El Caribe

Soñar e intentarlo en grande

- FELIPE AUFFANT NAJRI felipe.auffant@gmail.com

Una sociedad sana es aquella que le permite a sus jóvenes soñar y le proporcion­a los medios para realizar sus aspiracion­es. Esto así, pues los seres humanos necesitamo­s de una ilusión para vivir y luchar. Una vida sin esperanza no merece ser vivida. Ahora bien, la satisfacci­ón de las aspiracion­es de la juventud depende mucho de las oportunida­des que tengan pa- ra educarse y trabajar para construir una vida útil y satisfacto­ria. Hay un viejo mito de la cultura Occidental que equipara el trabajo a una maldición. Quizás esta actitud era valedera cuando el trabajo se ejercía en condicione­s brutales. Escapar de semejante situación constituía una liberación. Ignorando esas condicione­s extremas, no cabe duda que trabajar es algo positivo, que le da sentido y autoestima a nuestras vidas. Siendo así, una sociedad bien organizada es aquella que le permite a su juventud soñar, aspirar, y trabajar para conseguirl­o.

El problema de nuestra sociedad consiste en la falta de oportunida­des para gran parte de nuestra juventud. Ademas, la falta de oportunida­des esta acompañada de una cultura que ensalza la vulgaridad. Una de la desigualda­des más sutiles y por ende menos analizada en nuestro medio es la desigualda­d cultu- ral. Los hijos de familias de clase media tienen mas posibilida­des de conocer la buena música y literatura, y de viajar y conocer otras costumbres. Para complicar las cosas, nuestra sociedad presenta diariament­e a una juventud con un horizonte limitado una gama de bienes de consumo a los que no pueden acceder. Siendo así, estamos incentivan­do una juventud cuyos “valores” son el consumo y lo que es peor, el consumo inmediato.

La falta de oportunida­des, la cultura vulgar, el consumismo y la frustració­n lleva a muchos jóvenes a delinquir y a muchos más a saltarse las normas para obtener por la vía rápida esos bienes, que piensan le darán un sentido a sus vidas. Siendo así, debemos proveer a la juventud de una educación que le permita tener aspiracion­es legítimas y sanas y oportunida­des para obtenerlas trabajando. De lo contrario, tendremos ver- daderas “pesadillas sociales.”

Sin embargo, una sociedad bien organizada requiere de algo más. Las sociedades controlada­s por regímenes populistas-clientelis­tas enseñan a los pueblos que el recibir dádivas es casi un derecho. Se trata de una manera efectiva de crear una dependenci­a entre la clase gobernante y los gobernados.

Por el contrario, una sociedad bien organizada debe enseñar a su juventud que para lograr sus aspiracion­es es necesario luchar. Que lo importante no son los reveses que acompañan nuestras vidas, sino nuestra capacidad de volver a intentarlo, de levantarno­s y luchar.

Es decir, una sociedad bien gobernada es aquella que le permite a su juventud soñar en grande, pensar en grande y le enseña que para lograrlo, hay que intentarlo en grande.

El autor es empresario.

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