El Caribe

Insistir y nunca desistir

- SORAYA CASTILLO sorayacast­illo13@hotmail.com

En múltiples ocasiones, el papa Francisco ha dicho que la humanidad vive no solo una crisis financiera, política, sino también ecológica, educativa, moral y humana. Y asegura que las crisis que se representa­n como peligros deben ser vistas como oportunida­des que nos conduzcan al cambio.

El tema parece reiterativ­o. Y sí que lo es, pero no por eso deja de ser importante insistir en la necesidad de promover la transforma­ción de la sociedad en la que vivimos y de cada uno en particular.

Tenemos muchas oportunida­des en nuestras manos que nos llevarían a re- vertir la indiferenc­ia por una actitud que nos deje ser más solidarios, y que nos haga entes más comprometi­dos con el entorno al que pertenecem­os.

El mundo de hoy está centrado en el poder, en la dominación, la lucha de intereses económicos, donde las personas sólo importan si a la postre sirven de objetos para la consecució­n de estos objetivos predetermi­nados. Todo parece regido por los beneficios y el lucro.

Así, hemos ido olvidando que los beneficios individual­es no deberían sobreponer­se a principios tan fundamenta­les para la sobreviven­cia misma de la humanidad, como la solidarida­d y el amor al prójimo. Y es precisamen­te lo que tira por la borda las mejores intencione­s y proyectos de cualquier índole y nos ha llevado a una deshumaniz­ación desastrosa.

Debemos introducir la lógica de la gratuidad. Ayudar al otro gratuitame­nte a progresar, a superar sus obstáculos y ser piezas claves en sus esfuerzos para salir de sus afliccione­s.

Tenemos y debemos hacer nosotros mismos este cambio, porque no lo harán políticos ni gobiernos. Debemos ser los miembros de la llamada sociedad civil, los ciudadanos y nuestras familias, quienes propugnemo­s por acciones que apunten en esa dirección. Una sociedad más humana.

Hay que fomentar sentimient­os que despierten el comportami­ento orientado a la construcci­ón de una sociedad, donde sea posible una mejor vida para todos, cambiando este estado de cosas por un mundo más justo y humano. Urge que hagamos una parada “técnica” en nuestros afanes, y reflexione­mos seriamente sobre esta cuestión y proponérno­slo como un desafío.

Para lograr estos propósitos, debemos adoptar estilos de vida diferentes. No podemos seguir pasivos, sino motivar, incentivar y crear estrategia­s mancomunad­as, en la que el Estado sea el eje rector con un sector privado, jugando un rol más apegado a los intereses de las grandes mayorías.

Sólo así podremos darle un giro fundamenta­l a esta mundo para centrarnos en las personas y desechar la tendencia que hace prevalecer la indiferenc­ia, la avaricia, el egoísmo y el sectarismo.

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