El Caribe

“He sufrido muchos golpes, pero los superos

Basilio Nova realiza su trabajo con esmero, disfruta dirigir, pero donde realmente se siente como “pez en el agua” es en la actuación

- EVELYN IRIZARRI FOTO: EDWARD ROUSTAND

El actor Basilio Nova disfruta cuando dirige, pero donde realmente se siente “como pez en el agua”, es actuando

Basilio Nova fue invitado por su hermano Ignacio a participar en una obra de teatro, cuando aún ambos eran muy jóvenes. Desde ese momento, le atrajo el mundo del teatro, los actores y la dirección teatral. Corría el año 1974 y el punto de partida estaba ubicado en la vieja capilla de la Iglesia Sagrado Corazón de Jesús. Allí realizó su debut como actor. Un comienzo que tuvo para él la misma importanci­a que su primera aparición en el teatro de Bellas Artes o del Teatro Nacional, pues todos los públicos merecen el mismo respeto y la misma seriedad de los actores y artistas en general.

De ese debut, han pasado ya 43 años, cuatro décadas que representa­n una vi- da consagrada a la actividad que le apasiona y a la que se entrega por entero, solo a la espera de los aplausos de satisfacci­ón del auditorio al cual le presenta el personaje en el que se convierte en cada obra.

En la dirección ha sido exitoso y disciplina­do, siempre buscando las mejores produccion­es para llevar a escena; sin embargo, es cuando actúa, y a través del personaje que encarna, le da vida a otro, cuando se siente feliz, consagrado, tan cómodo “como pez en el agua”.

Para Basilio cada personaje es un reto y la prueba de fuego es complacer al publico más exigente: El infantil.

1. Hermano mayor

Nací en Villa Juana. Mis padres, Basilio Quiroz y Lorenza Nova. Como te darás cuenta utilizo el apellido de mi madre, pero lo hice porque sentí que sonaba más bonito Nova que Qui-

roz, luego me di cuenta que no era así. De mi padre y mi madre nacimos cuatro hijos. Yo soy el mayor. Tres varones y una hembra. Ignacio, que nació después de mí, Luis y Miladys. Nos criamos y nos desarrolla­mos en Villa Juana. Ignacio es el culpable o el responsabl­e, no obstante ser un año menor que yo, de iniciarme en el teatro, porque quien era aficionado a la actuación era él. Él participó en una obra y ha dirigido otras. Entonces, después tuve una participac­ión incidental en la obra que se llamaba “La historia de Tony y Manny el arrancao”. Era una comedia.

2. Personas humildes

Mi papá era chef de profesión. Era cocinero particular del dictador Rafael Leonidas Trujillo, y mi mamá también trabaja en la casa de Trujillo. A la muerte del dictador, ellos se fueron al interior, por la inestabili­dad que había. Ellos eran personas humildes y muy trabajador­as. Mi mamá no quería que yo hiciera teatro, porque nosotros éramos personas sin abolengo, porque en ese entonces, los padres pensaban que el arte era solo para los ricos, entonces ella temía que sus hijos, si se dedicaban al arte, iban a pasar necesidade­s y no tendrían futuro. Entonces, yo le expliqué que eso era lo que yo quería hacer y era lo que me gustaba, y para complacerl­a un poco me inscribí en la universida­d a estudiar Sociología, para que ella estuviera más tranquila.

3. El hermano actor

Ignacio entró a estudiar actuación en la escuela de Bellas Artes, en la Escuela de Arte Dramático, y me llamó para que participar­a en esa obra. Entonces, en el año 1974, formamos lo que se llamó “Los juglares del teatrón”, una compañía de teatro barrial con la cual produjimos las obras “La guarda cuidadosa” y “La Farsa y Justicia del señor corregidor”. Después el nombre del grupo cambió a Teatro Experiment­al Popular. Entonces, ya con esta agrupación, con un poco más de criterio técnico e ideológico, hacemos un teatro de contenido, revolucion­ario, de protesta, porque eran los tiempos que se vivían en ese momento, que eran los años 70 y 80.

4. Teatro de las Monjas

Montamos dos obras en un teatro que había en Villa Juana, que era la vieja capilla de la Iglesia Sagrado Corazón de Jesús, donde también estudié hasta octavo grado. Es decir, en el Colegio de Salesianos, que fue cuando hicieron la iglesia grande, porque la capilla pequeña era de madera, la convirtier­on Los Salesianos en un teatro. Donde quiera que hay salesianos trabajan mucho con los jóvenes y entonces el teatro es una de las actividade­s propias de Los Salesianos. En ese teatro, que llamaban el Teatro de las Monjas, montamos esas dos obras iniciales. Esa capilla estaba en la Mauricio Báez, entre la calle Juan Erazo y la calle Moca. En esa capilla fue que realicé mi gran debut en el teatro, con “La guarda cuidadosa” de Cervantes y “La Farsa y Justicia del señor corregidor” de Alejandro Casona. Luego empezamos a hacer teatro, y en los ochenta y tanto pasamos al Teatro de Bellas Artes.

5. En Bellas Artes

Al llegar a Bellas Artes, en el año 1976, que fue el gran debut en un escenario profesiona­l, como lo es la Sala Máximo Avilés Blonda, ahí presentamo­s una obra llamada Robots Universale­s Rossum, de un autor ruso llamado Karel Čapek. Ese fue el gran debut, no solo mío, sino de otros jóvenes de Villa Juana que conformaba­n la agrupación teatral, que se llamaba teatro Experiment­al Popular, que dirigía mi hermano Ignacio Nova, y que es quien me introduce al teatro. Después mi hermano se marchó a La Habana, Cuba, y cuando se graduó en la Escuela de Arte Dramático como actor, se fue a estudiar teatro, pero terminó estudiando Historia del Arte. Entonces, él es crítico e historiado­r del arte, profesor de esa materia en universida­des, también es politólogo. En esos cinco años que se fue a Cuba, ganó festivales, pero al llegar al país, sólo montó una obra en la cual yo participé, la obra se llamaba “La agonía del difunto”, una obra que ganó el premio Casa de las Américas y que montamos con gran éxito en el Teatro Nacional. Luego de esa obra, Ignacio ha hecho otros intentos, pero no los ha concluido, pero es un gran actor y director de teatro, solo que está dedicado a la crítica de arte, al periodismo y a la enseñanza.

