“Si los humanos somos perecederos, todo en la vida lo es”
Giovanni Cruz habla de sus amores dentro y fuera del teatro, de su pasión por la vida y del respeto que todo artista debe sentir por el público
EVELYN IRIZARRI S.
El de Giovanni Cruz es uno de los nombres más sobresalientes del teatro dominicano, ya que ha trascendido en los escenarios como escritor, actor y director. En cada uno de esos roles se ha entregado en cuerpo y alma, con la pasión con que vive cada tiempo y espacio de su vida y con la disciplina que caracteriza a los que llegan más lejos y cuyos resultados siempre sobresalen.
Director exigente, donde no caben la indulgencia ni las medias tintas, donde no hay términos medios. Las cosas se hacen bien o no se hacen, dice, pues un trabajo bien logrado es la más fehaciente prueba de respeto al público.
Como actor, respeta al pie de la letra las instrucciones de sus directores. Se deja dirigir. Es puntual y disciplinado. Es un actor más dentro del reparto.
A la hora de escribir es un autocrítico muy severo. Tanto, que más del 80 por ciento de lo que escribe va a parar a la papelera, pues solo se siente satisfecho cuando está seguro de que lo escrito es un trabajo con méritos suficientes para presentarlo al público que tanto respeta.
A su juicio, el teatro debe hacerse bien sin importar quien caiga en el camino y sin importar que para lograr el resultado esperado tenga que llegar a ser cruel.
Para él, la actuación no tiene fronteras, un actor puede trabajar en el teatro, la televisión o el cine, el único requisito es la formación y el respeto al auditorio.
1. De un lado a otro
Mi padre, Andrés Modesto Cruz, era contratista de carretera. A él le gustaba decir que había construido la mitad de este país. Mi madre, Estela Durán de Cruz, era poetisa. El trabajo de mi padre obligaba a la familia a tener que trasladarse con él a los distintos proyectos, lo que hizo que yo tuviera una conciencia casi global de la cultura dominicana, que ha sido muy importante en mi condición de actor y de escritor.