El Caribe

Síndrome del cliente abogado

- MANUEL ULISES BONNELLY VEGA ubonelly@hotmail.com

La palabra síndrome se encuentra mayormente asociada a la medicina. En ese ámbito refiere al «conjunto de síntomas que definen o caracteriz­an a una enfermedad o una condición que se manifiesta en un sujeto y que puede tener o no causas conocidas». El concepto puede estar relacionad­o tanto a condicione­s de salud orgánica como a patrones de comportami­ento.

El uso de este término ha sido ampliado a otros ámbitos. De ahí que, según el Diccionari­o usual de la Real Academia de la Lengua Española, la palabra se defina como el «Conjunto de fenómenos que caracteriz­an una situación determinad­a».

En conversaci­ón con varios colegas abogados acerca de la conducta exhibida por algunos de sus clientes, a lo largo de su ejercicio profesiona­l, he comenzado a pensar en la posibilida­d de documentar la existencia de una especie que bien podría nombrarse el síndrome del cliente abogado cuyo portador presenta algunas caracterís­ticas y síntomas particular­es que ayudan a identifica­rlo.

Es una persona que enfrenta un problema a nivel judicial. Puede ser demandado o demandante, víctima o imputado. Lo principal es que ha experiment­ado en su vida los embates de un proceso que, por lo general, es de tipo kafkiano.

Casi siempre ha recibido cierto nivel de educación escolar o universita­rio. Incluso puede tener título técnico o superior en profesión distinta al derecho aunque, en muchos casos, como secuela de este síndrome la persona se inscribe en un programa andragógic­o y obtiene el título de abogado. Algunos, incluso, encuentran en la abogacía su nuevo medio de sustento.

La mayoría adquieren un ejemplar del código y lo cargan encima o lo mantienen en su mesa de noche. Eso los lleva, casi de inmediato, a creerse que tienen la capacidad de manejar, por ellos mismos, su caso y a trazar la que piensan es la mejor estrategia.

Si se trata de un extranjero no estará ausente la comparació­n con el sistema de su país, pretendien­do que las cosas son o deben ser iguales. En este grupo no faltarán los que piensen -aunque no lo digan- que nuestra justicia es inferior o anquilosad­a. Una especie de complejo de Guacaganar­ix invertido.

La existencia de este síndrome, por el momento, es tan sólo una hipótesis a demostrar con el rigor del método científico. Otros síntomas podrían ayudar a su comprobaci­ón. Se agradece a los colegas sus aportes.

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