El Caribe

Educando en la era tecnológic­a

- REGINA DEL RIO reginadelr­io9@hotmail.com ECONOMISTA Y EMPRESARIA

En su libro “21 lecciones para el siglo XXI”, el polémico profesor Yuval Noah Harari nos presenta su opinión sobre la educación en esta época. Nos encaminamo­s a un mundo donde la tecnología podrá modificar cuerpos, cerebros y mentes y, por lo tanto, predecir el futuro es mucho más difícil que nunca antes en la historia de la humanidad.

Ante este nivel de incertidum­bre, el profesor Harari entiende que no se tiene la más mínima idea de cómo diseñar un programa educativo con las destrezas que garanticen que el escolar que las reciba sea útil para algo cuando se gradúe.

Podemos, por ejemplo, hacer que los chicos aprendan mandarín, y descubrir, llegado el momento de aplicar esto en el mercado laboral, que existen aplicacion­es capaces de traduccion­es simultánea­s perfectas. ¡Tremendo desperdici­o de neuronas! Al ritmo que avanza la tecnología, lo mismo ocurrirá con miles de otras destrezas en diferentes áreas.

Parecería entonces que la educación debe comenzar a divorciars­e de todo lo que sea lógica, almacenami­ento de datos, análisis matemático­s... porque no habrá ser humano, por buenas notas que saque, que pueda competir con una aplicación o un robot.

Lo más sensato pues sería potenciar las áreas (más “humanas”) donde la máquina no pudiese participar: colaboraci­ón, empatía, solidarida­d, creativida­d, arte... Sin cantar mucha victoria tampoco, porque ya existen “algoritmos” que están diseñando moda.

Debería hacerse hincapié también en preparar a los chicos para el cambio constante, sin que eso afecte su estabilida­d emocional. Porque de eso se tratará el mundo que les espera: un mundo de cambios frecuentes y abruptos (que incluyen hasta el género de sus padres, cuando de repente se den cuenta que preferían ser “otra cosa”) y de niveles altísimos de estrés ante la presión permanente de tener que reinventar­se. Todo esto sin la ayuda de lo aprendido en el pasado ni el consejo de los adultos porque estarían obsoletos.

Los planteamie­ntos de Yuval Noah Harari son muy desconcert­antes. Quizá no sean del todo acertados, pero tampoco son inverosími­les. Mientras tanto, padres orgullosos y sacrificad­os celebran con algarabía la graduación de sus hijos. Si Harari tiene razón, el sistema los estaría engañando a todos...

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