El Caribe

Mucho más que cuatro

- MARISOL VICENS BELLO mvicens@hrafdom.com.do

El Consejo Nacional de la Magistratu­ra (CNM) ha iniciado las entrevista­s de los 46 candidatos que aspiran a ser miembros del Tribunal Constituci­onal, en una apresurada agenda de tres días que no permitirá evaluar con la profundida­d requerida a los candidatos ni conocer sus líneas de pensamient­o, en adición a que el breve tiempo concedido para cada entrevista tampoco será aprovechad­o de la mejor manera por la vaguedad de las preguntas a los entrevista­dos.

Lo ideal hubiese sido que luego de una primera selección y ronda de entrevista­s, se hiciese una segunda selección de una lista corta de candidatos cuyo número debería guardar relación con las vacancias a suplir, y que los que formaran parte de esa lista fuesen sometidos a una segunda ronda de entrevista­s, lo que hubiera permitido una mejor evaluación y mayor conocimien­to de los candidatos; pero penosament­e estas sugerencia­s de modificaci­ón al Reglamento No.1 del CNM no fueron acogidas.

Y es importante que se insista en esto, porque es la única forma de garantizar un proceso con mayores niveles de transparen­cia, puesto que mientras más insulsas sean las entrevista­s y mayor el número de los entrevista­dos, menos la sociedad podrá conocer los méritos o desméritos de éstos y la escogencia podrá ser más discrecion­al; mientras que por el contrario, si el número de entrevista­dos se reduce y se da oportunida­d de conocer al público quienes son los mejores, será más difícil dejar fuera de la selección a los que el sentir general entienda como los más calificado­s.

En manos de los 8 miembros del CNM y particular­mente de la mayoría que tiene el presidente de la República y de dicho consejo, está la decisión de seleccio- nar cuatro jueces que reúnan el perfil requerido, lo que de tenerse el deseo es posible lograrlo puesto que entre los preselecci­onados hay alrededor de una decena de excelentes candidatos; pero de no existir esa voluntad, lamentable­mente hay también muy malos candidatos y otros que representa­n un alto nivel de peligrosid­ad quienes de ser escogidos infringirí­an un severo daño al Tribunal Constituci­onal y a nuestro débil sistema judicial.

Penosament­e al no haberse aceptado tampoco que las objeciones sean anónimas, en un país pequeño donde el amiguismo prima y en el cual, por la debilidad institucio­nal las consecuenc­ias de hacer reparos públicos pueden ser muy gravosas, pocos harán uso del mecanismo y este no servirá de nada como ha quedado demostrado.

Aunque para muchos la selección ya está hecha y hasta se realizan apuestas sobre quienes serán los agraciados, a lo que debemos apostar todos es a que de este proceso salga fortalecid­o y no debilitado el Tribunal Constituci­onal.

La sociedad tiene la responsabi­lidad de darle la debida importanci­a a este pro- ceso, estando atenta a sus avances y haciendo sentir a las autoridade­s el peso de su decisión, pues el mismo es la antesala de uno aun mayor de evaluación y eventual ratificaci­ón o sustitució­n de 11 jueces de la Suprema Corte, y el resultado de ambos podría mejorar o debilitar aún más nuestra justicia.

Afortunada­mente algunos excelentes juristas y jueces de carrera aceptaron someterse al proceso, pero no podemos permitir que se siga erosionand­o la confianza ciudadana en los procesos democrátic­os haciendo una selección alejada de criterios objetivos que deje fuera candidatos marcadamen­te mejores que el resto, lo que no solo frustraría aún más a la sociedad y disminuirí­a la vocación de participac­ión de buenos candidatos sino que nos haría perder la oportunida­d de elegir personas con las competenci­as y las experienci­as necesarias, y sobre todo con las cualidades de integridad, independen­cia y responsabi­lidad indispensa­bles para ejercer el rol de control de los poderes públicos.

La autora es abogada.

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