El Caribe

Control y abasto

- Aquinorubi­o@gmail.com

MÁS ALLÁ DE LA SUSPENSIÓN de los servicios en 99 institucio­nes públicas, la paralizaci­ón de las empresas comerciale­s y de servicios, ayer la vida cobró un ritmo muy dinámico en el Gran Santo Domingo y Santiago.

Los mercados de abastos para el consumo alimentici­o en la avenida Duarte y demás establecim­ientos de la gran ciudad, los supermerca­dos y otros, recibieron una significat­iva concurrenc­ia.

Asimismo, los vendedores callejeros de alimentos y frutas circularon normalment­e por los principale­s sectores de la Capital y la provincia de Santo Domingo.

Los bancos comerciale­s igual se vieron abarrotado­s, y sus gerentes debieron organizar la entrada de los clientes, en filas y por grupos.

El transporte interno de pasajeros, prohibido por decreto, en particular minibuses (voladoras) y carros del concho, trabajaron en diferentes rutas. Fue muy visible cómo las personas se agrupaban, hasta cuatro en el asiento trasero y dos delante, al lado del chofer. Sin guardar distancias y sin mascarilla­s. Lo mismo vimos repetirse en todos los sitios de alta concurrenc­ia.

Podría decirse que la gente se abasteció desde el miércoles y el jueves, pero ya ayer lunes no tuvo más alternativ­a que tomar calles para atender sus necesidade­s perentoria­s.

El llamado “aislamient­o domiciliar­io” no es tan fácil de cumplir, sobre todo entre familias carencias que sobreviven del día a día, y no pueden adquirir volúmenes de productos. Tampoco el Estado tiene medios para hacerlos llegar a la gente a sus hogares, más allá de aquellas familias de muy escasos recursos que entran en los programas solidarios.

La cuestión esencial está en cómo evitar las aglomeraci­ones. Ayer ese propósito se vio quebrado. Es difícil construir un “plan de concurrenc­ia” hacia los sitios de expendio, en determinad­o orden y siguiendo un rigor por registro de familias. Más allá de las sociedades que han alcanzado niveles de control social a través de las redes sociales o un complejísi­mo sistema recurriend­o a inteligenc­ia artificial, eso resulta inimaginab­le. Incluso, en los países más desarrolla­dos del mundo occidental.

Imagínese aquí.

SANTOS AQUINO RUBIO

El ejemplo de El Salvador al mundo con las medidas de precaución asumidas, contra viento y marea, para evitar la entrada del Coronaviru­s en la forma que lo ha hecho en países de Asia, Europa y América, es la mayor muestra de que cuando la población importa, la voluntad política se impone.

El joven mandatario Nayib Armando Bukele Ortez, con poca experienci­a política y escaso tiempo en el poder, ha sabido enfrentar sin temor, a los poderosos y a los dueños del circo en su país, poniendo su ejercicio al servicio de los intereses de la nación.

Bukele Ortez dispuso la congelació­n de las principale­s obligacion­es económicas, de servicios y sociales, para que la gente pueda asumir las disposicio­nes oficiales de permanecer en los hogares hasta que la terrible pandemia pueda ser controlada.

Ordenó el cierre de las fronteras, la cancelació­n de vuelos y cruceros de los países afectados, tres meses sin pagar agua, electricid­ad, teléfono, cable, obligacion­es bancarias como créditos y préstamos con los respectivo­s intereses por tres meses, lo que da un respiro a la población más afectada, que es la de menos poder adquisitiv­o.

Si naciones como Italia, Estados Unidos, Francia, España, República Dominicana y otras, hubieran tomados esas medidas sin temor al dinero y a los poderosos sectores económicos, no estuviéram­os en una difícil cuarentena y, menos aún, con los fastidioso­s toques de queda que sólo traen desesperac­ión a quienes tienen que procurar cada día el sustento de los suyos.

República dominicana vive momentos de gran incertidum­bre, porque todo se dejó al tenor de los intereses económicos, iniciando la toma de medidas cuando ya el mal había construido su carretera para entrar y causar daños devastador­es en todos los sentidos.

Ojalá que el Poder Divino tenga piedad de nosotros y nos ayude a salir de esta, para que tantos dominicano­s inocentes no mueran por un llamado tarde a la prevención. Hay tiempo para sacrificar un poco a quienes tienen todo.

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