona sur la que tiene la carga más pesada con un 4.7% según el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef).
Esa fue la situación que preocupó a Práxedes Roa, cariñosamente Virtudes, una enfermera y técnica en Nutrición de San Juan, que elaboró programas enfocados en reducir los niveles de malnutrición en el sur, y brindarles a los infantes lo necesario para que crezcan mejor, iniciativa por la que ha sido reconocida el mes pasado como una de las diez Mujeres que Cambian el Mundo, del Banco BHD León.
Su labor, que se extiende por 375 comunidades pertenecientes a Azua, Elías Piña, Las Matas de Farfán y San Juan de la Maguana, consiste en la conformación de organizaciones de madres y la capacitación de 2,300 líderes y grupos comunitarios que se dedican a brindar atención primaria en salud, con énfasis en niñas y niños menores de 5 años, y mujeres en edad fértil.
“Lo hemos hecho especialmente para ellos porque están en la etapa más vulnerable de la vida. Un bebé debe ser nutrido con extremo cuidado, igualmente su madre o una recién parida debe ser alimentada razonablemente”, explica.
Roa, quien ha laborado como maestra de primaria y desde temprana edad ha colaborado activamente con Caritas Diocesana, en la formulación de proyectos de mejoramiento y desarrollo comunitario para el sur, trabaja asimismo en prevención de SIDA, cólera, embarazo en adolescentes y capacitación en salud, con el fin de mejorar las condiciones de salud y generar cambios de comportamientos, así como motivar e involucrar a las familias a empoderarse y resolver en colectivo las situaciones de riesgo que les afectan.
“Esta idea surgió por la situación que veía en la provincia. Me costaba creer que niños de apenas meses morían por la falta de nutrición, o porque sus madres no tenían para comprar medicamentos. Cuando un pequeño se enfermaba, muchas veces teníamos que resolver por nuestra cuenta, porque no contábamos con qué trasladarnos hasta una clínica de Santo Domingo, por eso hemos decidido crear estos proyectos”, dice.
El servicio que brinda, a través de la conformación de 430 botiquines comunitarios y 30 boticas populares, distribuidas en todas las provincias del sur, ha beneficiado a miles. La principal labor que se brinda en estos espacios es la dotación de filtros y de unidades de rehidratación oral a los niños que están enfermos, especialmente cuando tienen vómitos o diarrea.
Destaca, asimismo, el papel de las boticas parroquiales, de las cuales se suplen varios establecimientos de medicamentos en toda la región. “Estas nos facilitan el proceso de distribución y hacen que administremos mejor los recursos que tenemos, eso es muy bueno porque así no desperdiciamos nada, mantenemos un control ya que estamos buscando la mejoría de la salud de la gente, y no podemos darnos el lujo de desperdiciar nuestros insumos”.