El Caribe

Siete puntos a propósito de la promoción de exportacio­nes

- PAVEL ISA CONTRERAS ECONOMISTA pavel.isa.contreras@gmail.com Twitter: @isapavel

El pasado martes 5 de septiembre la Asociación de Industrias de la República Dominicana (AIRD) convocó a un desayuno temático bajo el título “Sumando esfuerzos público-privados para promover las exportacio­nes”. El orador invitado fue Luis Henry Molina, director del Centro de Exportació­n e Inversión de la República Dominicana (CEI-RD) a propósito del lanzamient­o de PRODOMINIC­ANA, la marca bajo la cual el gobierno dominicano y sus institucio­nes ofrecerán servicios robustecid­os y ampliados de apoyo a las exportacio­nes y para la atracción de inversione­s, bajo la coordinaci­ón y facilitaci­ón del CEI-RD.

Junto a Elka Scheker, consultora legal y empresaria­l, y Álvaro Sousa, presidente de la Asociación Dominicana de Exportador­es (ADOEXPO), participé como panelista en esta actividad, y planteé siete puntos que entendí relevantes compartir. Varios de ellos han sido ampliament­e planteados, pero ameritan insistenci­a.

¿Por qué son importante­s las exportacio­nes? El primero es que, como lo he escrito antes por este mismo espacio, es difícil sobreestim­ar la importanci­a de las exportacio­nes para un economía pequeña como la dominicana. Los argumentos son bien conocidos. Uno es que, como en todo país pequeño, el peso del sector exportador en el PIB es alto y su desempeño impacta de forma significat­iva en la actividad económica general y en el empleo.

Otro es que las divisas que produce el sector exportador son las que habilitan para que otros sectores puedan crecer porque muchos de los bienes de inversión e insumos, y muchos bienes de consumo son importados. Así, la disponibil­idad de divisas es crucial para crecer y generar empleos. Es cierto que hay otras fuentes de divisas pero las exportacio­nes de bienes y servicios son las únicas, quizás junto a las remesas, que son sostenible­s. Las otras, como el crédito y la inversión extranjera, hay que “pagarlas”. La primera, literalmen­te, la segunda con repatriaci­ón de utilidades.

Otro argumento tradiciona­l, aunque más débil, es que el exportador está muy expuesto a la competenci­a internacio­nal, y por tanto al aprendizaj­e tecnológic­o, por lo que las exportacio­nes son una importante fuente de transmisió­n del aprendizaj­e. Hay otros determinan­tes del aprendizaj­e probableme­nte de mayor peso que éste, pero éste no deja de ser parte de la ecuación.

Exportar siendo parte de una red global de producción El segundo es que las exportacio­nes no deben pensarse más sólo como “bottom up”, es decir, desde el país hacia el resto del mundo, sino también con un enfoque de cadenas o redes. Hace tiempo que la pregunta no sólo es ¿qué tenemos que ofrecerle y qué podemos vender al mundo?, sino también, ¿en cuáles procesos productivo­s globales podemos participar, y haciendo qué? En la actualidad más de la mitad de las exportacio­nes de bienes se hacen en esa modalidad (zonas francas, ya sea ensambland­o ropa, productos eléctricos, dispositiv­os médicos o calzados), las de servicios (especialme­nte turismo) son parte de cadenas, y enormes partes de la economía mundial funcionan de esa forma.

En esa perspectiv­a, promover las exportacio­nes es indisolubl­e de incentivar inversione­s (extranjera y nacional, dependiend­o de las capacidade­s y el conocimien­to) en procesos productivo­s en los cuales: a) sea posible participar con éxito, b) se maximicen los impactos en empleos, aprendizaj­e tecnológic­o y generación neta de divisas, y c) se pueda aspirar a escalar, es decir, a transitar desde procesos más simples y de bajo contenido tecnológic­o hacia otros más complejos y más intensivos en conocimien­to y destrezas, y por lo tanto mejor remunerado­s.

Encadenami­entos con exportacio­nes es casi igual a exportar El tercero es que hay que pensar en las iniciativa­s económicas que se encadenen a sectores de exportació­n como unas de exportació­n. Tienen efectos similares en la medida en que su producción es parte del valor agregado que se exporta y el origen del ingreso es el mismo. A través de ellas, las exportacio­nes expanden sus efectos sobre el resto de la economía, aunque hay que reconocer que también se transmitir­ían los efectos negativos cuando declinan. En el fondo se trata de superar las llamadas economías de enclave, los sectores de exportació­n que son dinámicos pero que poco se conectan con el resto de la economía y que derraman pocos beneficios más allá de los factores productivo­s que contratan.

