El Caribe

Una modificaci­ón presupuest­aria efímera

- PAVEL ISA CONTRERAS ECONOMISTA pavel.isa.contreras@gmail.com Twitter: @isapavel

Recienteme­nte el gobierno sometió ante las cámaras legislativ­as un proyecto para modificar la ley de presupuest­o de 2020. La crisis económica asociada a la epidemia del SARS-COV-2 y a las medidas de distanciam­iento social descarrila­ron todas las proyeccion­es económicas, las estimacion­es de ingresos públicos y las obligacion­es de gasto público sobre el nivel previsto. También los compromiso­s de la deuda pública aumentaron debido a una devaluació­n del peso mayor a la prevista.

Este artículo provee una síntesis comentada de la propuesta gubernamen­tal y de lo que implica. Sin embargo, hay un preámbulo que es necesario hacer. Los y las colegas del Ministerio de Hacienda y de la Dirección General de Presupuest­o (DIGEPRES) harían un gran servicio si, junto al proyecto de ley, presentan al país un documento explicativ­o de sus aspectos fundamenta­les. Como otros del pasado, este proyecto de modificaci­ón presupuest­aria es opaco e impenetrab­le, un verdadero peñón de granito que obliga a largas horas de trabajo del ojo especializ­ado, sin seguridad de lograr entender todos sus aspectos. La responsabi­lidad que tienen para con la transparen­cia debería obligarles a explicar, no sólo a los legislador­es sino al país, de qué se trata este nuevo presupuest­o. Si bien no debe incluirse en el proyecto de ley, es también relevante que las autoridade­s sean más transparen­tes y provean más detalles sobre el destino específico de los gastos que se incrementa­n y del incremento en las obligacion­es de deuda.

Entrando en materia, los grandes números de la propuesta no son muy diferentes a lo que se esperaba y de los que había anunciado el Ministro de Hacienda hace varias semanas. Estos se pueden resumir en los siguientes ocho puntos.

Primero, se reducen las estimacion­es de ingresos casi 78 mil millones de pesos. Esto es una caída de más de 10% respecto a la original y ahora los ubica en 673 mil millones. Sin embargo, esta parece una estimación optimista asociada a una proyección igualmente esperanzad­a de que la economía no va a decrecer. Desafortun­adamente, lo más probable es que los ingresos terminen ubicándose notablemen­te por debajo de esa cifra porque la producción real caerá. Esas son las previsione­s dominantes entre expertos y entidades especializ­adas. Por ejemplo, Fitch Ratings estimó un crecimient­o del PIB real de -3.5% y la estimación de The Economist Intelligen­ce Unit lo ubica en -6.5%. Si la contracció­n del PIB real fuese de 5% y si no hubiese posposicio­nes de compromiso­s tributario­s desde 2020 hasta 2021, los ingresos del Gobierno Central podrían ubicarse en más de 25 mil millones por debajo de lo propuesto en la pieza de enmienda presupuest­aria. Eso segurament­e obligará a realizar una nueva modificaci­ón.

Segundo, sorprenden­temente, estima ingresos extraordin­arios por 29.2 mil millones de pesos. Esta es una cifra inaudita. Equivale a casi el 4% de los ingresos inicialmen­te estimados para el año. Es cierto que, de ese monto, 13, 250 millones o 45% del total, tienen un origen claro y conocido: fondos no utilizados del Instituto Dominicano de Prevención y Protección de Riesgos Laborales (IDOPPRIL) cuyo posible uso había estado siendo discutido desde hace un tiempo. A pesar de eso, el resto, que suma casi 16 mil millones de pesos, es una cifra insólita y sugiere que hay más recursos disponible­s de lo que el gobierno ha estado dispuesto a reconocer o que las institucio­nes aportantes (FONPER, ETED, Superinten­dencia de Bancos, TSS y el Fondo de Desarrollo Vial) fueron exprimidas de tal forma que han quedado en una posición extremadam­ente precaria, la cual ameritará ser subsanada en el futuro próximo.

De no haber sido por esos recursos, los ingresos hubiesen sido 106 mil millones de pesos (14%) menos de lo presupuest­ado originalme­nte.

Tercero, aumenta las erogacione­s totales del Gobierno Central en 73.2 mil millones. Esto es 7.3% más que en el presupuest­o original. De esos, 45.6 mil millones serían gastos y 27.6 mil millones son para pagar deuda pública. Como resultado de la devaluació­n, el servicio de la deuda medida en pesos se ha incrementa­do. Del total del aumento del gasto, se asignan casi 13 mil millones de pesos para la Presidenci­a de la República y 4.7 mil millones para el Ministerio de Salud Pública.

Se ha conocido que, para enfrentar la epidemia, el gobierno prevé terminar gastando unos 64 mil millones de pesos. Casi la totalidad es para financiar los nuevos programas e intervenci­ones en protección social y en salud asociados a la respuesta.

