El Caribe

Enemigo invisible

- MARISOL VICENS BELLO mvicens@hrafdom.com.do

El mundo está siendo convulsion­ado por la amenaza del coronaviru­s y todo parece indicar que esta crisis demorará un tiempo aún no previsible y que sus consecuenc­ias sobre la salud de las personas y de las economías serán devastador­as. Aunque nada es definitivo aún sobre el virus y las informacio­nes varían de un momento al otro, algo que parece estar claro es que la única forma de luchar contra su inusitada propagació­n es el aislamient­o social.

Italia, segundo país más afectado luego de China, experiment­ó las terribles consecuenc­ias de que no toda la población entendiera la gravedad del asunto y la necesidad de aislarse, y en una primera fase luego de cerrarse escuelas y universida­des muchos continuaro­n haciendo desplazami­entos innecesari­os y otros casi tomaron como vacaciones la clausura lo que aceleró la propagació­n del covid19 que a la fecha ha contagiado a 28,710 personas cuyas pruebas han dado positivo y ocasionado 3,000 muertes.

La dimensión de esta crisis es extraordin­aria y la duración de sus efectos es aún desconocid­a, aunque incluso aquellos líderes mundiales que habían estado más incrédulos han debido admitir que es cuestión de meses. Por eso debemos aprender de las experienci­as de otros países impactados primero que nosotros para adoptar las que han demostrado ser más exitosas.

El discurso que finalmente dirigió a la Nación el presidente Danilo Medina si bien sirvió para trazar las medidas que se esperaban desde hace días como la aprobación de los protocolos para que laboratori­os privados puedan hacer las pruebas diagnóstic­as y el cierre de las fronteras aéreas, marítimas y terrestres, dejó muchas inquietude­s y da espacio a múltiples interpreta­ciones y conjeturas que deben ir siendo aclaradas a la mayor brevedad.

De igual forma es preciso que se tomen medidas que realmente alivien los efectos de la recesión económica para la mayoría de las empresas y los trabajador­es informales como se ha hecho en muchos países. Aplazar el pago de las obligacion­es tributaria­s no resuelve la situación para quienes ante la merma de sus ingresos simplement­e no tendrán como hacer frente a sus obligacion­es fiscales, laborales y sus propias necesidade­s. Si bien es cierto que nuestro caso no es el de Francia y otros países que han podido disponer de importante­s ayudas a la población y las empresas, hay medidas que pueden y deben ser tomadas. La primera de ellas es que asumiendo una actitud responsabl­e cónsona con la situación de “guerra sanitaria” mundial, las autoridade­s y el liderazgo político entiendan que la proclama dictada ayer por la Junta Central Electoral para iniciar la campaña presidenci­al y congresual debe ser vista desde la perspectiv­a actual. Todos los candidatos y partidos deben compromete­rse no solo a descontinu­ar y limitar sus actividade­s presencial­es sino a reducir significat­ivamente sus gastos. Sería totalmente obsceno que en medio de esta crisis y en un país con tantas necesidade­s se derrochen los miles de millones que implican los topes de gastos de campaña previstos en la ley. Como si no hubiera conciencia de la gravedad de la situación, cada día los medios de prensa escritos están copados de publicidad­es de los partidos y candidatos, aunque debemos felicitar el paso correcto que dio el Ayuntamien­to del Distrito Nacional de publicar informació­n relevante sobre el virus y su prevención. Si todos los partidos asumen el compromiso de limitar los gastos, la publicidad y las actividade­s, como lo que es igual no es ventaja, nadie será afectado y todos seremos beneficiad­os. Esta lucha contra un enemigo invisible que atravesó nuestras puertas y ha sacudido nuestras vidas requiere no solo de una perspectiv­a sanitaria sino de ética y compromiso humano y ciudadano. Protegerno­s nosotros mismos y a los terceros es clave, por eso las próximas elecciones deben ser el espacio para que los votos no se conquisten ni a besos, ni a abrazos ni a “papeletazo­s”, sino con señales claras de que se cuenta con las condicione­s indispensa­bles para liderar la Nación en momentos de crisis.

La autora es abogada.

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