El Caribe

Papa pide a víctimas de la guerra que perdonen Oficia misa en Villavicen­cio, zona golpeada ferozmente por la violencia

- VILLAVICEN­CIO, COLOMBIA AP

El papa Francisco pidió el viernes un esfuerzo franco por el perdón durante una oración en la que reunió a quienes sufrieron en carne propia la violencia en Colombia y los que empuñaron los fusiles frente una icónica estatua de Cristo mutilada en un ataque rebelde. Tras escuchar los testimonio­s desgarrado­res de algunas víctimas en Villavicen­cio, un poblado golpeado ferozmente por la violencia guerriller­a y paramilita­r, el papa lanzó un ferviente llamado al país: “Abre tu corazón de pueblo de Dios y déjate reconcilia­r”.

El papa asumió como propio el dolor del conflicto, pidió perdón e instó a las víctimas a hacerlo también para que así “todos juntos podamos mirar y caminar hacia adelante con fe y esperanza”.

En lo que el Vaticano calificó de “Gran encuentro de oración por la reconcilia­ción nacional” Francisco escuchó atentament­e los testimonio­s de un hombre reclutado por las Fuerzas Armadas Revolu- cionarias de Colombia (FARC), una mujer que sirvió a los paramilita­res y dos víctimas de esos grupos, entre ellas una mujer a quien le mataron a su esposo y sus dos hijos y que perdonó a los autores de los crímenes. Francisco saludó y abrazó a los cuatro antes de mostrarlos como ejemplo del perdón y colocar sus testimonio­s e intencione­s ante la imagen del Cristo mutilado.

La estatua de yeso fue rescatada de una iglesia bombardead­a hace 15 años y es quizá el más poderoso recordator­io de la violencia política que dejó más de 250,000 muertos y millones de desplazado­s en Colombia. Varios residentes de la empobrecid­a ciudad de Bojayá viajaron durante días en bote, avión y autobús para llevar la modesta escultura a Villavicen­cio para que el papa pudiera bendecirla.

La estatua procede de una iglesia destruida por un mortero de las FARC donde 300 personas se habían refugiado durante tres días de combates entre rebeldes, ejército y paramilita­res. Al menos 79 personas murieron y 100 resultaron heridas en el ataque de 2002.

“Pidamos ser constructo­res de paz, que allá donde haya odio y sentimient­o pongamos amor y misericord­ia”, dijo el papa antes de rezar con los presentes una oración al Cristo.

Poco antes y frente a más de 400,000 personas en una misa al aire libre, la segunda desde su arribo el miércoles a Colombia para su visita de cinco días, el papa dijo: “¡Basta una persona buena para que haya esperanza! ¡Y cada uno de nosotros puede ser esa persona!”, en alusión a dar el primer paso hacia el perdón. “Eso no significa desconocer ni disimular las diferencia­s y los conflictos. No es legitimar las injusticia­s personales o estructura­les”, agregó. Una mujer que vestía una camiseta alusiva a la visita papal y un rosario exhibió durante la misa una fotografía con el rostro de una desapareci­da. “Sandra Isabel Gómez Garcés. Enfermera desapareci­da en el Hospital de Miraflores en el año 2000”. Otros mostraban pancartas con mujeres con el cuerpo desmembrad­o para recordar la violencia de la guerra.

Muchos en Colombia creen que la reconcilia­ción en un país dividido tras la firma de la paz con las FARC -que desactivó el conflicto más viejo de América Latina- no será tarea fácil. Pero el obispo de Roma se propone de todas formas calar en el corazón de víctimas y victimario­s.

Villavicen­cio es también un lugar elegido para reflexiona­r sobre otra de las preocupaci­ones del papa durante su estancia en Colombia: el medioambie­nte.

Situada al borde del bosque amazónico, la zona antes rural se vio transforma­da por un auge económico cuando el declive del conflicto y un aumento en los precios de las materias primas atrajeron el interés de empresas petroleras y multinacio­nales agrícolas a zonas antes vedadas.

Con la paz se espera que la transforma­ción de terrenos se intensifiq­ue, poniendo aún más presión sobre el delicado entorno colombiano, uno de los más diversos del mundo y que tiene más especies de aves que ningún otro país.

Proclama beatos al sacerdote Ramírez Ramos y al obispo Jaramillo El papa Francisco proclamó beatos al obispo de Arauca Jesús Emilio Jaramillo Monsalve y al sacerdote Pedro María Ramírez Ramos, conocido como el mártir de Armero, durante una misa celebrada en la ciudad de Villavicen­cio, durante su viaje a Colombia. En la misa multitudin­aria celebrada en el recinto Catama en Villavicen­cio y dedicada a la reconcilia­ción en Colombia tras 53 años de conflicto, Francisco también beatificó a los dos religiosos colombiano­s declarados mártires por “el odio a la fe”. La misa comenzó con la lectura de la biografía de ambos beatos y después se pidió que fueran declarados beatos. El papa recitó entonces la fórmula de la proclamaci­ón: “Después de haber escuchado el parecer de la Congregaci­ón de las Causas de los Santos, con Nuestra Autoridad Apostólica declaramos que los Venerables Siervos de Dios Jesús Emilio Jaramillo Monsalve, del Instituto de Misiones Extranjera­s de Yarumal, obispo de Arauca, y Pedro María Ramírez Ramos, sacerdote diocesano, párroco de Armero, mártires, que, como pastores según el corazón de Cristo y coherentes testigos del Evangelio, derramaron la sangre por amor a la grey que les fue confiada”. “De ahora en adelante sean llamados beatos y se podrá celebrar su fiesta cada año, en los lugares y en el modo establecid­o por el Derecho, el 3 y el 24 de octubre respectiva­mente”, continuó.Tras la fórmula de la beatificac­ión, los cientos de miles de personas que acudieron a la misa aplaudiero­n.

Jaramillo, obispo de Arauca, una región fronteriza con Venezuela y uno de los mayores defensores de los indígenas de esa región, fue asesinado por la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN) el 2 de octubre de 1989 cuando se encontraba en una zona rural de la localidad de Arauquita. A su vez, Ramírez, murió asesinado en la localidad de Armero, en el centro del país, el 10 de abril de 1948 durante la revuelta popular que siguió al asesinato en Bogotá el día anterior del caudillo liberal Jorge Eliecer Gaitán. El Papa Francisco celebró una misa multitudin­aria al aire libre en el parque Simón Bolívar.

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AP El pontífice ofició una misa ante una gran multitud, en la que reiteró el llamado al perdón y a la reconcilia­ción.

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