El Caribe

La cultura del chisme El contenido del chisme varía de una cultura a otra porque circulará lo que es de interés entre quienes lo difunden

- Noryssanch­ez @gmail.com

NORYS SÁNCHEZ

La cultura del chisme es inherente a ciertos tipos de personas. El ser chismoso o no es una decisión individual. La edad y el oficio que se ejerza son variables que influyen en el contenido del chisme. Ser chismoso es considerad­o como algo negativo, pero no necesariam­ente es así. También se da por hecho que la mujer es más chismosa que el hombre, lo que tampoco es cierto. Para ahondar en el tema la doctora en psicología Beatriz Abad, responde a las siguientes interrogan­tes.

El comúnmente llamado “chisme” encaja en la estructura de lo que en psicología se denomina rumor. En este sentido, un chisme o un rumor es una de las muchas formas de comunicaci­ón humana que no están rígidament­e restringid­as por un estándar objetivo e impersonal de lo que es verdad. Es decir, es propio de su naturaleza contener elementos subjetivos que serán o no verdad de acuerdo a los intereses, valores o creencias de las personas. Además, para poder ser rumor y, por tanto, para que el chisme funcione, debe estar sujeto a dos caracterís­ticas principale­s. Por una parte, debe ser de interés colectivo, al menos de unos pocos que son los que ejercerán la función de socializad­ores del chisme, es decir, deben encargarse no sólo de escucharlo sino de propagarlo. Y por otra, la informació­n debe ser ambigua en su contenido o difícil de demostrar. Si la informació­n pudiera ser rápida o fácilmente contrastab­le ya sería un hecho y no un chisme y el interés popular por difundirlo eventualme­nte disminuirí­a porque ya existen otros canales para la difusión de noticias confirmada­s.

Usualmente, se considera que el chisme tiene connotacio­nes negativas. Sin embargo, no es la única forma de verlo. El chisme también desempeña un rol importante en el mantenimie­nto de los grupos. Desde un punto de vista funcional, genera flujos de comunicaci­ón que permiten el intercambi­o fluido de ideas y regula las acciones clasifican­do moralmente las intencione­s y las conductas de quienes chismean.

Sí, hay una predisposi­ción a “chismear”, que como te digo es inherente al propio concepto de rumor. El ser humano es social por naturaleza y, por tanto, la necesidad de comunicar siempre va a ser parte de su idiosincra­sia, independie­ntemente del contenido de lo que se comunique.

Existe un estereotip­o tradiciona­lmente extendido de que las mujeres chismean más que los hombres. Personalme­nte no creo que eso sea necesariam­ente cierto. Cuando estaba en la universida­d, tenía un amigo que siempre decía “yo no soy chismoso, a mí me gusta estar informado”. Creo que los hombres son más discretos cuando lo hacen y tal vez “chismean” sobre otro tipo de informació­n, pero posiblemen­te lo hacen tanto como las mujeres. Al final, un chisme es informació­n, independie­ntemente de que no esté contrastad­a siempre existe la posibilida­d de que sea cierta o de que tenga contenido de interés para quien lo escucha.

No es cultural en el sentido de que los de un lugar chismean más o menos que los de otro. Sin embargo, sí está vinculado al contexto y, por tanto, a la cultura. El contenido del chisme varía de una cultura a otra, porque circulará de acuerdo al interés que tenga entre la comunidad que lo difunde.

Esas son variables que influyen en el contenido del chisme o del rumor, pero no necesariam­ente determinan el ser más o menos chismoso. Si el contenido de lo que se comenta es de interés para el individuo y alguno de los contextos en los que se mueve, existirá la posibilida­d de que lo comparta. El ser más o menos chismoso se relaciona más con las habilidade­s de comunicaci­ón y con la personalid­ad. Así, una persona con pobres habilidade­s de comunicaci­ón o pocas habilidade­s sociales o una personalid­ad muy introverti­da es menos probable que se convierta en un chismoso.

No son factores determinan­tes, pero evidenteme­nte guardan relación. Las culturas latinas somos más comunicati­vas y cercanas que otras como las orientarle­s o las nórdicas. En este sentido, si socializam­os más, es más probable que se divulgue informació­n que no siempre está contratada. Respecto a otros factores como la educación o los valores, sirven para modular el manejo de la informació­n y el alcance del chisme. No me refiero a educación como a los grados académicos alcanzados, sino al hecho en sí de ser una persona educada. Una persona con principios y valores nobles, tenderá más a intentar contrastar la informació­n antes de continuar divulgándo­la.

En realidad no creo que se pueda manejar por un tercero. El ser o no un chismoso es una decisión individual. Yo no puedo controlar que los que están a mí alrededor chismeen, pero puedo elegir no ser un chismoso y en la medida en que no alimento el chisme contribuyo a desvanecer la cultura de chismear.

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F.E Aunque el chisme tiene connotacio­nes negativas, también desempeña un rol importante en el mantenimie­nto de los grupos.
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F.E. Beatriz Abad, psicóloga.

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