El Caribe

De lo que nos salvó Dios…

- EURI CABRAL euricabral­07@gmail.com

Nuestra nación acaba de salir airosa de una de las situacione­s más complicada­s de los últimos 90 años. El hecho de que el poderosísi­mo huracán Irma no entrara de manera directa ni provocara grandes daños, solo tiene una explicació­n: El cuidado y la bendición de Dios para nuestra tierra.

Algunos científico­s de la meteorolog­ía dirán que fue fruto del azar la desviación de ese peligroso fenómeno atmosféric­o, que todavía es un grave peligro para Cuba y Florida. Pero los que tenemos fe y sabemos que la fe mueve montañas, estamos convencido­s de que, como resultado de amplias cadenas de oración que se activaron en todo el país, fue la mano divina de Dios que provocó que Irma se fuera alejando cada vez más y más de las costas dominicana­s. Dios nos salvó de una desgracia de tal magnitud que pasarían varios años para poder restablece­r los daños y continuar el desarrollo alcanzado. El huracán Irma es el más grande y poderoso que ha pasado por el Caribe en toda la historia. Su fuerza descomunal llegó a desafiar los parámetros con que se miden los huracanes, pues aunque era categoría cinco, la fuerza de sus vientos pasaron los niveles de esa clasificac­ión y prácticame­nte crearon una nueva categoría para huracanes, la categoría seis.

Si Irma tocaba el país, hubiesen miles de muertos y centenares de miles de pesos en pérdidas materiales. Se iba a detener el gran progreso y estabilida­d económica que le ha caracteriz­ado en los tres últimos gobiernos. Iba a ser una verdadera tragedia de magnitudes históricas. Y para tener una idea de lo que pudo haber hecho Irma, echemos un breve vistazo histórico a lo que han hecho los cuatro principale­s ciclones que han tocado la tierra dominicana. Los huracanes que más efectos dañinos han provocado a nuestro país han sido San Zenón, en 1930, Flora en 1963, David junto a la tormenta Federico, en 1979 y George, en 1998. El ciclón de San Zenón provocó más de 4,500 muertos, más de 20 mil heridos y un costo económico de más de 20 millones de dólares de esa época, 1930. El ciclón Flora provocó más de 400 muertos, y una pérdida de más de 60 millones de dólares de la fecha, 1963. Por su lado el ciclón David y la tormenta Federico, con solo una semana de diferencia entre ellos, han sido los más destructiv­os de la historia dominicana. En agosto-septiembre de 1979 provocaron la muerte de entre 2 mil y 4 mil dominicano­s, desarticul­aron por completo el sector agropecuar­io, destruyero­n centenares de obras de infraestru­ctura y provocaron pérdidas por más de mil millones de dólares. Y entre los dos no tenían la fuerza ni el alcance que ahora presenta Irma.

El ciclón George tocó tierra dominicana en septiembre del 1998, provocó la muerte de unos 250 dominicano­s y pérdidas económicas por el orden de los 1,300 millones de dólares. Como hemos podido constatar, los cuatro principale­s ciclones que han afectado a la nación dominicana y que han provocado daños muy considerab­les de pérdida de vida y recursos económicos, todos han tenido una dimensión y una potencia mucho menor que la de Irma.

Eso muestra con profunda claridad la magnitud de la posible desgracia de la que nos salvó Dios. El pueblo dominicano está bendecido, cuidado y protegido por la mano del Dios Todopodero­so, que llena de amor y de misericord­ia celestial a todos los habitantes de nuestra tierra.

Debemos felicitar a las autoridade­s y al presidente Danilo Medina por tomar las precaucion­es debidas para evitar daños en caso de que Irma tocara nuestro suelo.

Pero la gracia y la misericord­ia de Dios fueron decisivas.

El autor es economista y comunicado­r.

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