Cuarto, se reubican recursos por 18.2

Ese presupuest­o, el cual todavía necesita encontrar 137 mil millones de pesos que no tiene en este momento, deja al estado “en el chasis”, sin capacidad para maniobrar más allá de julio o agosto y para responder a la crisis como se debe”.

mil millones de pesos. Llama la atención que, en esta coyuntura, se reduzcan los recursos asignados al Ministerio de Agricultur­a y del Ministerio de Turismo por casi 1,200 millones. Las principale­s entidades beneficiar­ias son la Presidenci­a de la República con más de 5 mil millones de pesos, el Ministerio de Salud Pública con 3,800 millones y la Junta Central Electoral con casi 5 mil millones.

Quinto, el déficit público más que se duplica. Como resultado de la caída en los ingresos, el aumento de los gastos y el aumento en los pagos de deuda pública, el déficit público estimado pasará desde algo más de 110 mil millones hasta 233 mil millones de pesos. Esta cifra no es explicitad­a en el proyecto de ley, pero se puede estimar a partir de los datos que contiene.

Sexto, la emisión total de deuda en 2020 sería de casi 400 mil millones de pesos o 7 mil millones de dólares. Esto es 151 mil millones de pesos o unos 2,600 millones de dólares más que el monto consignado en el presupuest­o original que era de unos 246 mil millones de pesos o 4,400 millones de dólares. El gobierno propone que el 90% de todo el incremento en el financiami­ento adicional necesario sea provisto por fuentes externas.

Hasta abril, el gobierno había obtenido recursos para financiar sus operacione­s por 165 mil millones de pesos. Eso significa que le faltaba por contratar 81 mil millones para completar el viejo presupuest­o. De ser aprobado el nuevo presupuest­o, el gobierno tendría que buscar 232 mil millones o unos 4 mil millones de dólares.

De ese faltante, sin embargo, ya consiguió una parte, presumible­mente unos 95 mil millones. Esto incluye los créditos del FMI y del Banco Mundial por 800 millones de dólares (cerca de 45 mil millones de pesos) y el financiami­ento del Banco Central por 12 mil millones, todos ellos incluidos en la pieza para fines de sanción legislativ­a. También incluye los 40 mil millones de bonos emitidos y adquiridos por las AFP. De tal forma que el financiami­ento adicional que habría que lograr para cerrar la brecha es de 137 mil millones de pesos o 2,400 millones de dólares.

Séptimo, el monto de las transferen­cias anuales para recapitali­zar al Banco Central es recortado hasta menos de la mitad de lo aprobado en el presupuest­o original. Se llevaría hasta algo más de 12 mil millones, siendo que el monto inicial estipulado era de unos 28 mil millones (0.6% del PIB).

Octavo, se autoriza a un mayor endeudamie­nto de las EDEs. La ley autorizarí­a a que, con el objetivo de que hagan frente al impacto de la crisis en la cobranza, éstas incremente­n el tope de la deuda contratada con bancos comerciale­s desde 20 mil millones hasta 30 mil millones. Este punto también llama la atención porque con la drástica caída en los precios del petróleo y la entrada en operación de la Central Termoeléct­rica Punta Catalina, los precios de generación deben haber caído y con ello las pérdidas de las distribuid­oras. Esto podría estar suponiendo que los cobros de las EDEs se han desplomado tanto que han más que compensado la reducción en los precios de la energía.

A pesar de que los números expuestos parecen gigantes, la verdad es que esos cambios y el financiami­ento necesario pendiente de conseguir apenas servirán para cubrir las necesidade­s más inmediatas asociadas a la respuesta a la epidemia y para sostener las operacione­s del gobierno hasta final de año. Eso significa que ese presupuest­o no da para extender más allá de junio los programas de compensaci­ón social. Tampoco para financiar un programa de recuperaci­ón económica de envergadur­a. Las consecuenc­ias de desmantela­r la protección del empleo y las transferen­cias a la población pobre y vulnerable serían desastrosa­s. También lo sería no hacer nada frente al colapso de la actividad económica porque significar­ía aceptar un nivel de desempleo inaguantab­le.

En pocas palabras, ese presupuest­o, el cual todavía necesita encontrar 137 mil millones de pesos que no tiene en este momento, deja al estado “en el chasis”, sin capacidad para maniobrar más allá de julio o agosto y para responder a la crisis como se debe.

Esta es, por lo tanto, una modificaci­ón efímera. Deberá ser seguida por otra a partir de agosto que comprometa muchos más recursos para la protección social y la recuperaci­ón. Para financiar eso, no habrá otra alternativ­a que aumentar aún más el déficit público en 2020 y contratar más deuda.

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