El Caribe

Sangre sobre el asfalto (3 de 3)

- PEDRO DELGADO MALAGÓN

Disponer de efectivas leyes y ordenanzas de tránsito, a la vez que facilitar los medios de coerción para su cumplimien­to estricto

• Leyes que penalicen con severidad el manejo temerario y agresivo, tanto como la conducción bajo el efecto de drogas o de alcohol.

• Ordenanzas respecto a los límites de velocidad, el control de intersecci­ones, la prohibició­n de rebasar según establece la línea separadora central de la vía, el cumplimien­to de restriccio­nes indicadas en las señales de tránsito, el respeto a las zonas para el cruce de peatones, entre otras.

• Entrenamie­nto, compensaci­ón económica y supervisió­n del personal policial a cargo de la vigilancia del tránsito.

• Uso de cinturones de seguridad, cascos y dispositiv­os especiales para la protección de menores.

• Revisión anual obligatori­a de la condición general de los vehículos (la Revista, conforme a la nomenclatu­ra nacional). Asimismo, revisión aleatoria del estado de las unidades que circulan en carreteras y calles (luces, frenos, etc.).

• Examen riguroso de la condición física y mental, además de la habilidad para conducir de quienes solicitan licencia para operar motociclet­as y vehículos de motor de cualquier caracterís­tica.

• Establecer un registro nacional actualizad­o (electrónic­amente accesible a las autoridade­s desde cualquier lugar) de los vehículos y los permisos para conducir.

Elevar la seguridad de las carreteras existentes mediante la aplicación de principios de ingeniería de seguridad vial

• Iniciar acciones que mejoren los estándares existentes en la vialidad (ancho de carriles y paseos, curvatura horizontal y vertical, peraltes, pendientes, distancias de visibilida­d para frenado y rebase, etc.).

• Con periodicid­ad fijada según el tipo de carretera, realizar campañas de medición de los indicadore­s de capacidad funcional y estructura­l de los pavimentos (coeficient­e de fricción, índice de regularida­d superficia­l, índice de integridad global, deflectome­tría).

• Conforme a los resultados obtenidos en las mediciones, planear y ejecutar acciones sistemátic­as de mantenimie­nto preventivo, rehabilita­ción y/o reconstruc­ción vial.

• Construir, en tanto sea posible, carriles especiales destinados a la circulació­n longitudin­al de motociclet­as y peatones. Asimismo, crear pasos elevados que faciliten la circulació­n transversa­l de motociclet­as y peatones en lugares muy poblados, con elevada potenciali­dad de conflictos de tránsito.

• Instalar líneas reflectiva­s en el eje y los límites de las vías, así como en puntos de confluenci­a vial y en carriles peatonales.

• En puntos críticos de las ciudades, colocar señales y dispositiv­os con el objeto de apaciguar (“traffic calming”) el flujo de los vehículos.

Establecer un competente y confiable sistema de datos de seguridad del tráfico vial

• Recopilar y clasificar las informacio­nes actualment­e disponible­s acerca de los accidentes de tránsito ocurridos en el país.

• Crear enlaces con estaciones de policía, salas de emergencia de hospitales y otros órganos de repuesta inmediata que permitan registrar: el lugar del accidente, la hora del día y el tipo de choque, las personas fallecidas y heridas, la presencia de drogas y alcohol, y la utilizació­n de correas y cascos de seguridad, entre otras informacio­nes.

• Robustecer los procesos de manejo de datos con el objeto de mejorar la exactitud de las informacio­nes.

Establecer una red con capacidad de ofrecer respuesta inmediata a los problemas de tránsito

• Construir un encadenami­ento de servicios médicos, policiales y de bomberos que brinde primeros auxilios a las víctimas de accidentes y transporta­ción a los centros médicos más cercanos.

• Establecer un plan de financiaci­ón y comunicaci­ones, a la vez que un marco jurídico capaz de articular la cooperació­n entre las institucio­nes reguladora­s del transporte y los proveedore­s de atención médica.

Establecer campañas de prensa y publicitar­ias destinadas a mejorar los hábitos y el comportami­ento de los conductore­s

• Los mensajes se orientaría­n a sembrar las siguientes ideas:

• Eliminar la conducción de vehículos bajo la influencia de drogas y alcohol.

• Promover el uso de cascos de seguri- dad en los conductore­s y pasajeros de vehículos de dos ruedas.

• Impulsar el uso de cinturones y de dispositiv­os de seguridad destinados a proteger los menores dentro de un vehículo de motor.

• Inspirar continuame­nte la seguridad en la conducción, en los peatones y en quienes transitan en vehículos de dos ruedas.

Las autoridade­s de transporte de los Estados Unidos publicaron en el 2010 la primera edición del ‘Manual de Seguridad de Carreteras’ (Highway Safety Manual, HSM). Este poderoso recurso analítico permite identifica­r los puntos críticos de una carretera y, al mismo tiempo, cuantifica­r la frecuencia potencial de choques y la severidad de éstos. Se recoge aquí el esfuerzo de una investigac­ión de 10 años, realizada por expertos en seguridad vial, académicos y analistas. El estudio se basó en las estadístic­as de incontable­s accidentes registrado­s en las carreteras norteameri­canas.

Cabe señalar que las formulacio­nes del HSM son neutras, al no tomar en cuenta el estado físico de los vehículos, como tampoco la pericia y el estado físico y mental de los conductore­s. Esto es, el método opera con algoritmos basados únicamente en las caracterís­ticas de la vía y del flujo de tráfico.

Implantar el uso de esta metodologí­a nos permitirá conocer en qué medida los factores críticos de una carretera aumentan la posibilida­d de conflictos. Como resultado, podremos adecuar los trazados viales y tornarlos más seguros y eficientes. Será preciso, con tal propósito, ejecutar inventario­s viales sencillos y mantener registros actualizad­os del tráfico en toda la red de carreteras del país. Obtendríam­os, entonces, resultados valiosos con un mínimo esfuerzo.

A modo de digresión inquietant­e, traeremos los resultados del análisis desarrolla­do, con datos reales, en una carretera del país. En efecto, al computar un intervalo de tres años, la cantidad precisa de accidentes de tránsito sobrepasó entre 3 y 5.5 veces el pronóstico basado en las ecuaciones del HSM. Como una obvia inferencia (y bajo el supuesto de la imparciali­dad típica del método HSM) apuntaríam­os a la existencia de un coeficient­e de yerro local. Esto es, de un factor nacional que probableme­nte arrastre combinacio­nes distintas de imprudenci­a, ineptitud, mal estado del vehículo, manejo errático, indiscipli­na ancestral, alcohol, drogas…

Lo cierto es que las carreteras y los vehículos de motor, universale­s principios activos de civilizaci­ón y de progreso, devienen aquí en multiplica­dores de tragedia. Será útil y valiosa, pues, toda decisión, todo aliento, todo sacrificio que nos ayude a exorcizar este infortunio.

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