6. Teatro infantil

En el año 1971, nos dimos cuenta que había una gran demanda de teatro infantil, porque las obras que presentába­mos eran para el público adulto. Sin embargo, más del 90 por ciento del público que asistía a verlas eran niños. Estábamos presentand­o obras con contenido muy revolucion­ario, por ejemplo “Los fusiles de la madre Carrar”, una obra de Bertolt Brecht, uno de los grandes íconos del teatro universal, que trata de la Revolución Civil Española del 1937. Es un tema que no es para niños. Entonces ahí creamos dos agrupacion­es para trabajar para niños, una se llamaba “La teatrina de la Titiri tiña”, que era para trabajar con niños actores, y el teatro Cúcara Mácara que era para hacer títeres y teatro hecho por adultos, pero para niños. Es decir, que desde el año 1981 estamos trabajando con esta institució­n que se llama Teatro Cúcara Mácara, que tiene ya 36 años de actividad ininterrum­pida produciend­o teatro, radio y televisión para niños, niñas y jóvenes.

7. Director o actor

A mí me hace sentir como pez en el agua, la actuación. Todos los papeles me gustan por igual. Soy un actor formado para representa­r cualquier papel. Uno no debe permitir que lo encasillen en un mismo papel, eso no es profesiona­l, si caes en eso, caes en el facilismo. El trabajo de la interpreta­ción es un trabajo muy serio. Tienes que dedicarte a estudiar la sicología del personaje. Entonces cada personaje es un nuevo reto, donde tienes que desdoblart­e para ser otro. Si me quedo siempre en el papel del

Creación Los personajes se construyen a partir de la creación o de la imitación. Es decir, imaginario­s o tomando partes de algún prototipo”. Público Me he dedicado a trabajar para un público muy exigente, que aunque no lo parezca, lo es, y ese es el público infantil”. Apoyo Lo más difícil es la falta de recurso y de respaldo de las instancias estatales. Esto pasa por falta de una legislació­n que respalde al teatro”.

policía, por ejemplo, como les pasa a muchos comediante­s nuestros, el papel siempre es igual. El trabajo del actor es poder representa­r, interpreta­r, caracteriz­ar un personaje distinto cada vez. Cada personaje debe ser distinto al anterior. En cuanto al director, este nunca debe ser fuerte. El director debe dirigir, es parte de un proceso creativo. Hay tres dramaturgi­as, la del escritor, la del director y la del actor. El teatro es una convención entre el espectador y el actor.

8. De los personajes

Para la obra “La agonía del difunto”, el personaje era para un hombre grande, gordo, fuerte, porque era un terratenie­nte, pero mi hermano y yo decidimos hacer lo contrario y cogimos como prototipo a un sindicalis­ta del transporte, que era muy grande, pero que tenía una voz aflautada. Los personajes se construyen a partir de la creación o de la imitación. Es decir, tú construye un personaje totalmente imaginario o tomando partes de algún prototipo. A veces los personajes surgen de personas que uno ve por las calles. Otro personaje que me costó mucho trabajo fue el personaje de “Orlando”, en la obra titulada “La empresa perdona un momento de locura”, de un autor venezolano. Otra obra que demandaba mucho de mí porque era director, actor y productor, es “Weekend en Bahía”, de un autor cubano, llamado Alberto Pedro. Te puedo decir que todos los personajes son un reto.

9. Un público exigente

No asumo el teatro como algo fácil, sino como algo de gran responsabi­lidad. Me he dedicado fundamenta­lmente a trabajar para un público muy exigente, que aunque no lo parezca, lo es y ese es el público infantil. Ese es el público más sincero, porque tú como adulto vas a ver una obra de teatro y por educación, te quedas, aunque no te guste y por decencia aplaudes al final, pero el niño no. Si no le gusta te lo hace saber, porque el niño es sincero, no oculta sentimient­os y si no le gusta el espectácul­o, el niño grita, se duerme, se quiere ir, corre por el teatro, y si al final nadie le hace caso, se duerme. Por el contrario, si al final del espectácul­o el niño te abraza, se quiere hacer una foto contigo, eso quiere decir que le gustó la obra.

10. Vida en familia

En la vida he atravesado por momentos difíciles, como la muerte de mis padres y de uno de mis hijos. Soy una persona feliz, alegre por naturaleza y por vocación. He sufrido muchos golpes en la vida, pero los supero envuelto en esto que he amado tanto y que hago con tanta pasión. El mayor de mis hijos, Eduardo, a la edad de 23 años fue muerto por la imprudenci­a de un amigo, que dice él, entre comillas, que se le disparó una pistola y lo mató, pero yo creo que fue por celos. Tengo dos hijos más, uno que se llama Ricardo y otra con mi pareja actual, que se llama Elsa Laura y que está estudiando en la Escuela de Arte Dramático. Ellos dos son mis joyas, junto a mi esposa Ana Jiménez Grullón, que comparte conmigo la pasión por la producción. Ella es mercadólog­a. Formamos pareja hace más de 20 años.

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“Desde el año 1974, me ha sido prácticame­nte imposible separarme del teatro”.

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