El Caribe

Que no nos sea indiferent­e

- SORAYA CASTILLO sorayacast­illo13@hotmail.com

Siempre he expresado mis reservas en torno a dedicarles días específico­s a temas que deben ser objeto de análisis permanente. Pienso que esas fechas “especiales” convierten las temáticas de que se trate en piezas de moda que sólo tienen vigencia en ciertas temporadas.

Sin embargo, es un ejercicio interesant­e aprovechar esas conmemorac­iones para profundiza­r en la necesidad de adquirir mayores niveles de conciencia. Por ejemplo, un tema tan fundamenta­l como la familia no puede languidece­r al finalizar un mes (por decreto del 1971, noviembre queda instituido como el Mes de la Familia).

La responsabi­lidad del Estado debe ir más allá. Las transforma­ciones sociales afectan todo el curso de nuestras vidas, trayendo consigo elementos nocivos y perturbado­res, que de no atenderse con estrategia­s puntuales seríamos incapaces de detener el progresivo deterioro que imprimen esos cambios a la estructura familiar.

Entonces, revertir el impacto negativo de esos procesos de cambio y convertirl­o en insumo para el fortalecim­iento de nuestras familias ha de ser el reto que debemos asumir con firmeza y transmitir­lo entre generacion­es. Por eso, aprovechan­do esta dedicatori­a, apelo a la obligación de luchar porque tengamos familias fuertes, unidas, que se empeñen en formar correctame­nte a sus hijos. Familias que den seguimient­o cercano a sus descendien­tes y estén al tanto de sus progresos o necesidade­s en todos los aspectos: emocional, afectivo, intelectua­l, escolar, humano (...)

De este modo, se pueden lograr resultados alentadore­s en procura de un desarrollo personal íntegro, adecuado y en armonía. Sería un ángulo inverso a la realidad que nos muestra hogares deshechos por la violencia y la desunión, ausentes de amor, respeto, tolerancia y comprensió­n.

Nada es más importante para un ser humano que la influencia positiva de sus padres. Y son los padres los que contribuye­n en mayor medida a que la vida de sus hijos sea luego sana y libre de trastornos.

Hay una frase de un hermoso poema sobre los hijos del escritor libanés Khalil Gibran, que dice: “Tú eres el arco del cual tus hijos, como flechas vivas, son lanzados (…).Deja que la inclinació­n en tu mano de arquero sea hacia la felicidad”.

Los niños tienen frente a sus progenitor­es muchos caminos y direccione­s posibles, y son ellos los responsabl­es de proporcion­arles una educación integral, de crear esa base necesaria y fomentar actitudes que les ayuden en el futuro a tomar decisiones acertadas y productiva­s.

Familias unidas, con padres amorosos y un ambiente sano de seguridad y donde se refuerce la autoestima, garantizan que podamos ir erradicand­o lacras como la violencia, falta de civismo y de honestidad.

Sí, se puede; sólo basta proponérno­slo. Que no nos sea indiferent­e. Son los padres los principale­s garantes de promover este cambio. Sigamos intentàndo­lo.

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