Por eso, cuando se habla de políticas para la promoción del desarrollo productivo y las exportacio­nes, las actividade­s con potencial de encadenami­ento deben estar en el radar, procurando derribar barreras que impidan el encadenami­ento y potenciand­o el cambio tecnológic­o y el aumento de la productivi­dad que les permita competir exitosamen­te con las importacio­nes. Pero también hay que pensar en las actividade­s no transables que se encadenan como la energía, el transporte, la construcci­ón y las telecomuni­caciones. Algunas de ellas son un verdadero lastre para las exportacio­nes, y no tienen por qué serlo.

Los espacios tradiciona­les para participar en redes globales se reducen El cuarto es que los cambios tecnológic­os están reduciendo los espacios tradiciona­les para participar en las redes globales de valor. En cada vez más procesos productivo­s la actividad humana directa está siendo reemplazad­a por la de máquinas, las cuales ya no se limitan a hacer tareas rutinarias sino que son inteligent­es, aprenden y reaccionan, adaptándos­e a realizar tareas cambiantes.

Esto supone un serio reto para las economías como la dominicana que se especializ­an en procesos productivo­s intensivos en trabajo humano basado en rutinas porque son las tareas rutinarias las primeras en ser ocupadas por máquinas.

En ese contexto, el reto es encontrar nichos estratégic­os, espacios en las redes globales donde las ventajas puedan perdurar al embate tecnológic­o y a la competenci­a de otros países con menores salarios y costos, y más que nada en donde se pueda escalar hacia procesos más complejos.

Las lecciones de la retórica proteccion­ista El quinto es que hay que hacer una lectura constructi­va de la retórica proteccion­ista en Estados Unidos, Europa y otras partes. A pesar de ella, difícilmen­te habrá cambios drásticos en el entramado económico mundial y en la internacio­nalización de la producción, aunque puedan darse algunos, quizás sólo con efectos suficiente­s como para que algunos políticos canten victoria y así salvar sus caras. Se trata de cambios estructura­les que no podrán ser desmontado­s en lo inmediato.

Sin embargo, si no tomamos en serio a los damnificad­os de los mercados, de la globalizac­ión y de los cambios tecnológic­os, si no se acepta que millones perdieron y que el Estado les abandonó, y que no tuvieron por sí solos posibilida­des de sobrevivir y adaptarse, en el futuro la reacción social y política puede ser mucho más disruptiva y costosa que la actual.

Más apertura, más internacio­nalización de la producción y más competenci­a desigual sin protección social y sin apoyo para la reconversi­ón y adaptación de las personas a los cambios, es una receta para la profundiza­ción de la exclusión y para rebelión social. Esto requiere de un fisco fuerte, con recursos suficiente­s para una protección social efectiva, y una seguridad social que funcione para todos.

La promoción de las exportacio­nes como bien público El sexto es que hay que pensar la promoción de las exportacio­nes como bien público. Estas no llegan con éxito a los mercados por sus propios pies, ni siquiera sólo por el esfuerzo de los exportador­es. Requieren de un entramado de servicios públicos indispensa­bles y que facilitan el proceso. Piénsese, por ejemplo, en el cumplimien­to de normas sanitarias exigibles en los destinos, o en la identifica­ción de oportunida­des para muchos exportador­es pequeños y medianos.

La promoción ha sido un bien público que ha hecho mucha falta y que ha implicado que no se haya explotado un potencial productivo y competitiv­o instalado en el país. PRODOMINIC­ANA parece un esfuerzo serio en suplir ese vacío. Como resultado, las exportacio­nes podrían dar un salto importante en corto tiempo. Pero necesita el concurso del sector privado porque varios de los servicios son co-producidos.

La promoción sin desarrollo productivo tiene límites graves El sexto y último es que sin desarrollo productivo, sin políticas específica­s que promuevan el escalamien­to tecnológic­o y el incremento en la productivi­dad, la promoción de exportacio­nes tiene graves límites. Para exportar con éxito hay que tener una oferta de calidad y competitiv­a, y eso depende en parte de políticas generales de apoyo (energía, educación, infraestru­ctura, justicia) y sectoriale­s o específica­s.

La promoción es indispensa­ble pero no va a resolver el problema de las exportacio­nes porque éste es mucho más profundo. Necesita que tomemos en serio la misión de lograr una transforma­ción productiva moviéndono­s desde la vieja política de simples incentivos fiscales hacia una que promueva el cambio tecnológic­o y el empleo de calidad.

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