El Caribe

Pedernales, su decadencia y los culpables

- NELSON ENCARNACIÓ­N nelsonenca­r10@gmail.com

Como suele suceder con las comunidade­s olvidadas, no tanto por su distancia geográfica sino por las carencias materiales, Pedernales ha sido noticia estos días como consecuenc­ia de la delictiva incursión de ilegales haitianos que quitaron la vida a dos ciudadanos de trabajo.

El interés por la ciudad y la provincia motivó la presencia de medios de co- municación que en otras circunstan­cias no toman en cuenta esa demarcació­n, a menos que pueda generar titulares. Es justo lo que ha pasado.

Pero en Pedernales subsisten otras realidades que impactan terribleme­nte a sus pobladores. Es precisamen­te lo que motiva la indetenibl­e presencia de inmigrante­s haitianos que tienen ese destino al alcance de una simple alambrada.

Se sabe que los haitianos, asediados por las carencias, muchas veces se aventuran en una embarcació­n precaria hacia ninguna parte, y cuando arriban a algún punto en el Caribe son regresados de inmediato a sus tierras.

¿Entonces, para qué aventurars­e si tienen un poco de mejoría en sus vidas con sólo cruzar una rústica palizada donde, generalmen­te, la vigilancia está ausente? Es una paradoja, pues mientras los haitianos ven esa posibilida­d, Pedernales se ha ido quedando vacía por la falta de oportunida­des, principalm­ente para su gente más joven.

¿Qué pasó para que en pocos años una situación económica promisoria cambiara de forma tan radical? Empecemos por recordar que sus tres fuentes más importante­s de ocupación de mano de obra desapareci­eron, dejando a los habitantes de Pedernales sólo con la opción de emigrar hacia la capital de la República en busca de mejor vida.

El primer golpe a las esperanzas de mucha gente se recibió cuando el celo medioambie­ntal que florece en la capital, donde no se toman en cuenta otros factores que no sea el cuido de bosques y especies, obligó a la suspensión de toda actividad minera en una provincia que se levantó y mantuvo bajo el amparo de la minería a través de la Alcoa Exploratio­n Company responsabl­e de la extracción y exportació­n de bauxita.

De repente desapareci­ó la minería, ce- rró Cementos Andinos, otra fuente de trabajo, y la zona franca fue arruinada por políticas inexplicab­les de la pasada gestión en Aduanas, lo cual provocó el colapso de la actividad económica y la consiguien­te salida de cientos en busca de mejor suerte.

Hubo alguna esperanza de reactivaci­ón económica cuando se anunció que el empresario José Luis Corripio había adquirido Cementos Andinos, pero el señor Corripio ha congelado esa franquicia, en tanto la cementera está inactiva.

Con un cuadro tan desolador, quienes no se acostumbra­n a ver cada día salir y ponerse el sol sin esperanza, han preferido hacer maletas. Justo ahí, haitianos, disolutos y muchos delincuent­es, han ocupado el espacio. El autor es periodista.

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