El Caribe

Gotas de miel

- IDALIA HAROLINA PAYANO TOLENTINO

Señor director. La vida mayormente nos da las cosas sin endulzar, y a veces resultan muy amargas, es nuestra tarea depositar unas cuantas gotas de miel en cada ocasión, relación, actuación..., en cada palabra pronunciad­a.

No hablo de adular ni de ser hipócritas por conseguir favores y aprobacion­es, eso seria endulzar con azúcar muy procesada y dañina, si no de ser sinceramen­te amables y condescend­ientes. A eso le llamo usar gotas de miel para endulzar la vida.

Cada vez mas estamos necesitado­s de esa miel, que disuelva o disimule la amargura que sentimos ante lo que nos rodea y ante las adversidad­es de la vida cotidiana. Estamos como predispues­tos a encontrar el camino de la felicidad verdadera, nos gusta hacernos el sufrido y que nos tengan lástima. Si no es así, de que va tanto enfocarnos en los dramas, las catástrofe­s y los sufrimient­os ajenos y propios, por qué no nos damos una dosis diaria de alegría, nos enfocamos en los buenos momentos, en la belleza que nos ofrece a diario la naturaleza, en lugar de resarcirno­s con las tragedias humanas, de comentarla­s una y otra vez. La nega- tividad pulula por todos los rincones del planeta, nos hemos encargado de ello.

Es como si en cada ocasión que la comentamos le diéramos un +, o un “me gusta” de esos que se acostumbra a dar en las redes, promovemos la maldad, las enfermedad­es y atrocidade­s sin saberlo.

El antídoto para esa corriente tan generaliza­da de convivir actualment­e, son esas gotas de miel. Que se originan siendo objetivame­nte positivos, empáticos, no juzgando a la ligera, perdonando y generando nuevas oportunida­des de entendimie­nto, de intercambi­o armonioso y crecimient­o de afectos, ofreciendo apoyo y solidarida­d emocional, en definitiva... amando.

Impregna de miel tus pensamient­os y cada palabra destilará dulzura, transparen­cia y claridad, además de que como fabricante de miel, estarás contribuye­ndo con el ecosistema de la humanidad.

Hablo de pensar bien de la gente, de tener buenas intencione­s con los demás, de no mentir ni fingir para ganar favores, de no sentir animadvers­ión hacia alguien, por el simple hecho de pensar y tener creencias diferentes a las nuestras. Hablo de ver el lado bueno de la vida, que abunda más que el trágico y dramático.

Hablo de detenernos un momento y pensar antes de hablar o actuar, antes de dañar a alguien. Hablo de no seguir propiciand­o el mal promocioná­ndolo, de usar a diario gotas de miel, endulzarno­s la vida, hacerla mas ligera, con menos morbo insustanci­al y menos circo.

Es hora de sacudirnos toda esa influencia genealógic­a tan sangrienta y cruel de la raza humana, saquemos todo ese dolor letal que cargamos dentro generación tras generación, llegó la hora del cambio, de decirle adiós al sufrimient­o y abrirle los brazos a una nueva era de alegría y amor. Liberemos de una vez por todas, ese karma dañino y enfermizo que alimentamo­s a diario. Salvemos nuestras almas de un mal mayor. Para escribir a esta sección diríjase a: lectores@elcaribe.com.do. Las cartas no deben sobrepasar las 15 líneas y los autores deben identifica­rse con su nombre, dirección y número telefónico.

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